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En realidad, mi plan no dejaba de ser una simple idea estúpida e infantil, prentendía convencer a todos de jugar a verdad o reto para sobresacarle a Raquel si cabía la posibilidad de que le gustase una chica, pero mi amiga me pilló nada más y me dijo que no me entrometiera en su vida, era lo mejor sin duda.

Cuando terminamos la conversación, ambas bajamos y Manu seguía en el mismo sitio donde estábamos antes, estaba solo analizando a las personas del entorno. Ahí me fijé en la belleza que desprendía, su pelo era precioso y sus ojos marrones brillantes. Cuando me miró, se dio cuenta de que lo estaba mirando desde las escaleras y me sonrió... Esa hermosa sonrisa que tanto me gustaba. No pude evitar ruborizarme ya que no dejaba de mirarme y a él le pasó lo mismo, de verdad nunca me había gustado tanto una persona.

–¿Tengo monos en la cara o algo? –sonrió mientras se acercaba a mí y le devolví la sonrisa–. Me encanta.

–¿Perdón? –reí–. ¿Qué te encanta?

–Tú, tu sonrisa... –se despeinó el pelo un poco, dejándoselo mejor de lo que lo tenía antes, sin quererlo–. Estás tan bonita.

–¿Eh? Yo... –pasó su lengua por sus labios, los cuales dejó brillantes y no pude evitar mirarlos mientras me hablaba de no sé qué.

–¿Hola? ¿Me escuchas? –su voz me distrajo de mis pensamientos–. Estás muy distraída, ¿pasa algo?

–No, nada –sonreí. En ese instante, Yaneli puso música lenta, no sé por qué lo hizo ni si lo hizo intencionadamente, pero conociéndola era lo más seguro.

–¿Bailas? –extendió su mano–. No sé bailar, pero no estaría mal –miró a su alrededor–. Además, todos bailan, no quedaríamos en ridículo.

–Bueno... No sé –miré a todos lados y vi a Yaneli bailando con Raquel, una sonrisa se dibujó en mi cara. Acepté a la propuesta de bailar con Manu «será divertido» pensé.

Me empujó hacia su cuerpo y me rodeó la cintura con sus manos, yo hice lo mismo pero por su cuello. La escena parecía de película, nunca me imaginé estar así con el chico que tanto me gustaba, al cual yo también atraía. Me sentía como en una nube, en cualquier otra situación me hubiese puesto muy nerviosa, en cambio en ese momento estaba más cómoda que nunca —eso sí, no sabía a dónde mirar, si a él o al resto de personas que bailaban a nuestro alrededor—.

Una de las veces en las que lo miré, vi que sus ojos estaban más brillantes que nunca y noté que estaba incluso más cómodo que yo, quizás un poco nervioso. Al ser un poco más alto que yo, aproveché y me apoyé en la parte izquierda de su pecho, podía escuchar su corazón, le iba a mil por hora: estaba muy nervioso. Quizás era porque mi cercanía le molestaba o simplemente estaba nervioso, al igual que yo, porque estábamos juntos.

–Aina... –se separó un poco mí y todos se callaron–. Como ya te dije hace unas semanas, siempre me has gustado y... –miró alrededor y le empezaron a sudar las manos, así que las sujeté para que se relajase–. Estoy muy cómodo contigo...

Me empezó a contar muchas cosas bonitas, yo no prestaba mucha atención a sus palabras ya que estaba muy confusa con todo lo que ocurría «seguro te va a decir que ya no le gustas» dijo una parte de mí, pero otra estaba totalmente ilusionada por todo. Notaba como cada vez se ponía más nervioso, aunque es normal, todo el mundo lo estaba mirando, yo me sentiría igual.

–Parezco tonto, encima todo el mundo está observando –me susurró al oído y se separó nuevamente–. Lo que quiero d-decir –ahí, Yaneli apagó la música, parecía todo planeado–. Creo que sientes lo mismo por mí y, bue-bueno... –mi corazón iba cada vez más rápido y me eché las manos a la cara de la vergüenza que estaba pasando–. ¿Quieres salir conmigo...?

«Me ha pedido salir, me ha pedido salir, me ha pedido salir... ¿Formalmente o como amigos?» no dejaba de repetirme una y otra vez esas frases, eso en dos o tres segundos.

–Vale, he ido m-muy rápido, creo, lo sient... –le tapé la boca con el dedo índice.

–Espero que no sea todo una conspiración –me miró alegre y dijo que no con la cabeza–. Claro que quiero -después, nos abrazamos. Oficialmente éramos una pareja o eso consideraba yo, claro.

Al aceptar, todos aplaudieron y no pude evitar preguntar si todo el mundo lo sabía, a lo que me dijeron que Yaneli llevaba planeando todo esto desde que Manu había hablado sobre nuestra situación con ella y quiso hacer algo al respecto.

–Eres tonta –le grité a Yani–. Pero gracias.

–Es que te quiero –pausó–, y te quiero ver feliz.

******

Todo el mundo ya se había marchado, solo quedábamos Yaneli, Raquel y yo, mi oficial novio —suena tan raro llamar así a alguien, mejor no lo hago más—, es decir Manu, se había ido a escasos minutos. Estuvimos hablando las tres un tiempo y he de reconocer que es muy buena persona, a la par de simpática, sin duda hace la pareja ideal con mi amiga.

–Y... ¿Quién te viene a buscar, Raquel? –Yaneli me miró un poco alarmada, no entendía por qué–. No me digas que se va a quedar aquí a dormir.

–N-no, no. No es eso –¿Por qué estaba tan preocupada? ¿Era un asesino o algo por el estilo?–. No es nada raro, ya te veo la cara, solo que... –el timbre de su puerta la interrumpió.

–Yo voy si queréis despediros –me ofrecí.

–¡No, no! Voy yo, que es mi casa –casi me tira al suelo–. ¿Hola? ¡Anda, hola! –pausó–. Raquel es tu... Bueno, vienen por ti.

–¿Qué le pasa? –pregunté a Raquel.

–No sé, solo vienen a buscarme mis hermanos –rio–. No la entiendo. ¡Ya voy! –gritó y se giró hacia mí–. Nos vemos otro día, ¿Vale?

–Yo te acompaño a la puerta, tranquila –más que nada para saber quién estaba en la puerta, Yaneli estaba tan rara. La seguí hasta la salida

–¿Aina? ¡Aina! –dijo una voz que no me era muy familiar, pero no era la primera vez que la escuchaba–. Hacía tanto que no te veía.

Tenían que ser dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora