10.

16 5 5
                                    

No podía creer lo que había hecho ese chico a mi amiga, llevaban ya más de un año juntos y no consigo encontrar ninguna razón lógica para saber si realmente era necesario hacer daño de esa manera a una persona. Una cosa tenía clara, él era un gran estúpido y las relaciones de personas que se enamoran a primera vista no resultan muy buena idea.

No tenía idea de qué hacer para animar a mi amiga, nunca me había pasado nada parecido —lo que es obvio, ni siquiera había sentido nada por nadie hasta este último mes— y no sabía qué consejo darle en ese preciso momento.

–O-oye –la llamé al fin–, sé que no estás de humor, pero creo que para dispersarte del tema es mejor ver la película, es genial.

–Sí, sí, yo estoy bien –se secó las lágrimas–. Pon la película, eh... ¿Jumanji? –sonrió–. ¿No íbamos a ver ‘Princesa por sorpresa’?

–Te gusta Robin Williams, es el único actor que sé que te hace reír –me puse a su lado–. Si quieres, podemos hablar antes de verla.

–Tranquila, tuve que haberlo visto venir. Es una tontería el amor a primera vista, ni siquiera es real.

–Recuerdo que una vez una persona me dijo que el amor a primera vista era verdad, que no se puede evitar porque somos adolescentes y bla, bla, bla –vi que sonrió y me alegré–. Además, no merece la pena llorar por chicos, ya tenemos los suficientes problemas como para eso también –se rio y me dio un golpe.

–Eres tonta, de verdad –sonrió–. Gracias.

–Soy tonta, pero no harías nada sin mí. Vamos a ver ya la película, no quiero las palomitas más frías de lo que están ya.

Estuvimos toda la noche sin dormir, mientras no comíamos, seguíamos viendo películas o nos poníamos a hablar de temas diferentes, los primeros que se nos ocurrían. He de admitir que yo me moría de sueño, pero estar todo ese tiempo con Yaneli me hizo olvidarme de todo y de todos y me sentía mejor que nunca. Lo que mi abuela siempre me decía era que la amistad siempre era mejor que una relación amorosa y tenía mucha razón.

*******

Unas semanas después, Yaneli y yo estábamos más unidas que nunca; la relación con Manu cada vez iba a mejor, sin ningún chico más rondando por mi cabeza —yo daba por hecho de que mi amiga ya había hablado con el otro para explicarle todo—. No habíamos dado el paso de considerarnos pareja, ninguno de los dos había comentado nada ya que estábamos muy agusto así, erámos como una pareja pero de amigos, no sé cómo explicarlo.

En el cumpleaños de Yaneli, a ella le apeteció hacer una pequeña fiesta en su garaje, invitando a todos sus amigos cercanos, incluyéndome a mí y Manuel.

–Va a ser divertido –me dijo nerviosa–, tengo muchas ganas de que vengan todos ya.

–Se te ve nerviosa... ¿Pasa algo? –le dije tocándole un hombro.

–Sí, estoy muy bien. Sólo que viene alguien muy especial y estoy de los nervios.

–¿Alguien muy especial? ¿Por qué nunca me habías dicho nada? –me preocupé–. Como hayas vuelto con Juan, te juro que te pego por ser tan tonta.

–¿Qué? ¡No! –me tranquilizó–. Llevo tiempo colada por una persona y la he invitado, me ha dicho que va a venir y no sé de qué voy a hablar –dijo mirando a todas partes, supongo que esperando a que los invitados, o ese chico misterioso, llegase–. Sé que tendría que habértelo dicho, pero no lo vi necesario en ninguna de las conversaciones.

–Pues ya puede ser amable –contesté un tanto celosa–, como te haga daño en algún momento se las verá conmigo.

–Tranquila, Aina, no va a pasar nada. Es muy buena persona, no te vas arrepentir –vio mi cara de preocupación–. Luego os presento.

–Ya puede ser guapo –en ese momento, me miró atónita y abrió la boca un poco, intentando contarme algo pero ninguna palabra salía de su pequeña boca–. ¿Pasa algo?

En ese momento, vi a un grupo de personas bajando las escaleras, eran todo chicas menos Manu, nada más verle fui a saludarlo. Mientras hablaba con él, me fijaba en las escaleras atentamente a ver si veía al chico que gustaba tanto a mi mejor amiga, pero nadie más llegaba.

–Voy al baño –le dije a Manuel y me dejó. Cuando salí del baño, miré a Yaneli y vi que estaba hablando con una persona con el pelo corto–. ¿En serio ha llegado cuando estaba en el baño? –susurré para mí misma y me acerqué.

–Hola, soy Aina –sonreí–, tú eres de quién tanto habla Yaneli, encantada –se giró hacia mí.

–Hola, me llamo Raquel, encantada –extendió su mano. Era una chica, a mi amiga le gustaba una chica; no es un problema para mí, sino que no esperaba que a una chica tan femenina le gustase alguien de su mismo sexo —y a día de hoy, sigo sin entender por qué me sorprendió tanto—, el caso es que Yaneli me notó la cara de impresionada.

–Sí, ella es de quien te hablé, Aina –rio un poco nerviosa y me llevó a su habitación.

–No hacía falta que me llevases tan lejos –reí–. ¿Raquel es de quién me hablabas antes?
 
–Sí, es ella, me gusta ella, por eso me da vergüenza hablarle, no sé cómo va a reaccionar... Y ya veo cómo has reaccionado tú.

–¿Qué? ¡Por mi no hay problema! Me parece precioso, he de considerar que eres bisexual, entonces –asintió–. Pues qué bien, me alegro, espero que os vaya bien.

–Ni siquiera sé si le gustan las chicas también... ¿Qué hago?

–Ya te ayudaré, y sé perfectamente cómo –solté una sonrisa un tanto extraña, hasta para mí. No quería hacer ningún mal, pero dudaba que a mi amiga le gustase mi plan.

Tenían que ser dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora