V e i n t i s é i s

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Matías estaba enfrascado en una rutina en donde los constantes trabajos solicitados por su jefe y la dinámica de asistente, lo tenían tan inmerso que no le sobraba tiempo para nada más

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Matías estaba enfrascado en una rutina en donde los constantes trabajos solicitados por su jefe y la dinámica de asistente, lo tenían tan inmerso que no le sobraba tiempo para nada más. Dimitri se movilizaba por todas partes, desde personas de gran renombre, hasta aquellas menos ostentosas. Matías no entendía por qué este tipo de trabajos no los delegaba para otros empleados siendo él un empresario como había dicho con anterioridad. Eso también era parte de sus inquietudes porque desde que había entrado a trabajar, ni una sola vez había hecho algo de dudosa legalidad, solo charlaba con otros empresarios, por lo que se preguntó si dejó a otra persona encargada de aquel negocio en particular, o lo manejaba de tal manera que Matías no se enterara de nada.

Por otro lado, sus visitas al club nocturno se habían intensificado, por lo que supuso que era ahí donde los contratos grandes se realizaban. Sin embargo, Dimitri no lo solía llevar mucho, solo en ocasiones donde su presencia era crucial. Debido a eso y a las constantes modificaciones de aquel lugar, ni siquiera había podido ver a Iván, pero este le había dicho que su relación con aquel chico que le gustaba, estaba mejor que nunca. Si bien le había sorprendido aquella vez, se dio cuenta que el castaño estaba en medio de un serio dilema del que no encontraba la salida, lo que le pareció comprensible considerando la magnitud de lo que le pasaba, para él era fácil ver el camino que lo haría feliz, pero a veces las cosas parecen tener soluciones sencillas si lo miramos desde fuera.

—Este es un nuevo atuendo que el jefe quiere que uses.

Henry entró a su habitación como si no hubiera una puerta en frente suyo, aunque Matías ya estaba acostumbrado a aquella invasión de privacidad.

El hombre le entregó en una caja blanca un conjunto de ropas. A pesar de que al principio, Henry le había atiborrado de prendas de todo tipo por ordenas mayores, él siempre elegía aquellas más cómodas para el trabajo, al parecer Dimitri se había dado cuenta porque dentro de aquella caja, se encontraba un pantalón de vestir oscuro, que si no estaba equivocado, era de su talla, y además, venía acompañado de una camisa negra con diminutas líneas grises en toda la tela, aquel conjunto venía además con una corbata igual de oscura que el pantalón. No sabría decir si Dimitri se dio cuenta o no que prefería usar ese tipo de colores, pero de todos modos, le dio en el ojo.

Por alguna bizarra razón, se sintió como la novia de un multimillonario al recibir este tipo de obsequios, pero eso era estúpido considerando que Dimitri no solo le había dado ropa, sino también trabajo, alimentación, un techo bajo el cual vivir y miles de cosas más. La idea de un mantenido era más adecuada.

A parte, se había dado cuenta de algo muy importante. Dimitri era todo un mujeriego. Desde morenas hasta rubias, con muchas curvas o delgadas, cada día traía a una chica nueva para pasar la noche. Sin embargo, al siguiente día, repetía el mismo patrón con todas: las trataba fríamente y las echaba.

A Matías no le gustaba del todo aquel comportamiento, lo encontraba francamente irresponsable. Además, sentía una opresión rara en el pecho cada vez que lo veía compartir bebidas o coqueteos con otras. Se dijo que solo era envidia, pero de nuevo, no es como si estuviera muy interesado en ocupar su lugar.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora