Capítulo 21:

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"Una decepción amorosa duele más que perderse el concierto de tu cantante favorito."

Recuerdo:

Habían pasado ya varios días desde que nos habíamos reconciliado y ahora con frecuencia teníamos citas, algo muy divertido a mí parecer.
El sádico y yo caminábamos hombro a hombro directo hacia Yorozuya. La noche había caído completamente haciendo que los borrachos como Gin-chan salieran a bares, razón por la que Sougo no me quería dejar sola... Supuestamente porque me podían confundir con un poste y se vomitarían encima de mí. Era un bastardo.
El silencio predominaba entre nosotros, él se encontraba hundido en sus pensamientos mientras que yo planeaba inventar una excusa razonable para que Gin-chan no me regañará por llegar tan tarde.
Pensé en decirle que los extraterrestres había invadido la tierra, pero recordé que yo era uno y que Edo ahora estaba rodeado de ellos así que lo descarte inmediatamente. Traté de pensar en algo mejor, pero me detuve al observar que ya estábamos al frente de nuestro destino. Me sentí mal por no tener una excusa a tiempo.
-Será mejor que entres rápidamente.- Me observó el sádico, burlándose.- No es bueno que las niñas pequeñas estén fuera de casa a estas horas de la noche.
-¡Cállate, idiota-aru!- Le grité antes de subir los primeros escalones de las escaleras.
Pero mi acción fue interrumpida al sentir que el sádico sostenía una de mis manos, se sentía rígido y sus dedos se encontraban fríos por el clima, su rostro mostraba una expresión seria.
-Quien te entiende-aru.- Lo miré desconcertada.- Dices que entre rápido a la casa y ahora me detienes... ¿Acaso las pocas neuronas que tenías se han muerto?
-Silencio.- Me jaló hacía el, abrazándome. Se sentía una necesidad enorme en él de hacerlo, era como una prioridad para él en ese momento.
Algo dentro de mí me hizo hacer lo mismo, lo abracé con ternura escondiendo mi rostro en su cuello, provocando que al exhala el aire rozará contra su piel. Su corazón estaba acelerado y sus puños se cerraron, sosteniendo mi pequeño cuerpo... No entendí muy bien que es lo que le sucedía ya que en todo el día había actuado de esa forma, pero lo único que pude comprender fue que él necesitaba estar en esos momentos así conmigo y no quería privarlo de eso.
Se alejó colocando sus manos en mis mejillas para plantarme un beso, un beso que transmitía calidez y a la vez tristeza... Era el beso más largo que me había dado. Con su pulgar acariciaba mis mejillas, las cuales se encontraban totalmente sonrojadas.
Lentamente se separó de mí y me contempló. Sus ojos se veían distraídos y tristes, no pude evitar preocuparme por él.
-¿Estás bien-aru?- Toqué su mejilla.
Él acercó su mano a la mía para entrelazarlas mientras recargaba su cabeza en la mía y cerraba sus ojos relajándose un poco.
-Sí...- Contestó de esa forma.- Sólo estoy un poco cansado.
-Ve al cuartel... Descansa-aru.
Caminó a paso firme pero lento hacía el Shinsengumi, observé como se iba cuando se volteó para observarme... Sus ojos todavía mostraban tristeza, no sabía el porqué de eso hasta que desapareció finalmente de mi vista.

Fin del recuerdo.

Ahora que recuerdo ese momento, me arrepiento profundamente de no haberlo seguido o detenido. Posiblemente él estuviera ahora aquí conmigo... Molestándome o insultándome, pero ahora no era así, él ya no estaba aquí para mí.

Desperté al escuchar un ruido provenir afuera del armario donde aún me encontraba, una persona gritaba fuertemente sin cesar.
-¡Ah! ¡Tama, detente!- Era Gin-chan actuando como una nena.- ¡Ya te dije que me den más tiempo para pagar la renta! ¡Baja esa arma por favor!
Traté de dormir nuevamente, colocando una almohada en mis orejas para silenciarlos un poco, dándole la espalda a la puerta.
-Gintoki-sama.- Esta vez habló Tama.- Otose-san dijo que ya no fuera un vago y dejará de gastarse el dinero en porquerías. Si no paga lo correrá inmediatamente.
-¡Lo sé, lo sé! Pero entiendan que no es fácil conseguir un trabajo en estos tiempos...
-No entiendo Gintoki-sama, soy un robot.
¡Ahh! ¡¿Qué tan difícil era guardar silencio!? La situación cada vez me estaba fastidiando más. Me había desvelado en la noche pensando en el sádico. Sí, pensando en aquel idiota abandona novias. El tiempo pasaba y él no regresaba, realmente la situación me estaba desesperando e irritando a la vez, ya habían pasado 3 años enteros sin tener noticia alguna de él... ¿Cómo no comportarme así? Más bien... ¿Por qué no me dijo que se iría por un tiempo indefinido? O ¿Por qué no se molestaba ni siquiera en escribir una sola maldita carta? O al menos una señal de humo, lo que fuera era suficiente para calmarme un poco.
Cuando los días pasaron y no tenía una sola noticia de él, me dirigí al Shinsengumi y fue entonces cuando el Gorila me contó de su misión "secreta". Lo excusó diciéndome que no era una misión que se podía contar a una persona fuera de su trabajo, pero aun así mi enojo se incrementó más... Al final terminé destruyendo el lugar tratando de desahogarme un poco, ese sádico era un idiota que, cuando regresara, no se salvaría de varios golpes.
-¡Por favor, Tama! ¡Baja el arma!- Gritó Gin-chan haciéndome enfadar aún más.
Abrí de un golpe la puerta del armario sorprendiendo a los presentes, los cuales eran Gin-chan aún en pijama, Shinpachi y Sadaharu debajo de la mesa mientras que Tama se encontraba apuntándolos con la escoba que usaba como arma.
Me acerqué a ella para quitarle el lanzafuego y apuntarlos a todos muy enfadada.
-¡Cállense grupo de idiotas!- Empecé a disparar el fuego sin preocuparme a quien apuntaba.- ¡¿Es que no saben que una chica debe de dormir sus malditas 8 horas diarias-aru?!
Bajé el arma al notar que se había acabado por completo, tirándola a un lado y escupiéndola con desprecio.
Gin-chan, Patsuan y Sadaharu ahora se encontraban escondidos atrás del escritorio observándome nerviosos y asustados, Tama me miraba normal saliendo del mismo lugar que ellos.
-¡Ka-Kagura-chan!- Habló Gin-chan aterrado.- ¡No deberías comportarte tan agresivamente! ¡Nosotros no tenemos la culpa de que el sádico no regrese todavía!
Y esa fue la gota que derramo el vaso. Lo observé con una sonrisa sádica mientras caminaban lentamente a su lugar, para después cambiar mi expresión por una desinteresada.
-¡Me da igual-aru!- Le grité, hurgándome la nariz.- Me iré a cambiar...
Y sin más me dirigí al baño, cerrándolo con llave, dejándome caer al suelo.
El tiempo me estaba matando al no saber nada de él y sobre todo, el no poder abrazarlo o golpearlo como antes... Quería que ese bastardo regresara ya.
-Vuelve pronto... Idiota-aru...- Susurré esperanzada de que mis palabras le llegarán.

True loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora