Empezamos a caminar, ninguno de los dos decía nada, él solo miraba al suelo y de vez en cuando echaba una mirada al cielo, contemplando el atardecer. Esa tarde era muy bonita, el cielo estaba completamente despejado y diversos colores se esparcían por el mismo.
–Siento lo que dije antes –dije al fin para romper el hielo–. A veces suelto cosas sin pensarlas.
–No hay problema –suspiró–. Normal que no me quisieras ver, apenas mis hermanos pasan tiempo conmigo.
–¿Eh? –le miré–. ¿Por qué no?
–No tiene importancia –me miró, la luz del sol le daba directamente en los ojos y el color que le hacía era precioso–. ¿Qué tal tu hermano?
Después de esa pregunta empezamos a enlazar temas diferentes a lo largo de la conversación en lo que llegábamos a una pequeña cafetería.
–¿Te gusta el café? –me preguntó, yo asentí, la verdad es que me gustaba mucho–. Vale –sonrió y llamó al camarero–. Dos de lo de siempre, gracias.
–¿Lo de siempre? –le susurré al oído–. ¿Vienes mucho por aquí?
–Lo suficiente, esta cafetería es de mi tío y siempre pido que haga lo mismo. Además este verano pienso venir a trabajar aquí para conseguir un poco de dinero –puso los codos sobre la mesa–. El caso, espero que te guste lo que he pedido.
Transcurridos unos pocos minutos, llegó el mismo camarero de antes con dos vasos de cristal, en ningún momento pregunté qué era ni qué tenía, solo lo probé y he de decir que fue el mejor café que había tomado en mi vida. Desde que había llegado la bebida, no habíamos hablado nada más, lo cual se me hizo muy incómodo ya que no dejaba de mirarme y sonreir.
–Voy al servicio –se levantó haciendo un ruido muy molesto con la silla–. Ahora vengo.
Lo único que hice fue asentir y sonreir, no veía la necesidad de decir nada más ¿“qué vas a hacer” iba a preguntar? Pues no, no era de mi incumbencia, vamos ser sinceros.
En la hora que había estado con él lo estaba conociendo mejor. Es una persona amable y tímida, un poco prepotente pero bastante inteligente, hasta ese momento no había tenido con nadie unas conversaciones tan interesantes. Su personalidad no era lo que esperaba en comparación con su aspecto. Ismael era guap... Digo, era normal lo que su interior era muy diferente a lo que aparentaba físicamente.
–Oye –un susurrro me hizo olvidar lo que estaba pensando–. Aina, rápido.
Miré a todos lados y no vi a nadie. De repente, eché la vista hacia atrás y un chico de mi edad, más o menos, que se estaba quitando unas gafas: era Juan.
–¿Q-qué? ¿Juan? –pregunté asombrada–. ¿Qué haces aquí? Espera –puse mi mano delante de su cara para que no dijese nada–. No quiero saberlo, ¿sabes el daño que hicistes a Yaneli? No quiero saber nada de ti.
–No sé qué dices... –puso cara triste–. Pero tengo que avisarte.
–¿Avisarme de qué? –tiró un cubierto al suelo, ambos fuimos a recogerlo.
–Ten mucho cuidado, lo último que quiero ver es a alguien igual que yo ahora mismo –¿A qué se refería? ¿No quería que nadie pusiese los cuernos? «Es tonto» pensé. Él recogió el cubierto, lo colocó en la mesa en la que estaba se fue.
–¿Se te cayó algo? –apareció Ismael. Yo, del susto, me levanté y casi me golpeo con la mesa.
–Eh... Sí –cogí un chicle aleatorio del suelo–. Se me cayó el chicle –reí nerviosa.
–Está... ¿bien? Supongo que no hacía falta que lo recogieras –rio ¿Por qué tuve que hacer eso?
–Ya –me reí también, había hecho una gran estupidez.
Al parecer, había aprovechado a pagar lo que habíamos pedido después de ir al servicio, lo cual agradecí por haberme pagado el café y él contestó «ya me debes una merienda» seguido de una sonrisa pícara. Llegamos a donde estaban Yaneli y Raquel unos minutos después, esta vez ninguno habló.
Yo estaba muy ocupada pensando en lo que me había dicho Juan, aunque no lo parece presté mucha atención a sus palabras pero seguía sin entender por qué me había dicho eso.
–Solo quiere jugar con mi mente –dije en alto agitando mi cabeza, Ismael me miró atónito sin haber entendido lo que acababa de hacer y decir–. Olvídalo, estaba pensando en voz alta.
–¡Hola! –llegó corriendo hacia mí Yaneli–. Llegas tarde –replicó mientras me abrazaba.
–Estábamos dando una vuelta –contestó Ismael–. Me la llevé yo, tranquila, no ha llegado tarde –sonrió y mi amiga devolvió la sonrisa.
–¡Bien! ¿Cómo lo habéis pasado?
–Demasiado bien –contestó por mí–. Dentro de nada nos casamos –me guiñó un ojo, yo me sonrojé ¿por qué había dicho eso?
–Mejor me voy a mi casa, parejita –dije a Yaneli y Raquel–. Estoy bastante cansada –imité el sonido de un bostezo.
–¿Te acompaño? –sonrió el chico.
–No... No hace falta –di media vuelta y me dirigí a mi casa sin auerer escuchar ninguna respuesta más.
Una vez llegué a mi hogar, saludé a mi madre y a mi hermano y luego subí a mi habitación. Me senté en mi cama y decidí mandar un mensaje a mi novio. Casualmente, ya tenía varios mensajes suyos que había mandado minutos atrás.
Manu❣: ¡hola!
Manu❣: no te he hablado en todo el día, estuve con mi familia.
Manu❣: ya veo que tú también has estado ocupada.
Aina: bastante, sí. Salí con Yaneli, su “amada” y el hermano de su amada.
Manu❣: ¿amada? xD.
Aina: sí u.u, ¿pasa algo?
Manu❣: no, no, tranquila princesa.
Aina: no me digas esas cosas, no me gusta y lo sabes.
Manu❣: bueno... Hasta mañana, estoy muy cansado :3.
Aina: chao<3.Dejé mi móvil en la mesilla de noche y un nuevo mensaje iluminó mi pantalla, esta vez no era de Manu.
Ismael: me lo he pasado muy bien hoy, recuerda que me debes una merienda ;). Puede que estés ocupada o quizás no quieras saber más de mí (yo que sé) pero me gustaría que quedasemos de nuevo. Das temas de conversación muy interesantes :D. Buenas noches Aina :P.
No contesté, dejé los mensajes en leído y me tumbé lento en la cama. Literal me pasé muchas horas dándole vueltas a esa tarde. Lo que me había dicho Juan me dejó fuera de juego y seguía sin entender a lo que se refería ¿tener cuidado de qué? Además, estuve toda la tarde con Ismael y he de admitir que me lo había pasado genial y ahora tendría que quedar de nuevo con él para devolverle la merienda, estaba muy segura de que no me dejaría hasta que no quedasemos, y no estaría mal pasar otra tarde con él.
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Tenían que ser dos.
Teen FictionEl amor adolescente no es nada fácil y menos la adolescencia, todos lo sabemos excepto Aina. Está empezando a sentir cosas que nunca había sentido antes y está muy confusa, más de lo normal, ¿se le complicarán las cosas?