Capítulo 13: "¡Cuidado con las personas encapuchadas!"

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Las personas caminaban con alegría a mí alrededor resplandecientes de amor y paz, provocando que mi enojo aumentará a un más.
-¡Ese bastardo de Gin-chan! Mira que mandarme por su estúpida leche de fresa-aru.- Caminaba realmente enfadada mientras empujada y miraba con odio a las personas que tenía al frente.- ¡Si tanto quiere su mierda esa, ¿Por qué carajos me manda a mí?!
La mañana estaba transcurriendo con calma hasta que el idiota de Gin-chan me había obligado a comprar su bebida asquerosa, amenazándome de que si no iba él no me pagaría el sueldo que me correspondía. Para el colmo ni siquiera me dio el tiempo para arreglarme, pues en ese instante me encontraba aún en pijama y completamente despeinada, cargando una bolsa con su pedido.
-¿Líder?- Me detuve en seco al escuchar eso.
La persona que tenía atrás de mí era un hombre de la edad de Gin-chan con cabellos oscuros largos y vistiendo un Kimono azul, acompañado por una especie no identificada.
-Ah Zura, eres tú.- Comenté con desinterés, hurgándome la nariz.
-No es Zura, ¡Es Katsura!- Dijo enojado, corrigiéndome. Miró impresionado la bolsa en mis manos y prosiguió:- No sabía que le gustaba la leche de fresa, líder.
-No, sabe a mierda-aru.- Contesté con asco.- El estúpido de Gin-chan me ha mandado a comprárselo.
- ¡Jajaja! Ese Gintoki nunca cambia.- Se veía orgullo del bastardo de Gin-chan, era como si recordará las momentos que vivió con él. Elizabeth y yo, por el contrario lo mirábamos como un completo retrasado- Hace mucho que no lo voy a visitar, ¿Puedo acompañarte, líder?
-Si, como quieras-aru.- Caminé, adelantándome varios pasos de ellos.
Las calles de Edo casi siempre solían encontrarse llenas de personas y por esa razón era común encontrar puestos callejeros. En ellos podías encontrar del objeto más común al más raro.
Me gustaba mucho observar cada uno de ellos, era interesante lo que ofrecían y hoy no sería una excepción.
-Disculpe, señorita.- Me habló una mujer, cubierta por una larga capucha negra desgastada por los años, con un puesto extraño.- ¿Le gustaría saber lo que las personas piensan de usted?
La miré desconcertada. Su puesto lucía sucio y daba muy mala impresión, algo dentro de mí decía que debía alejarme de ella.
-¡Oh Líder!- Habló Zura, esta vez a un lado mío.- ¿Eso sería muy interesante no cree?- Esta vez se dirigió a esa mujer y le dijo:- ¿Cuánto cuesta su servicio?
-Para usted una vida entera.- Lo miró sádicamente, dando a conocer sus misteriosos ojos y cabellos blancos. Me observó de nuevo y continuó hablando.- Pero para la chica... sería completamente gratis.
-¡Eso es injusto! ¿Qué clase de servicio es ese? Con razón no progresa en su trabajo.- Zura estaba decepcionado, al parecer a él le importaba mucho el saber que pensaban los demás de él.
Por mi parte, me daba igual lo que opinarán los demás, así que me dispuse a rechazar su oferta. Gin-chan me había dicho que me alejara de personas extrañas.
-Lo siento-aru.- Contesté dándole la espalda.- No me interesa su servicio.
Ya una vez había hecho eso y no había sido del todo agradable, en aquel entonces utilicé como escusa una pequeña enfermedad para llamar la atención de todos y me apreciarán más... al final estuvieron a punto de quemarme viva.
-Por favor.- Se acercó a mí, sosteniendo mi brazo derecho.- No la decepcionará mi servicio.
-Me da igual lo que piensen las personas de mí- Me libré de su agarre, dándole la espalda.
Seguí mi camino como si nada hubiera pasado. Me urgía llegar a casa a entregarle este estúpido pedido a Gin-chan y echar flojera en todo el día. Después, tenía planeado ir a pasear a Sadaharu ya que hace mucho no pasaba tiempo con él.
-¡¿Ehh!? ¿Qué está pasando en ese lugar?- Escuché como la gente susurraba alrededor mío.
-Al parecer la chica se desmayó.- Contestó otro chismoso sin nada que hacer.
Realmente odiaba que fueran así algunas personas, pero no podía evitar cruzarme con ellas, así que decidí seguir mi camino.
-¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!- Zura gritaba con desesperación.
Me giré al escucharlo pedir ayuda, observé como en sus brazos sostenía un cuerpo inerte mientras corría desesperadamente. Al pasar a lado mío mi asombro no pudo evitarse, ya que la persona que cargaba, era yo.
Lo seguí tratando de alejar las personas que se interponía en mi camino, pero noté que podía pasar a través de ellos, cada vez me asustaba más, ¡¿Qué carajos estaba pasando?!

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