Capítulo 30 Parte 1: "A veces es necesario mentir para proteger."

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Me levanté cuando sentí los primeros rayos del sol en mi rostro, algo verdaderamente fastidioso. Traté de moverme del lugar donde me encontraba pero sentía mi cuerpo algo adolorido, fue entonces que me di cuenta que ahora me encontraba recostada en el piso en lugar de aquel futón improvisado que había hecho el sádico. Miré a mi alrededor en busca de alguna pista de mi panadero, atrás de mí se encontraba una pared enorme de ladrillos dándole un simple paso a una rendija de barrotes en la parte superior, giré mi cuerpo con brusquedad al frente para confirmar que me encontraba encerrada en una celda. Traté de acercarme a los barrotes para romperlos con mis manos, pero me fue denegado al sentir como estas eran sujetas por la parte trasera de mi cuerpo.
-Al fin despiertas.- Escuché la voz del Mayora aproximarse a las rejas de mi ahora celda.
-¡Toshi!- Grité emocionada por saber que había alguien conocido cerca.
-¡No me llames así!
-¡Toshi! ¿Por qué estoy aquí-aru?- Me acerqué a este como pude, ignorando su regaño.
-¿Es enserio?- Dijo como si fuese obvio.- ¡"Atentaron" Sougo y tu contra la vida de uno de los empresarios más importantes de Edo... ¿Y me preguntas que por que estás encerrada?!- La primera palabra la mencionó levantando sus manos semejando las comillas.
-¡Yo...!
-¡¿Acaso saben el enorme problema que se metieron?!- Me interrumpió.
Al parecer el Mayora estaba muy enojado.
-Vamos, Toshi.- Gin-chan apareció en escena, sacándose la cerilla de sus oídos.- Ese asunto ya está resuelto de todas formas.
-¡Gin-chan!- Le dediqué una sonrisa de felicidad.
-¡Tsk!- El adicto a la mayonesa se quejó al escuchar a Gin-chan cuando entró en escena.
De unos de sus bolsillos sacó varias llaves las cuales reviso detenidamente para al final decidirse por una la cual abrió mi celda, cuando salí de ese lugar con otra de las llaves liberó mis muñecas, las cuales acaricié al sentirlas libres.
-Vámonos, Kagura.- Gin-chan caminó delante de mí y me dispuse a seguirlo.
Pude notar como el ambiente era muy serio, lo cual me desconcertó un poco... estaba bien que –en ocasiones— existían veces en que las cosas no eran un juego, pero la extraña sensación de que me ocultaban algo importante terminó dominando mis pensamientos.
Me detuve en seco provocando que Gin-chan hiciera lo mismo mientras que por su parte, Mayora me observó fijamente. Le devolví la mirada y les pregunté a los dos:
-¿Qué está pasando-aru? Me están ocultando algo, ¿Verdad?
Guardaron silencio confirmando mis sospechas... definitivamente algo malo pasaba.
-Lo hablaremos en otro lugar.- Gin-chan respondió, siguiendo su camino.
Toshi y yo lo seguimos estaba vez en completo silencio.

Después de un largo camino de escaleras que parecían no tener fin, llegamos a una habitación enorme y lujosa, decorada semejando ser una oficina. En ella se encontraba Shinpachi, el gorila del Shinsengumi, mi hermana mayor Otae, Sadaharu y el gran Umibouzu.
-¡Papi!- Me acerqué a él.
-¡Mi pequeña Kagura!- Me abrazó fuertemente.- ¡¿Estás bien?! ¡¿No te hicieron estos gorilas cosas malas?!
-Me estas ahogando-aru.- Supliqué porque me soltara.
-Lo siento.- Me soltó con delicadeza.- Pero, dime... ¿Cómo llegaste a meterte en esta situación?
-No fue mi culpa-aru. Ese viejo se quería pasar de listo.- Hice un puchero.- El sádico...
Guardé silencio al darme cuenta de que no estaba presente. Dirigí mi mirada a cada una de las personas a mí alrededor las cuales mostraban una expresión seria en sus rostros.
-¿Dónde está el sádico-aru?
Permanecieron de la misma forma, sin contestarme, ¿Acaso le había pasado algo a ese idiota?
-Sougo está detenido.- Contestó el gorila.
-Se lo merecía-aru.- Me crucé de brazos.- ¿Por qué no lo sueltan todavía?
-¿Es que acaso tu pequeño cerebro no llega a comprender la situación?- Mayora me habló con enfado.
-¡Oye, Policía de mierda!- Papi se interpuso tratando de protegerme.- ¡No le hables así a mi pequeña!
Todos lucían alterados y molestos, así que opté por guardar silencio con la esperanza de que me dijeran lo que sucedía. No puede evitar sentirme culpable por la situación.
-Kagura.- Gin-chan tocó mi hombro indicándome que me sentará a un lado suyo en un sillón acolchonado color rojo.
Por su parte, los demás permanecieron en silencio contemplando la escena.
-¿Qué sucede, Gin-chan?- Pregunté esperando que soltará todo sin rodeos.- ¿Pasó algo malo-aru?
-Necesito contarte todo desde el principio.- Explicó.- ¿Te acuerdas del día cuando nos encontraste a Souchiro-kun y a mi heridos?
-Es Sougo-aru.- Lo corregí.
-Bueno... Todo lo que sé, empezó desde ese día.

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