E p í l o g o

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—¿Ya estás listo? —preguntó Dimitri acercándose a Matías por detrás

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—¿Ya estás listo? —preguntó Dimitri acercándose a Matías por detrás.

—Ya casi, si me dejaras empacar en paz, tal vez ya hubiera terminado hace horas —dijo tratando inútilmente de soltarse de los brazos del hombre que estaba atrás de él abrazándolo por la cintura.

—Es que verte tan concentrado en tus deberes no hace más que encenderme —le mordió la oreja.

—¡Dimitri ya déjame o le diré a mamá que me estás molestando! —exclamó exasperado, pero poco a poco volvía a ceder a los encantos del hombre.

Simplemente no podía negarse mucho a él, tenía formas de convencerlo y vaya que le gustaba cuando lo intentaba. Estos últimos años habían sido más que increíbles para él. Habían venido a este lugar desde que Henry se había recuperado y vivieron estos años juntos y no podía quejarse, incluso le gustaba acompañar a Dimitri a veces a pesar que de que el mayor se opusiera.

Aquella a quien llamaba mamá, no era más que la madre de Dimitri. Desde la primera vez que lo vio arribar el aeropuerto, lo había adoptado como a un hijo más, ella era tal y como la describieron, cálida, amorosa y confiable. Poseía los mismos ojos azules que el hombre que ahora lo estaba distrayendo, y la misma cabellera oscura. Era sin duda hermosa, como su hijo, pero esto último no lo diría en voz alta o tendría que cargar con el ego de Dimitri por toda la eternidad.

—Si me sigues distrayendo, perderemos el vuelo. Y no quiero eso, ya extraño a Iván, quiero verlo ahora que ya es todo un profesional.

—Otra vez aquel sujeto, debería de importarte solo yo —le apretó más a él.

—Además —prosiguió como si el mayor no hubiera hablado—. También tienes asuntos que atender en el Queen y decenas de otros negocios. No está bien ser un jefe fantasma.

—Pero tu amiguito lo está manejando de maravillas junto con Aiko. Los demás también gracias a las personas que puse al mando. Tenemos un poquito de tiempo.

Era verdad, Iván tenía el puesto de subgerente del local y debía admitir que lo hacía muy bien. Había sido una sorpresa para él enterarse de que Aiko también ayudaría a la par que se encargaba del otro negocio. No pudo más que alegrarse por aquella mujer que lo había cuidado en el tiempo que necesitó.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora