V e i n t e

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Matías estuvo entusiasmado desde aquel día en que había recibido una llamada confirmándole que su solicitud para ir a estudiar en un prestigioso colegio del extranjero había sido aceptada

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Matías estuvo entusiasmado desde aquel día en que había recibido una llamada confirmándole que su solicitud para ir a estudiar en un prestigioso colegio del extranjero había sido aceptada. Sus padres estaban igual de ansiosos que él e inclusive habían hecho una celebración familiar para poder festejar aquel logro que obtuvo gracias a las horas que invirtió para alcanzar el nivel académico que necesitaba.

Lastimosamente, sus familiares se reducían a él, sus padres y unos tíos lejanos a quienes nunca conoció debido a la relación un poco tensa entre ellos y los señores Márquez.

Unos días antes de haber sido notificado, Matías había logrado hablar con su amigo Iván y tenía la esperanza de que las cosas mejorarían entre ellos, pero el chico no volvió a acercarse a él y el vuelo de Matías era para el siguiente día. Ya había avisado al colegio de su mudanza y los directivos y profesores lo habían felicitado, así como también sus compañeros más cercanos a quienes también les contó la noticia, pero no podía irse al menos que hablara nuevamente con Iván.

Sin rodeos, le dijo a su madre que iría a la casa de su amigo a despedirse de él.

Cuando eran niños, la casa de Iván quedaba a unas calles de la suya y jugaban juntos todo el tiempo, podía recordar perfectamente las tardes que habían compartido juntos pensando que su amistad iba a durar para toda la vida, pero no fue así. Sin siquiera entender por qué, Iván empezó a alejarse cada vez más de él. Pensando que tal vez el niño ya no quería ser su amigo, desilusionado y completamente derrotado, había aceptado aquel trato y roto aquel lazo que los unía, a esto también se sumó el hecho de que se habían mudado de ciudad y por tanto ya no había manera de que volvieran a jugar como antes. No fue sino años después, harto de cómo se volvió la relación entre ellos que decidió enfrentarlo y le sorprendió el saber todo el sufrimiento por el que pasó Iván mientras él solo había mirado hacia otro lado.

Ya en la parada, tomó el bus para poder llegar a su destino y despedirse de su amigo. A pesar de que ya no podían estar relativamente cerca, podían ponerse en contacto y tal vez, algún día, volver a ser unidos como antes.

—¿Diga? —una mujer abrió la puerta de la casa de Iván e inmediatamente supo que se trataba de la señora Lovera.

—Disculpa, ¿se encuentra Iván? —esperaba encontrarlo pues ya era más tarde de lo habitual.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora