El atardecer en las calles de Edo finalmente lucía cotidiano, rodeadas por personas y extraterrestres en estrechos caminos adornados por puestos de negocios llamativos para el público.
Me encontraba caminando a paso lento con ayuda de una muleta por la fractura de mi pie izquierdo, mientras que mi brazo derecho se encontraba enyesado por completo. La mayoría de mi cuerpo estaba cubierto por vendas debajo de mi típico cheongsam rojo debido a las heridas ocasionadas de aquella pelea, pero en mí no había arrepentimiento. Si para obtener de regreso a mi familia de sangre eran necesarias todas estas heridas, no me hubiera importado si tuviera que sacrificar alguna extremidad de mi cuerpo.
Mi dirección era el negocio donde trabajaba mi hermana mayor Otae, donde el Yorozuya y el Shinsengumi acordaron encontrarse para solucionar con unas buenas bebidas los conflictos que habían tenido durante el largo tiempo en el que él sádico se había ido.
Todo estaba en paz, gracias a que el Shougun se encontraba presente y había escuchado todo lo que había pasado, decidió que Okita Sougo sería perdonado por los delitos que se le imputaban. Por su parte, Papi y mi estúpido hermano mayor fueron obligados a quedarse varios días en la tierra, sin permiso a salir del planeta como una forma de castigarlos por los problemas que habían provocado, al primero le dio igual –ya que se había sumado a ser mantenido por la Yorozuya– mientras que el segundo se mostraba molesto por no poder seguir en su viaje de ser el hombre más fuerte del universo. En estos instantes, los dos se encontraban cuidando la casa, Gin-chan les había negado el ir a la reunión por miedo a que causaran más problemas –si lo hacía, aseguraban más días en el planeta, algo que Gin-chan quería evitar a toda costa. No quería más mantenidos. –
Al tener que ir a tratar mis heridas al hospital, les había dicho a Gin-chan y a Shinpachi que se adelantarán a la celebración, el rostro de Patsuan mostraba duda pero al final el idiota de cabellos plateados lo convenció gracias a su urgencia por embriagarse.
Entré al local observando el desastre que aquellos bastardos habían provocado en las pocas horas en que apenas habían ingresado, las chicas que trabajan en el lugar lucían rostros alterados y asustados por las ridiculeces que hacían esos idiotas. Pude notar la presencia de otros rostros conocidos, como el de Tsukki, quien se encontraba con varios grados de alcohol encima, a un lado de Gin-chan obligándolo a tomar junto a ella mientras que Sa-chan abrazaba el cuerpo de éste a punto de caer inconsciente. Por su parte, mi hermana mayor Otae golpeaba con una enorme sonrisa al gorila del Shinsengumi quien confesaba una vez más su amor hacía ella y a lado de estos, la presencia de Kyuubei quien mostraba una expresión de satisfacción al abrazar a Otae sin ninguna queja de esta. Toshi y los demás chicos de Shinsengumi se encontraban dándole ánimos a su jefe el gorila de pelear por amor. Todos reunidos conviviendo en medio del caos.
Me coloqué a un lado de Shinpachi, quien se encontraba sentado en uno de los sofás observando con horror el desorden, pero su rostro cambió al notar mi presencia.
-Kagura-chan.- Mencionó mi nombre con una sonrisa.- Toma asiento, por favor.
Acaté su petición y me senté a un lado de él, con cuidado de no lastimarme más de lo que ya estaba.
-Espero que Gin-chan tenga un plan para que el Shinsengumi pague por los daños ocasionados-aru.- Hurgué mi nariz con desinterés.
-No te preocupes por eso, Kondo-san dijo desde el principio que el pagaría lo necesario con tal de que la cerebración de reconciliación fuera justamente aquí.
-Al parecer sus ganas de conquistar a mi hermana mayor Otae son más grandes que su salario-aru.
-Ni lo menciones.- Un aura negativa lo cubrió.
-Deberíamos sacar provecho de eso-aru.- Sonreí con malicia.- Al fin y al cabo es un roba impuestos.
-Kagura-chan.- Me observó sorprendido para después dedicar su vista a Gin-chan.- La influencia de Gin-san es aterradora.
-Convivo con él las 24 horas del día-aru.- Saqué la cerilla de mis oídos.- Ya hasta estoy acostumbrada a su horrible olor de pies.
-Definitivamente te has ganado mi respeto en eso...
Comencé a reír ante sus palabras a lo cual se unió segundos más tarde. Gin-chan se había vuelto una persona importante para nosotros dos, él nos mantenía y fortaleza nuestro lazo, el lazo que nos unía al Yorozuya.
-¿No deberías estar con Okita-san?- Patsuan me sacó de mis pensamientos.- Supongo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar.
Traté de buscar con mi mirada al sádico con cara de niña. Eran ciertas las palabras de Shinpachi, necesitaba hablar con ese idiota sobre todo lo que había pasado, quería oír de su propia voz lo que ahora sería de nosotros.
-No lo veo-aru.- Confesé, continuando con mi búsqueda.
-¿Eh?- Soltó sorprendido.- Pero si hace unos instantes estaba junto a Hijikata-san.
-Iré a preguntarle-aru.- Me levanté, agarrando mi muleta en dirección a Toshi.
Al estar a unos escasos centímetros del subcomandante del Shinsengumi, éste se dio cuenta de mi presencia y me observó con cierta duda.
-¡Toshi...!-
-No me llames así.- Me interrumpió con enfado.
-¡Toshi! ¿Has visto al sádico-aru?-Ignoré por completo su regaño.
Al comprobar que nunca lo dejaría de llamar de esa forma, suspiró con pesadez para después mirarme con intriga.
-¿No estaba contigo?
-Acabo de llegar hace poco-aru.- Hablé con fastidio.- ¿Cómo podría estar conmigo?
-Hace unos instantes estaba aquí, pero al notar tu llegada desapareció.- Miró a su alrededor.- Y pensé que estaría contigo.
-Ese estúpido chihuahua-aru.- Me quejé a lo bajo.
Sin moverme de aquel lugar, seguí buscándolo con la mirada. ¿Quién se creía ese bastardo? Hacer que la grandiosa Kagura lo buscará porque se había largado a no sé dónde, era una ofensa que no dejaría pasar como si nada. ¿Acaso estaría huyendo de mí? Que cobarde de su parte.
-Me iré a sentar-aru.- Le mencioné a Toshi.- Si lo ves, dile que quiero hablar con él.
Y sin más, me dispuse a descansar cuando sin previo aviso, la voz de una persona llamó mi atención desde un micrófono.
-¡China!- El sádico había reaparecido.
Inmediatamente me giré para observarlo, se encontraba arriba de una mesa tratando de mantener el equilibrio mientras que varias anfitrionas del lugar trataban de convencerlo para que se bajara. ¿Acaso estaba borracho?
-¡China!- Sonrió a ver mi mirada completamente en él.- ¡Mi Kagura-chan!
Hice una mueca de desaprobación al escucharlo hablar de manera tan ridícula al frente de todos, quienes para mi peor suerte, guardaron silencio y pusieron atención a la situación.
-¿Qué carajos estás haciendo-aru?- Me acerqué a la mesa donde se encontraba.- ¿Acaso estas borracho?
-¿Yo...? ¿Borracho? ¡Hip!- Hablaba al mismo tiempo que mantenía el equilibrio.- ¡Yo no estoy borracho!
Definitivamente estaba borracho.
-¡Pero no me cambies de tema...Hip!- El sádico no pudo terminar su oración ya que estuvo a punto de caer.
-¡Cuidado!- Una chica trato de ayudarlo.
-¡Suéltame! ¡Hip!- Se alejó con brusquedad.- ¡La única que puede manosearme es la China!
Inconscientemente me sonroje al escucharlo.
-¡Bastardo!- Lo bajé de la mesa sin ningún tacto.- ¡¿Qué mierda estas diciendo-aru?!
-Estoy haciendo lo que debí hacer desde un principio. Te amo, Kagura-chan- Dijo abrazándome, acariciando mi espalda.- ¡Hip!
Sin lugar a dudas su estado no era nada bueno. Al parecer de había emborrachado de más por la manera en que actuaba, él no era de los chicos que de la nada decían sus sentimientos, era más discreto en ese aspecto. No era un buen momento para hablar con él.
-Sádico.- Lo sostuve para evitar que perdiera más el equilibrio.- Creo que lo mejor será que descanses.- Dirigí mi mirada a una de las chicas que trabajan ahí y le pregunté.- ¿Hay un lugar donde puede descansar este idiota-aru?
-S-sí.- Respondió una chica.- Por la parte de atrás del mostrador.
-Gracias-aru.- Le sonreí agradecida para después mirar al sádico.- Chihuahua, si quieres... le puedo pedir a Toshi que te ayude a-...
Sin previo aviso, me soltó interrumpiéndome para sacar su bazuca y dispararle al adicto a la mayonesa.
-Muere, estúpido Hijibaka.- Mostró una sonrisa sádica.
-¡Subcomandante!- Gritaron los del Shinsengumi al verlo inconsciente.
-Bueno...- Regresé hablar con el sádico.- Si no te puede llevar Toshi, quizás Yamazaki-...
Me interrumpió nuevamente disparándole al susodicho.
-Muere, bastardo adicto al Anpan.- Su sonrisa se agrando.
-¡Yamazaki!- Gritaron los del Shinsengumi.
-No sabía que Yamazaki también te caía mal-aru.- Una gota de sudor cayó de mi sien al ver su terrorífico rostro de satisfacción.- En ese caso, qué opinas de Gin-...
Optó hacer lo mismo que los anteriores.
-Muere, estúpido Jefe adicto al azúcar.- Río ante eso.
-¡Yorozuya!- Gritaron todos en una sola voz.
-Oye, bastardo.- Me dirigí al sádico.- ¿Por qué carajos le has disparado a las persona que pudieron ayudarte-aru?
-No soporto escucharte decir el nombre de otro hombre que no sea el mío.- Me dedicó una media sonrisa.
-Eres un idiota-aru.
Una vez más, dejó caer su cuerpo perdiendo el equilibrio, provocando que lo sostuviera.
Pude notar como este sonreía ante eso, realmente era un idiota.
Sin más que hacer, opté por llevarlo por mi propia cuenta.
-¡Kagura-chan!- Patsuan me detuvo.- ¿Qué estás haciendo? Tus heridas...
-No tengo otra opción-aru.- Suspiré con pesadez, sin observarlo.- A menos que tú también quieras ser herido con un disparo de su bazuca.
Al no escuchar respuesta de él, proseguí con mi misión.La habitación donde nos adentramos era pequeña y sin muchos muebles, lo único destacable era una ventana del lado izquierdo iluminando con la luz de la luna aquella oscura habitación, un futón colocado en el centro y un armario a lo fondo.
Coloqué con gran esfuerzo al sádico borracho en el futón, su expresión era calmada e inocente haciendo increíble pensar que hacer unos instantes había herido a tres idiotas. Me senté a su lado para cobijarlo con una sábana por debajo de sus hombros para después retirar algunos de sus cabellos rebeldes del rostro, me sonrojé al observar lo perfecto que se veía de esa forma.
Cuando me dispuse a levantarme, sentí como mi una de mis manos era retenida.
El sádico me observaba fijamente con una pequeña sonrisa en sus labios. Duramos varios segundos en completo silencio sin despejar nuestras miradas.
-Eres un idiota-aru.- Rompí con ese ambiente.
-Lo sé.- Lo aceptó.
Me sorprendí un poco ante su respuesta, no pensé que lo aceptaría como si nada, siempre solían reprocharme que yo era más idiota que él.
Su mano seguía sosteniendo mi brazo, el contacto era cálido.
-¿Cuánto tiempo más me seguirás reteniendo-aru?
-No quiero que te vayas.
Lo miré desconcertada.
-¿Por qué-aru?
-No quiero estar sin ti otra vez.
Su voz sonaba sincera, me quedé en silencio sin una respuesta. Se sentó en el futón y en un veloz movimiento me atrajo hacía él, haciéndome avergonzar. Me encontraba ahora sentada en medio de sus piernas, sus brazos me rodeaban de la cintura manteniéndome pegada completamente a su cuerpo, dando a entender que no tenía pensado soltarme por un largo tiempo. A pesar de que su respiración sonaba tranquila, podía sentir como el corazón le palpitaba con intensidad al igual que el mío, traté de separarme de él pero dejé de pelear cuando lo escuché hablar de nuevo.
-Yo realmente... No quiero volver a sentirte lejos de mí, ni mucho menos hacerte sufrir.
Suspiré, para después abrazarlo de los brazos alrededor de mi cintura, recargando mi cabeza en su pecho, cerrando mis ojos.
-¿Cómo puedo saber que lo que dices es cierto-aru?- Mi pregunta lo impresionó, dejándolo sin palabras.
Me aferré más él con tristeza. Recordar sus frías palabras me provocaban un dolor horrible en el pecho, no podía negar que todo lo sucedido me dejaría marcada de por vida. Escuchar que la persona que amas te dice que nunca sintió nada por ti y solo te vio como un juguete, es algo horrible.
-¿Cómo...?- Sentí un nudo en la garganta al recordar las miradas frías que me había dedicado.- ¿Qué me asegura que nunca más me dejarás sola?
Me alejó un poco para observarme, se mostraba serio a pesar de estar bajo los efectos del alcohol, su mirada nunca se despejó de la mía, poco después una sonrisa se mostró en su cara.
-Idiota...- Pegó su frente a la mía.- ¿Qué nunca has escuchado que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad?
-Ya veo.- Sonreí con tranquilidad.- Así que aceptas ser un niño-aru.
Me golpeó en la frente al escuchar mi respuesta.Duramos mucho tiempo en esa posición, él no quería soltarme para nada y sinceramente yo tampoco quería que lo hiciera. Podía sentir como su cuerpo se balanceaba, posiblemente por el sueño que tendría en ese momento.
Tenía planeado hablar con él más sobre nosotros, pero su borrachera lo había arruinado.
Al notar que se había dejado dominar por el sueño, lo coloqué con cuidado en el futón para librarme de su agarre, pero al hacerlo pude notar como algo caía de su chaqueta. Lo agarré para ver de qué se trataba y me terminé encontrando con un pequeño ramo de flores blancas con una nota en ellas: "Estas flores representan la promesa que te hice. Tengo entendido que estas flores duran más que las normales, cuídalas."
Me conmoví al leer el texto, recordando cuando estábamos en el campo de batalla: él me había prometido que me regalaría un premio especial solo a mí y que duraría mucho tiempo... Me sentí un poco avergonzada al haber pensado en otra cosa.
Busqué algo con que escribir en la habitación, arranqué un pedazo de venda que usaba y en ella escribí el nombre de un restaurante y la hora en que deseaba verlo para después colocarlo a un lado de él, esperando que fuera capaz de verlo. Al final besé su frente y salí, dejándolo descansar a solas.-----------------------------------------------------------------------------------------
Ya hacía falta un momento Okikagu así uwu
No olviden comentar y votar :3
Siempre me leo todos sus comentarios, me animan a terminar la historia :D¡ 3 !
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True love
FanfictionCuando dos idiotas se cruzan, es desastre seguro. Pero cuando estos se enamoran es imposible que algo pueda separarlos; Kagura es una chica agresiva que no deja intimidarse por nadie y Sougo un sádico por naturaleza, ¿Podrán consumar al fin su amor...