S e i s

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—¡Al fin un día libre! —dijo Iván por la mañana sintiéndose realmente animado

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—¡Al fin un día libre! —dijo Iván por la mañana sintiéndose realmente animado.

Su entusiasmo se debía a que los sábados no tenía clases. Si bien aún tenía que ir a su trabajo a la noche, el día era prácticamente suyo y pensaba aprovecharlo al máximo y con eso se refería a pedirle una cita a Marlene. Ya daba por hecho que ella diría sí. Después de todo, ¿por qué se negaría a una petición aparentemente inocente como esa?

Al terminar su desayuno, hizo una nota mental para comprar provisiones más adelante puesto que las que tenía ya se estaban terminando.

Antes de ir a su conquista, se propuso ir a dar una vuelta por la manzana trotando. Se colocó una sudadera gris con unos pantalones deportivos oscuros, auriculares en los oídos y fue a la calle a bajar todas aquellas calorías que había consumido en todos estos días. Le gustaba más el ejercicio al aire libre que ir a un lugar cerrado con solo sudor como factor común entre las personas. Solía aguantarse las ganas de salir de ese lugar por el simple hecho de que necesitaba de aquellas máquinas para poder verse bien.

—¡Iván! ¡Espera! —Cuando ya llevaba recorriendo más de una cuadra escuchó un grito algo debilitado debido a los auriculares; al detenerse y darse vuelta, su enemigo jurado le saltó encima echándolo en el piso. A estas alturas, ya no le sorprendía encontrarse a Zeus encima de él y echándole baba por toda la cara, ya se venía acostumbrando. Aunque seguía sin entender por qué el maldito animal no podía apartar las patas de él.

—¡Ya basta Zeus! Lo siento, Iván —se disculpó un angustiado Lucas agarrando la soga que estaba sujeta a la correa del perro y que al parecer soltó cuando éste vio a Iván.

—No te preocupes, ya estoy acostumbrado —dijo levantándose y sacando el polvo de sus pantalones, Lucas aún lo miraba con algo de culpa en sus ojos azules—. A propósito, ¿qué haces por aquí?

—Salí a pasear a Zeus y te vi, te llamé varias veces, pero no me hiciste caso y cuando me acerqué, este chico malo —regañó mirando con desaprobación al perro quien bajó las orejas avergonzado—, se me soltó y corrió hasta ti.

—Entonces vamos juntos —dijo poniendo en pausa la música en su celular que todavía seguía sonando a pesar de ya no llevar los auriculares en el oído por la caída.

—¡Claro! —soltó Lucas con una sonrisa.

—¿Qué tal tu primer día de clases? —mencionó el mayor mientras caminaban rumbo al parque y recordando que no lo había visto el día anterior por ese motivo.

—Estuvo bien, hice un nuevo amigo —respondió sonriendo.

—Eso es genial —Iván estaba feliz por el chico. A veces pensaba que Lucas era algo solitario pues nunca lo ha oído mencionar a alguien del lugar de donde vino.

—Lo sé. Aunque al principio pensé que un lugar tan grande como ese y con la cantidad de estudiantes que hay dentro, tardaría más en conocer a mis compañeros.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora