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En la habitación de algún hospedaje abandonado y tétrico de la ciudad, un enfurecido hombre vociferaba con rabia hacia otra persona

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En la habitación de algún hospedaje abandonado y tétrico de la ciudad, un enfurecido hombre vociferaba con rabia hacia otra persona. El sujeto tenía varias cicatrices y tatuajes esparcidos por el cuerpo, pero un diseño en particular era el que compartía con la persona quien en este momento era la fuente de su enojo.

—¿Estás diciendo, jodido imbécil, que fuiste hasta a un hospital porque "te sentiste mal"? —preguntó con un semblante que no presagiaba nada bueno. LA furia emanaba de él como si fuera tangible haciendo que el menor se encogiera del miedo.

—L-lo s-si-siento s-se-señor —tartamudeaba el chico de cabellos y ojos oscuros con la cara pálida por el dolor que sentía y que pensaba, que debía ser atendido, mas no tuvo en cuenta la reacción que tendría el hombre enfrente suyo.

—Déjalo Brad, el chico no sabía lo que hacía —Trató de defenderlo una mujer adulta con rasgos asiáticos, mirada dura y quien sentía cierta afinidad por el indefenso muchacho.

—Tú no te metas, Aiko, esto es entre este inútil y yo —Se acercó al chico, quien estaba en un sofá de la sala mientras los otros dos adultos de la habitación permanecían de pie.

El ambiente estaba cargado de tensión. Por un lado, el chico que trataba de hacer frente a la situación con el poco valor que tenía, y por el otro, dos adultos quienes lo miraban fijamente y uno de ellos sin buenas intenciones.

—Y-yo s-solo p-pensé que podía h-hacer algo p-por esto —dijo señalando una herida que tenía en el vientre y que era la causa de su malestar. Odiaba tartamudear, pero era tanto el pánico que tenía ante la reacción del hombre, que el miedo le hacía perder la capacidad de expresarse como quisiera.

—Eso solo fue una prueba de lo que te pasará si piensas dejar de hacer lo que te digo —gruñó amenazadoramente el hombre de cabello corto y oscuro y la mirada más escalofriante que el menor había visto.

Aquella herida fue infringida por el mayor cuando el chico se negó a realizar una tarea que le había encomendado. Si antes ya sabía que no debía desobedecerlo, ahora estaba comprobando al cien por ciento. La razón por la que el chico no estaba siendo tratado de manera peor, era porque la mujer estaba en medio de ellos intercediendo por él.

—Si vuelves a hacer algo tan estúpido como dejarte ver, lo pagarás más caro —advirtió el hombre dando un ultimátum al joven.

Luego de esto, salió del lugar, quien sabe a qué sitio, dejando a Aiko y el joven muchacho solos en el lugar.

—Matías, te dije que no hicieras nada que podría disgustarlo —dijo la mujer lanzando un suspiro de exasperación.

Ella era la segunda persona más influyente luego de Brad, pero por alguna razón, sentía un poco de afecto por el joven.

—Pero en verdad me duele mucho y las pastillas que tomo ya no me hacen nada, ¿qué pasa si se infecta? —volvió a recuperar la elocuencia que desaparecía al estar frente a Brad.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora