Capítulo 14: "Existen muchos tipos de amores...

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Por ejemplo: Amor a la comida, amor la familia, amor a los amigos, amor a Gintama o amor al Okikagu."


Al llegar al hospital, me separaron de Shinpachi para llevarme a una habitación. Caminé atravesando las paredes a donde se llevaban mi cuerpo, para ver como doctores y enfermeras me conectaban a maquinas extrañas mientras se hablan en códigos extraños. Al parecer la situación en la que se encontraba mi cuerpo no era tan buena.
Varios minutos después, finalmente me encontraba sola, mi cuerpo presentaba vendas y cables por todos lados.
Recordé nuevamente lo que me había pasado la última vez que estuve así, le hice una broma a todos sobre mi salud para que me apreciaran más, pero mis planes terminaron mal y estuvieron a solo unos segundos de quemarme. Ahora que lo recordaba, el único que se dio cuenta de mis planes en aquel entonces había sido el sádico. Ese bastardo sabía perfectamente que seguía viva, sabía cuáles eran mis intenciones, y las utilizó a su favor para pasarme por muerta haciéndome sufrir de diversas formas. Recordar eso me produjo escalofríos.
Me acerqué a mi cuerpo y pude observar que este se encontraba de la misma manera, al parecer seguíamos conectados de alguna forma... eso me tranquilizó un poco.
Escuché como se abría la puerta de la habitación y voltee a ver de quien se trataba, eran Gin-chan, Shinpachi y un señor que al ver su vestimenta, puede notar que era un doctor que trabaja en el hospital. Los tres mostraban un rostro serio, mirándome preocupados.
-¿Está seguro de lo que ha dicho doctor?-Gin-chan fue el primero en hablar.- ¿No se estarán equivocando como la última vez?
El doctor negó con la cabeza.
Shinpachi se acercó a mi cuerpo, sosteniendo mi mano en la suya.
-¡Kagura-chan!- Su voz sonaba rota y no pude evitar ponerme nerviosa.- Dime que esta es una más de tus bromas, por favor... dilo.
Lo miré asombrada para después dirigir mi mirada a Gin-chan, el cual tenía la cabeza baja mientras apretaba sus puños con fuerza.
~Oye... Gin-chan, ¿Qué es lo que sucede-aru?...-Me acerqué a él esperando que me contestará, pero no hubo respuesta de su parte. Todos seguían sin poder verme.
-Lo siento, Señor Sakata.- Habló el Doctor que seguía a su lado.- La chica se encuentra bien físicamente, sus heridas son superficiales y al ser una Yato, no tardarán en sanar... Pero, por alguna extraña razón se encuentra inconsciente, ya intentamos hacer todo lo posible para que reaccionara... Al parecer se encuentra en coma y esta vez no hay duda alguna de eso.
Gin-chan se acercó a la pared para golpearla fuertemente.
-¡Maldición!- Gritó muy enojado.- Todo es mi culpa... Era mi obligación cuidarla y ahora...
Se dirigió a mí caminando lentamente, acercó su mano a mi cabeza acariciándola con ternura.
Realmente se veía muy afectado, esos idiotas me querían demasiado y no me gustaba ver como sufrían por mí cuando yo los podía ver sin hacer nada... sentía impotencia.
-Ahora... ¡Debemos pagar la cuenta de todo esto!- Gritó empezando a llorar mientras sacaba su cartera.
-¡Kagura-chan! ¡Por favor despierta! ¡Cada segundo aquí es más dinero!- Reaccionó de la misma forma Patsuan.
Me quedé observándolos comprendiendo la situación... así que ellos estaban preocupados más por la cuenta que por mí.
~¡Bastardos-aru!-Les grité, tratando de golpearlos pero fue inútil ya que terminaba atravesándolos.
-En unos segundos más les doy el presupuesto de la estancia... Señor Sakata.- El doctor mostró con una sonrisa terrorífica mientras salía de la habitación. Por lo visto era una forma de vengarse por arruinar la reputación de hospital con el suceso de la última vez.
-Definitivamente nos dejarán en la bancarrota.- Mencionó Gin-chan llorando en el suelo abrazando su cartera vacía.- Patsuan, tendremos que vender nuestro cuerpo.
-¡Estás loco! Ni de broma lo haría.- Shinpachi se alejó totalmente apenado.
El idiota de cabellos plateados permaneció en silencio en esa posición por varios minutos, hasta que una idea paso por su mente y se dirigió a la puerta.
-Shinpachi, iré a hacer algo.- Lo miró y después me observó a mí.- Cuídala por mí.
-Gin-san... ¿Qué harás?- Le preguntó antes de que saliera.
-Iré a conseguir dinero, así que no te preocupes por eso. Cuando ella despierte se lo descontaré de su sueldo.
Y sin más, salió de la habitación.
Segundos más tarde, entró la hermana mayor Otae acompañada por la vieja Otose, la gata ladrona y Tama. Se veían preocupadas por mi estado, al parecer ellas sabían perfectamente que en esta ocasión no se trataba de una broma. Duraron un largo tiempo cuidándome para después retirarse dejándome sola con Patsuan nuevamente.
- Shin-chan.- Mencionó mi hermana mayor Otae antes de salir mientras lo veía.- Te espero en la casa temprano, no es bueno que te quedes mucho tiempo aquí... una chica necesita espacio.
Patsuan no volteó a verla en todo ese tiempo, lo único que hizo fue asentir con la cabeza.
Al final, ella simplemente salió con una mirada triste.

Pasaron varios minutos y Shinpachi seguía acatando las órdenes de Gin-chan, cuidando que mi cuerpo se encontrara perfectamente acomodado. No decía palabra alguna mostrando una cara seria... algo le pasaba, de eso no había duda.
-Kagura-chan...- Finalmente rompió con el silencio.- ¿Sabes? Hoy tuve una fuerte discusión con mi hermana.
Comprendí rápidamente la situación, por eso se había comportado así hace poco.
-Le ofrecieron otro trabajo y ella lo acepto para reabrir el Dojo.- Prosiguió hablando.- Preguntó mi opinión y simplemente salí sin dirigirle palabra alguna.
El silencio predomino otra vez en la habitación, yo lo observaba... Tenía los ojos llorosos en un punto fijo del suelo.
-Se sobre exige mucho a sí misma, por eso y yo... yo no sé cómo ayudarla.- Empezó a llorar desconsoladamente.
Shinpachi estaba preocupado por su hermana y su obsesión de cuidar el Dojo de su padre sin importarle su propio bienestar. Supuse que eso, agregándole que yo me encontraba en ese estado, era algo realmente doloroso para él...
Después de observar esa escena con mucha impotencia, me dirigí a la salida del hospital con un solo propósito, buscar a la maldita mujer que me había hecho esto, necesitaba darle mi opinión al idiota cuatro-ojos.

Caminé nuevamente por las calles de Edo ahora sin importarme chocar con alguien porque sabía a la perfección que serían atravesadas por mí.
Me sentía realmente molesta, si no estuviera en este estado nada de lo que sucede ahora estaría pasando, posiblemente podría ayudar a Patsuan en hacer recapacitar a mi hermana mayor Otae junto a Gin-chan, el cual ahora se encontraba desaparecido buscando algo de dinero para pagar el costo de mi estancia en el hospital, otro problema que les había ocasionado.
Busqué con la mirada el lugar donde me había encontrado a esa mujer, pero para mí desgracia ya no había nada.
- ¿Buscas algo pequeña?- Escuché una voz conocía, haciendo que me volteara y la observara fijamente.
Era aquella vieja que me había metido en esta situación burlándose sádicamente de mí.
~Quiero que me regreses a la normalidad-aru.- Contesté sin dudar.
-¡Oh! Eso será imposible.
~¿Cómo?- Respondí asustada.- ¿Ya nunca más podré regresar a mi cuerpo-aru?
-¡Claro que sí, niña!- Contestó feliz mientras las personas la miraban desconcertados, supongo que solo ella podía verme y eso la hacía quedar como una lunática... Bueno, en realidad era una.
~¿Qué debo hacer-aru?
-¿Tu? Nada. Solo podrás regresar hasta que la persona que amas en este planeta vaya a verte y te diga lo que piensa de ti.
No entendía sus palabras, yo amaba a Gin-chan, Patsuan y a todos lo que me había ido a visitar hoy, pero aun así seguía invisible para ellos. Era imposible que se tratará de mi padre, ya que él no se encontraba en la tierra y mucho menos de mi hermano...
~¡Pero si todas las personas que amo en este planeta ya me han visto-aru! ¿Qué eso no es suficiente?- Le grité esperando una respuesta.
-¿Estas segura de eso? Yo no me refiero al amor de amigos o familiar... Te hablo del tipo de amor que solo se tienes hacía una persona especial.
Eso me confundió aún más... yo solo había pensado en amor como familia o amigos, no entendía otro concepto más que ese. Hundida en mis pensamientos, una imagen fugaz pasó por mi mente... Okita Sougo.
Y comprendí sus palabras.
Corrí rápidamente sin darle una explicación a la mujer que tenía enfrente y me dirigí al cuartel del Shinsengumi.

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