Cap 2: Si ves a alguien deprimido ¡Consuélalo!, pero si es un sádico ¡Golpéalo!

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Aquí el segundo capitulo :3

¡Muchas gracias por el apoyo!


Caminé lentamente hacía donde se encontraba aquel Sádico idiota, me sacaba de quicio verlo de esa manera, realmente era muy desconcertante para mí ya que nunca lo había visto deprimido por algo. ¿Tan importante había sido su hermana para él? No me podía imaginar una expresión de amor en la cara de ese bastardo, ya que... yo siempre había recibido miradas sádicas y de enojo por su parte, simplemente era algo imposible de imaginar para mí verlo haciendo la expresión que tenía ahora en su rostro, la cual se mostraba más suave... hasta podía jurar que si no lo hubiera conocido antes me parecería el tipo de chico amable y considerado, por supuesto todo lo contrario a él.
Pero lo que más me impresionaba, era lo distraído que se encontraba ya que al solo encontrarme a unos pocos pasos detrás de él, no mostró una acción de ponerse en guardia por un posible ataque del enemigo. Así que coloqué la punta de mi paraguas en su cabeza tratando que se diera cuenta de mi presencia.
-Oye imbécil, he decidió que ahora esté banco será mi nuevo lugar de descanso. Así que muévete-aru.- Trate de hacer mi voz lo más insoportable para él.
Pero de su parte no hubo respuesta alguna, simplemente permaneció callado sin dirigirme una sola palabra. Eso me hizo enojar, ¿Quién se creía ese idiota para ignorarme de tal forma?
-¿Acaso estas sordo? He dicho que muevas tu estúpido trasero de aquí-aru.
-No estoy para tus niñerías, China.- Respondió sin mirarme a la cara.- Simplemente lárgate de aquí si no quieres que te arreste por interrumpir a un oficial en su trabajo.
-¿Trabajo? ¿Llamas trabajo a estar sentado como vago sin hacer nada?- Contesté con cierto enfado.- Que patética es la policía-aru.
Él sádico soltó un largo suspiro para minutos más tarde levantarse de la banca y mirarme, para lo cual retiré mi paraguas de él y lo use para cubrirme de los pequeños rayos del sol que pasaban por los árboles que se encontraban detrás de mí.
Nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente, el viento sopló a nuestro lado haciendo que sus cabellos castaños claros se levantaran un poco de su estúpida cara infantil, mientras que sus penetrantes ojos marrón rojizo me miraban como si en ese mismo instante fuera un gran estorbo en su vida... Pensar eso hizo que mi pecho doliera un poco.
-Si tanto quieres este lugar, te lo dejo.- Me dio la espalda y caminó hacía la salida del parque.- De todas formas me empezaba a doler el culo de estar sentado varias horas en esa banca, siento que casi ya no tengo tanto trasero... Ah espera, China... te recomiendo que no te quedes mucho tiempo sentada.- Esta vez me miró con una sonrisa aterradora, yo simplemente me quedé un poco desconcertada.- Quedarás más plana de lo que ya estas ahora.
-¡Bastardo-aru!- Le grité realmente enojada, pero a la vez un poco apenada.
Y como de costumbre, me lancé a él con una patada, la cual esquivó sin mostrar dificultad, sin cambiar esa estúpida sonrisa en su rostro. Cuando llegó mi pie al suelo, se formó un enorme agujero, el cual usé para tomar impulso y esta vez golpearlo con mi puño.
De esa forma paso el tiempo rápidamente, nos la pasamos golpeándonos y de vez en cuando esquivando nuestros ataques hasta que el atardecer cubrió por completo a Edo.
Esta vez, nos encontrábamos acostados en la tierra respirando con un poco de dificultad por el cansancio que nos había ocasionado la pelea que hace unos minutos había finalizado.
Observé las nubes que se encontraban arriba de nosotros, tenían formas peculiares capaz de hacer volar la imaginación de cualquier persona que se tomará el tiempo de contemplarlas.
-¡China!- Esta vez miré al sádico, encontrándome con su mirada.- Ya lo pensé mejor, no te daré mi lugar tan fácilmente, si quieres tenerlo tendrás que pelear conmigo las veces que sea necesario para que te reconozca como su dueña.
Y fue así, en lo que por unos segundos, por un pequeño momento en que me sorprendí una vez más al observarlo. El atardecer lo cubría completamente, como sí de una manta cubriendo su cabello y piel se tratase, pero lo que más me impactó fue la sonrisa que me estaba dedicando la cual no era la típica sonrisa de sadismo u odio que solía darme cuando nos encontrábamos continuamente, era algo diferente... imposible describir para mí. Mi corazón se aceleró un poco y sentí como mis mejillas se sentían acaloradas, tornándose de un tenue color rojizo.
Volteé mi cabeza hacia otro lado, tratando de ocultarme de él. Pero... ¿Por qué no quería que me observará? ¿Por qué sentía que el corazón se me quería salir del pecho? Tenía tantas preguntas sin resolver en mi cabeza.
-¿Estás bien?- Preguntó el sádico mientras se sentaba a mi lado para observarme de nuevo.- Te noto un poco extraña.
-¡¿Q-Qué estás diciendo imbécil?!- No me iba a dejar intimidar por ese bastardo.- Simplemente tu horrenda cara me ha disgustado al grado de provocarme asco-aru.
Metí uno de mis dedos a la boca provocándome el vómito, queriendo que se alejará de mí.
-¡Qué asco China!- Se paró rápidamente alejándose con cara de desaprobación.- ¡¿Estás loca?!
-Eso es lo que me provocas-aru.- Retomé mi actitud mientras hurgaba mi nariz con cara desinteresada.
Caminé directamente hacía donde se había quedado mi paraguas durante la pelea y lo abrí para retirarme inmediatamente.
-¡Adiós, imbécil!- Mencioné mientras levantaba mi mano desocupada en señal de despedida.- Ojalá y pises mi vomito-aru.
-Realmente no eres nada femenina, China.- Fue lo último que escuché de él antes de salir de aquel parque.
Yo ¡Realmente lo odiaba!

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