Hacía ya tres semanas que no escuchaba su voz, la cual pensaba que no iba a volver a escuchar más en mi vida, pero me había equivocado.
Estaba sin palabras, no sabía que decirle a Ismael, quería olvidarme por completo de él y estar tranquila con Manu, ¿por qué tenía que ser tan difícil? Entonces, recordé las palabras de mi mejor amiga «sé de alguien a quién le gustas».
–¿Hola? –preguntó preocupado el chico–. A lo mejor es mal momento –pausó–, me has llamado tú pero quizás ha pasado algo –siguió hablando él solo, a mi no me salía ninguna palabra, no me explicaba cómo podía ser esto. Millones de preguntas rondaban por mi cabeza, pero una no dejaba de repetirse entre todas: ¿En serio tenían que ser dos?
–T-te llamo en otro mo-momento –colgué y me eché las manos a la cara. Analicé la situación y lo mejor que pude hacer fue llamar a mi amiga de nuevo para aclarar un poco lo que me había contado, mientras me hablaba pensaba que se refería a Manu, no a él.
–¿En serio, Ismael? –solté la pregunta nada más cogió el teléfono–. Pensaba que me hablabas de Manuel.
–¿Manuel, qué dices? Pero si tú no me dejabas de hablar sobre Isma, ¿no estás content...? –paró varios segundos–. No me digas que te gusta Man... No puede ser. ¿Por qué nunca me lo dijistes?
–¡Iba a hablarlo contigo esta tarde! Justo ayer me declaré a Manu, como no sabía cuál iba a ser su reacción no te iba a contar nada. Pero claro, me saltastes con lo del número y con lo que “sé a quién le gustas”, pensé que ya lo sabías.
–¿Saberlo? Manu y yo somos amigos desde pequeños, pero nunca hemos hablado de amores. Ismael es el mejor amigo de Juan y me contó que le gustaba alguien.
–¿Y tú qué sabes si era yo?
–Lo que describió de ella, era igualito a tu físico. Además, dijo que empezaba por ‘A’, no hay más.
–No me lo creo –tenía ganas de llorar, estaba tan confusa–. O sea, en mi vida he gustado a alguien y ahora aparecen dos chicos. ¿Por qué es todo tan complicado?
–Si quieres lo hablamos en persona, siento que es culpa mía –se disculpó–. Te veo en media hora en el parque de siempre, ¿vale?
Colgó y me dirigí al baño para lavarme un poco la cara.
–Eres tan complicada –me hablé a mi misma–. No podía gustarte solo una persona, no, qué va. Vamos a joder al cerebro con dos chicos, ¿y por qué no?
Me giré para buscar la ropa en mi cuarto, esta vez si me puse lo primero que encontré, me daba igual todo en este punto.
Era la primera vez que llegaba tan rápido al parque, seis minutos y medio. Allí estaba ya Yaneli, ella vivía justo al lado.
–Hola –saludó y me dio un abrazo–. No era mi intención recordarte a Ismael, sé que la he cagado, y mucho –me miró a los ojos y no me dejó decir nada, era como si me leyese la mente–. Te entiendo muy bien, me ha pasado. La adolescencia es una mierda y las hormonas aún más, no es culpa tuya –me quitó el pelo de la cara y me volvió a abrazar, esta vez sin soltarme–. Es muy normal estar así de confusa, entiendo que hayas elegido a Manu, vive cerca tuyo y es lo mejor para tí, a el otro no lo conoces, ¿es eso, verdad?
Estaba impresionada, todo los sentimientos de este último mes los había adivinado en cinco minutos, increíble. La abracé más fuerte sin poder decir nada y solté una lágrima.
–No merece la pena llorar por chicos, ya tenemos los suficientes problemas como para eso también –me soltó, me secó las lágrimas y empezó a reír, al igual que yo–. Hablaré con Ismael, no hace falta que te preocupes.
–Muchísimas gracias, te quiero –la abracé de nuevo–. ¿Qué haría yo sin ti?
–Nada, desde luego –se echó el pelo para atrás, imitando a esas personas que no soporto.
La verdad es que haber conocido a Yaneli ha sido de las mejores cosas que me habían pasado en la vida y no tengo idea de cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí, le debo una muy grande.
Volvimos a mi casa, le dije que se quedara conmigo, al día siguiente era festivo así que no habría clase. Además, se lo había propuesto a mi madre justo antes de haber quedado con ella, hacía ya tiempo que no dormía con ella y es básico para una relación de amistad, por lo menos es lo que me dice siempre mi madre.
–¿Y qué tal con Juan? –rompí el hielo mientras encendía mi portátil para ver una película con palomitas.
–Bien... Supongo –suspiró y se tiró sobre mi cama–. Últimamente estamos muy distantes.
–¿Y eso? –continué sin girarme hacia ella.
–Pues no lo sé. Apenas hablamos por llamada como antes, ni siquiera me manda mensajes de “buenas noches” ni nada por el estilo. No entiendo que nos pasa.
–Al final el amor a primera vista no es tan bueno, ¿no? Menos mal que he elegido a Manu, a él llevo conociéndole mucho tiempo ya –me senté a su lado–. Pero me desvío del tema, ¿desde cuándo estáis así?
–Desde que... Bueno, ya he tenido mi primera vez.
–Espera –me giré–, ¿qué? ¿Te has acostado con él y desde entonces no habláis?
–Pues sí, muy raro ¿verdad? –empezó a sonar su móvil, era Juan–. Hablando de el rey de Roma –lo cogió y me mandó a callar–. ¿De qué quieres hablar, cariño? –se calló durante varios minutos.
Entonces, contestó «lo entiendo», colgó el móvil y se echó las manos a la cara, acto seguido empezó a llorar.
–No me lo puedo creer. Me ha dejado –siguió llorando–. Es gilipollas, estaba con otra chica. Estaba con otra mientras salía conmigo. Estaba con otra mientras salía conmigo –no dejaba de repetir–. ¿Qué hice yo para merecer esto?
–Nada, Yaneli, nada. Solo es tonto y ya está, no te preocupes –la abracé.
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Tenían que ser dos.
Roman pour AdolescentsEl amor adolescente no es nada fácil y menos la adolescencia, todos lo sabemos excepto Aina. Está empezando a sentir cosas que nunca había sentido antes y está muy confusa, más de lo normal, ¿se le complicarán las cosas?