6.

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Era el día de excursión, ya era viernes y lo mejor que podía pasar era tener el día libre.

Me iba a poner con Yaneli en el autobús hasta que al profesor se le ocurrió la magnífica idea de que nos tendríamos que poner con nuestra pareja de carrera, pero de todas formas ella y su compañero se iban a poner detrás nuestra, así que no estaría sola... O no del todo, son pareja, qué suerte tuvieron.

Nos sentamos por delante porque yo me mareo en trayectos largos, a parte de que detrás se ponía esa gente que no me cae bien, así que mejor.

Yaneli y Juan estaban detrás, pero haciendo sus cosas. No dejaban de darse abrazos y besos, preferí no entrometerme.

–Bueno... ¿Y qué te gusta? –rompió el hielo Manuel.

–¿De qué?

–No sé... ¿Música?

–De todo, la verdad, pero el reggaetón no me gusta nada.

–Ah, ¿no? Fíjate tú, a mí tampoco. Prefiero mucho más el rock, de hecho, Elvis Presley es de mis cantantes favoritos.

–¿En serio? Vamos a tener más cosas en común de las que pensaba –sonreí–. A mí también me gusta mucho Elvis, pero prefiero Queen.

–Eso está muy visto –me miró burlándose.

–¿En serio? –reí– ¿Y gustarte el rey del rock no? Vaya por Dios.

Touché –reímos a la vez.

–¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? –pregunté para saber algo más sobre él.

–Un momento, ¿Puedo pasar la cortina? Me está dando el sol en toda la cara –pasó su mano por detrás mía, rozándome el cuello y tapó el sol con la cortina–, ya está.

Cuando me rozó el cuello con su delicada y fría mano, me dio un escalofrío por todo el cuerpo, no pude evitar ponerme nerviosa.

–¿Tierra llamando a Aina?

–Hola, sí... Eh, ¿Perdón?

–Te estaba hablando, ya veo que no me has escuchado –se molestó.

–No, no... Yo te estaba escuchando, sí. ¿La fresa es tu sabor favorito?

–Me habías preguntado qué me gustaba hacer en mi tiempo libre.

–Sí, lo sabía. Era para ver si... Si me habías escuchado. Continúa.

–Vale –sonrió–. Suelo escuchar música y salir con mis amigos, también suelo ver películas en mi casa, anime, etc.

–Anda, como yo. Menos lo de salir, qué pereza.

–Mentira, sales conmigo –salió de la nada mi amiga.

–¿Qué? ¡Vuelve atrás, Yani! –me reí.

–Perdón, perdón –se sentó en su sitio.

–Es tonta, discúlpala.

–Si ya la conozco, llevo toda mi vida con ella. Nos conocimos en la guardería y nuestras madres siempre se han llevado bien. Sin que ella se entere, su madre viene todos los martes por la tarde a mi casa para tomar un té –dijo bajando el tono, poco a poco, para que mi amiga no le escuchase.

–Ah, que tienes casa.

–Pues claro, tonta. Vivo algo lejos del insituto pero tengo casa. Me tienen que llevar en coche, porque sino no llego.

–¿Y quién te suele llevar? –sonreí, al fin iba a descubrir por qué iba en el coche de nuestro profesor.

–Hemos llegado, bajad poco a poco, traigo a adolescentes no a animales. Aunque sea más de lo mismo –interrumpió el profesor.

«Luego lo hablamos» me dijo, se ve que le tiene mucho respeto a este profesor.

Tuve que pasar todo el día con él, me divertí y lo conocí mucho en esa excursión. Es bastante amable, sus chistes son malísimos, también tímido —como ya había notado—. Un sentimiento que había estado dentro de mí a escasas semanas, se estaba apoderando de mí otra vez, pero en ese momento estaban destinados hacia otro individuo. ¿Me... Gusta Manuel?

Tenían que ser dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora