Caminé por un extenso pasillo que poseía varios candelabros en el techo, cada uno alejado aproximadamente por un metro de distancia. Las paredes eran blancas y eran acompañadas por ventanas igual de enormes que las del salón del que acababa de salir hace poco.
El lugar se encontraba en silencio, la música se escuchaba lejana. A lo lejos pude distinguir otro pasillo al lado derecho, así que decidí caminar por el en busca de Hashi, pero al estar a punto de dar la vuelta, me detuve en seco al escuchar una voz.
-¿Cómo supiste que vendría?- Preguntó la prometida del sádico.
-Eres hija de uno de los empresarios más importantes de Edo.- Contestó Hashi.- Por lógica sabía que vendrías.
Recargué mi espalda en la pared ocultándome de ellos dos, sabía que no era una buena idea interrumpirlos, pero también era mala idea alejarme de ellos.
-Mei.- Le habló con mucha confianza.- Por favor, piensa bien lo que haces.
-¿Qué debería pensar?
-¿Realmente piensas casarte con ese chico?
-Sí.
-¡Pero tú me amas!
¿Qué? ¿Acaso había escuchado mal? Estaba sorprendida, con una de mis manos tapé mi boca para evitar producir sonido alguno y seguir escuchando.
-Ya no te amo, entiéndelo. ¡Yo ahora quiero a Sougo-kun! Y por lo visto... tú estás con esa chica.
-Mientes, no puedes haberme olvidado tan pronto. ¡Además, entre Kagura-chan y yo no hay nada!
Hashi sonaba muy decidido, nunca lo había escuchado hablar de esa forma.
-Pues lo hice, te olvide por completo. Así que, si me permites.
Escuché como comenzaba a caminar y traté de huir, pero me detuve al ya no escuchar sus pasos. Con mucho sigilo, me giré para saber la causa... Hashi y la prometida del sádico se estaban besando apasionadamente a la luz de la luna en un enorme balcón. Mi cara de asombro no pudo evitarse al verlos. ¿Acaso eran amantes?
Caminé apresuradamente al salón, tratando de evitar que se dieran cuenta de mi presencia, ¿Cómo se supone que debería actuar después de ver eso?
Al estar a solo unos pocos metros de la puerta, una presencia se hizo presente.
-¡Pero si es Kagura-chan!- El padre de la chica que le era infiel al estúpido del sádico, ahora se encontraba al frente mío.
Mierda, otro problema. Traté de sonreír intentando esquivarlo.
-¿A dónde vas?- Sujetó mi brazo.- Acompáñame un poco.
-Lo siento.- Me alejé de él.- Yo necesito irme-aru.
Le di la espalda y me dispuse a seguir mi camino, cuando en eso una aguja atravesó mi cuello provocando que mi cuerpo entero se sintiera débil, cayendo al suelo por consecuencia.
-¿Qué...?- Dije con dificultad.
-Kagura del Yorozuya.- Aquel viejo Takeshi se colocó otra vez al frente mío, sosteniendo mi barbilla en su mano.- 17 años, perteneciente al clan Yato, hija del temido Umibouzu y hermana menor del capitán del 7º Escuadrón del Harusame, Kamui. La chica perfecta para mis planes...
-¿Cómo es que...?- Era inútil esforzarme por hablar, me sentía sin fuerzas.
-¿Cómo es que lo sé?- Terminó mi pregunta.- Soy uno de los empresarios más importantes, no es difícil para mí investigar sobre alguien.
Me miró detenidamente y no pude evitar sentir asco por eso.
-Realmente eres perfecta.
Se alejó de mí para después tomarme una foto en su celular.
-Guardaré tu bella expresión para siempre.- Sonrió mostrando sus imperfectos dientes.- Será mejor que nos retiremos ahora.
Traté de levantarme y golpearlo, ya no me importaba nada más que defenderme y salir de aquella espantosa situación, pero por más que intentaba mi cuerpo no reaccionaba.
A solo escasos centímetros de que sus asquerosas manos me tocaran, cerré mis ojos con fuerza... me sentía terrible por no poder ni siquiera ser capaz de defenderme a mí misma.
Unos gotas cayeron repentinamente en mi rostro obligándome a abrir mis ojos, cuando lo hice noté que el viejo al frente mío se encontraba impactado al ver como el brazo con el que intentaba tocarme hace poco, ahora descansaba arrancado de él, a un lado mío. Llevé las yemas de mis dedos a mi rostro, tocando el líquido rojo carmesí para retirarlo.
Okita Sougo se encontraba inmóvil a un lado de nosotros, con su espada empapada de sangre y su mirada seria, mostrando gran enfado.
-¡¿Qué demonios haces!?- Gritó él anciano aterrado.- ¡Maldito traicionero!
El sádico lo ignoró por completo, dirigiéndose a mí para cargarme en sus dos brazos con espada aún en mano.
-Nadie toca a mi mujer.
Estaba atónita. ¿Qué demonios estaba pasando? Lamentablemente no podía reclamar nada por mi estado, aunque por una parte estaba agradecida de que él apareciera a ayudarme.
-¡Guardias!- Gritó el viejo.
Varios samuráis entraron al pasillo con espadas en mano tratando de atacarnos. El sádico por su parte corrió al ver que no tenía oportunidad alguna de pelear al tenerme en sus brazos.
¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Qué acaso no era ese viejo su futuro suegro?... ¿Acaso estaba luchando por defenderme? ¿Me seguía considerando suya? Era un bastardo, definitivamente era un bastardo por tratar de ilusionarme una vez más.
Sin previo aviso, sentí como él se detenía para colocarme en el suelo con delicadeza.
-Quédate aquí, China.- Acarició mi rostro antes de alejarse.
Frente a él, ahora se encontraba un gran número de personas apuntándolo con sus espadas. El sádico, solo les dedico una de sus tantas aterradoras sonrisas y les hizo la señal de que se acercarán, uno por uno fueron cayendo, tenía que aceptar que peleaba muy bien.
Cuando terminó de derribar a la mayoría, los cobardes de los guardias corrieron en busca de más refuerzos para derrotar al monstruo que tenían como enemigo.
Sougo caminó hacia mí, cargándome nuevamente.
-Tenemos que buscar donde ocultarnos.- Corrió por al pasillo buscando un escondite.
Se encontraba de un lado a otro, apresurado por encontrar un buen sitio donde refugiarnos y evitar que regresarán los guardias con refuerzos. Al final, optó por adentrase a un pasillo que daba a un balcón enorme, en el cual se encontraban dos personas abrazadas.
-Sougo-kun...- Su prometida de cabellos dorados, lo observó impresionada.
-¿Kagura-chan?- Esta vez habló Hashi.
Demonios, mi misión por pasar desapercibida había sido arruinada. El sádico los contemplo un poco desconcertado al ver su cercanía, pero al escuchar el sonido de unos pasos aproximarse, les restó importancia para continuar con su misión, mientras que por su parte, Hashi y Mei corrieron a encontrarse con los guardias. La mirada del sádico se encontró con una puerta que parecía ser de servicio en la cual entró sin dudarlo más de dos veces, no sin antes lanzar su espada por el balcón.
Al entrar, buscó por toda la habitación un escondite para los dos. Supuse que para él sería obvio que aquellos chicos soltarían nuestra ubicación sin ni siquiera dudarlo. Después de buscar sin tener éxito alguno, optó por adentrarse a una caja cuadrada conmigo encima. La caja era demasiada pequeña para mi gusto, él se encontraba recargando la mayor parte de su espalda en uno de los lados, mientras que sus piernas descansaban recargados al lado opuesto. Por mi parte, me encontraba recostada en su pecho, la mayor parte de mi cuerpo estaba incómodamente inclinada en medio de sus largas piernas, era una situación verdaderamente vergonzosa para mí, más aún por el vestido que ahora me arrepentía de haber usado.
Mis mejillas se encontraban coloradas y sentía mi pecho latir con brusquedad al igual que el de él.
Escuché como la puerta del cuarto se abría y empezaban a adentrarse unos pasos.
-¿Están seguros que entraron aquí?- Escuché al viejo que hace poco le habían arrancado el brazo.
-¡Sí!- Respondió Mei.- Estoy segura que ellos entraron aquí, ¿Verdad, Hashi?
Tras segundos de silencio, este contestó.
-¿En serio Kagura-chan y Okita-kun lo amenazaron de muerte?
Espera... ¿Qué?
-Kagura-chan no es ese tipo de chica...- Hashi terminó de decir.
¿Acaso ese viejo estaba acomodando las cosas a su conveniencia?
-¡Pues no la conocías bien! ¡Esa chica intentó matarme junto aquel bastardo que le había confiado el amor de mi hija! ¡Mi brazo es prueba de eso!
-Señor.- Habló una voz desconocida.- Nos acaban de informar sobre la aparición de una espada con restos de sangre debajo del balcón del pasillo, posiblemente huyeron por ahí... No deberían estar muy lejos.
-Lo más probable es que hayan escapado por el balcón al momento que corrimos a avisarles.- Respondió Mei.
-Busquen en cada rincón del salón.- Ordenó el viejo.- ¡No los dejen escapar!
-¡Sí!
Salieron con apuro de la habitación, para después cerrar la puerta con lo que parecía ser candado.
Me traté de levantar para comprobar mis sospechas pero mi acción fue detenida por los brazos del sádico, supuse que para él no era momento de salir hasta estar 100% seguros de que solo nos encontráramos nosotros dos en aquella habitación.
Podía sentir su respiración en mi cabeza, era constante y calmada. Su aroma era el mismo que recordaba. No pude evitar cerrar mis ojos con fuerza al tenerlo tan cerca de mí.
Después de varios minutos sin escuchar un extra, salimos de aquella caja. Me sostenía con uno de sus brazos observando con detenimiento a nuestro alrededor y al comprobar que efectivamente no estaba nadie más, me cargó en sus brazos para colocarme a un lado de la única puerta de la habitación.
Trató de abrirla pero su esfuerzo fue inútil, efectivamente había sigo cerrada.
-¡Demonios!- Susurró desesperado.
Después de intentar varias formas para abrirla, se cansó y optó por descansa un poco al otro lado de la puerta. Se encontraba sentado recargando en sus dos manos su cabeza con frustración.
-China.- Me habló sin mirarme.- ¿Eres del clan más temido y monstruoso del universo no es así? Entonces derriba la maldita puerta.
-Que más me gustaría.- Respondí con un poco de dificultad.- Ese estúpido viejo me inyectó algo en el cuello quitándome por completo mis fuerzas-aru.
-¿Qué hay de tu paraguas?
-Lo tiene Shinpachi.
Se notaba molesto, yo solo permanecí en silencio ya que no quería gastar las pocas fuerzas que me quedaban insultándolo, no valdría la pena.
Mi cabello ahora estaba completamente suelto, por lo visto el broche que lo retenía se había caído en la huida. Miré con detenimiento cada parte de la habitación, en ella se encontraban varias telas y artículos amontonados, al parecer no me había equivocado al pensar que se trataba de un almacén. El cuarto no era tan grande, podría decir que semejaba el tamaño de la habitación de Gin-chan, en la pared opuesta de donde nos encontrábamos, había una pequeña ventana que dejaba ver la oscura noche, lamentablemente era imposible que una persona pudiera salir por ella.... Espero y Gin-chan junto a Shinpachi se den cuenta de mi panadero para poder salir de esta situación, no quería seguir junto al sádico por mucho tiempo, me aterraba la idea de lo que podía pasar.
Sougo se levantó de su lugar para acomodar varias telas en el suelo, sin dirigirme palabra alguna.
-¿Qué haces-aru?- Le cuestioné.
-¿No es obvio? Algo donde poder dormir.- Respondió sin mirarme, continuando con su acción.- No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí encerrados hasta que alguien venga a ayudarnos.
-Gin-chan vendrá.- Me abracé a mi cuerpo aferrándome a esa idea.- Lo sé-aru.
-Pero no sabes cuánto tiempo le tomará encontrarte.
Suspiré agobiada al pensar lo mismo que él.
-No pienso dormir contigo-aru.-Le aclaré por si intentaba obligarme a hacerlo.
-¿Quién dijo que dormirías conmigo?- Esta vez mi observó con burla.- Este futón improvisado es mío. Tú duerme en el suelo.
Lo miré apenada y arrepentida por lo que había dicho, él sabía exactamente como hacerme sentir avergonzada fácilmente y odiaba eso.
-¡Esta bien! ¡Para mi es mejor dormir en el suelo que a tu lado-aru!- Me acosté en este dándole la espalda.- ¡Es más, cualquier lugar es mejor que estar contigo! ¡Hasta el infierno!
El silencio se hizo presente, solo se escuchaba el movimiento de las telas que él acomodaba. El suelo abajo de mí se sentía verdaderamente frío, me abracé a mi cuerpo en busca de algo de calor mientras me hacía bolita... Mi maravilloso día había sido arruinado.
-China.- El sádico se colocó a un lado mío.- Te compartiré de mi futón para que veas que no soy tan mala persona.
-No quiero-aru, el piso es mucho mejor.
Escuché como se quejó a lo bajo por mi repuesta.
-¡No seas una nena! Vamos, te enfermeras si duermes así.
-¡Ya te dije que no-aru! Además, ¿Desde cuándo te preocupas por completos desconocidos?
La última palabra la remarque, definitivamente no olvidaría jamás sus crueles palabras.
-Soy un policía, mi deber es proteger a los ciudadanos.
-Un policía corrupto que acaba de ser acusado de asesinato-aru.
-Trataba de protegerte.
-¿Protegerme?- Reí con falsedad.- Eres escoria mentirosa-aru.
Sin previo aviso, el sádico me cargó como si me tratase de un costal en su hombro. De la cintura para abajo me encontraba sujetada por sus brazos mientras que la parte inferior de mi cuerpo estaba inclinada en su espalda.
-¡¿Qué demonios haces-aru?!- Le reclamé tratando de golpearlo.
Mi cuerpo aún se sentía débil, ¡Definitivamente odiaba a ese viejo que me había inyectado!
-Si no quieres por las buenas.- Habló con calma.- Entonces será por las malas.
Aventó mi cuerpo en un lado del futón improvisado para después colocarse él en el lado opuesto.
-Será mejor que duermas ahora.-Me dio la espalda.
Sabía de antemano que si intentaba huir y dejarme llevar por mi orgullo para acostarme en el suelo, este no lo permitiría. Así que opté por hacerle caso sin dirigirle palabras alguna, efectuando la misma acción que él. No podía negar que aquellas telas me proporcionaban más calor y comodidad que el frío piso.
Otra vez mis pensamientos eran dominados por él, sus palabras y acciones siempre lograban confundirme y más ahora que me había llamado como suya, ¿Cómo se suponía que debería actuar ahora? Pensé en dejar las cosas así, como algo sin importancia... pero el hecho de tenerlo cerca y a solas, terminó convenciéndome en preguntarle.
-¿Por qué me protegiste-aru?
Hubo un largo silencio sin respuesta, supuse que al final terminó ganándole el sueño y suspiré dándome por vencida.
-Por que quise.
Su respuesta fue muy cortante y seca para mi gusto. Sin quedarme conforme por eso seguí cuestionándolo.
-Si dices que nunca me quisiste, ¿Por qué dijiste que era tuya-aru?
-Para alejar a ese viejo de ti.
-¿Y por qué lo querías alejar de mi-aru?
-¡No soy tan mala persona para dejar sola a una chica en apuros!- Se exaltó, sentándose en el futón.
Me giré para observarlo, tenía su cabello ligeramente despeinado y su traje lucía manchas de sangre por la pelea que acababa de efectuar hace poco.
-Pudiste simplemente noquearlo-aru.- Le dediqué una mirada seria.- No era necesario cortarle el brazo.
Su rostro mostró asombro, posiblemente el idiota no pensó en eso.
-Todo es tu culpa, si solo lo hubieras noqueado posiblemente pudimos haber escapado sin necesidad de ser rodeados-aru.- Me giré, dándole la espalda.
-¿Mi culpa?- Fingió una risa.- ¡La culpa es tuya por llamar la atención y seducir a ese viejo!
Lo miré otra vez, ahora colocándome igual que él, dedicándole una mala cara.
-¿Seducirlo? De qué demonios hablas-aru.
-¿Qué de que habló?- Pasó su mirada por mi figura y continuo.- ¡Mira como estas vestida!
-¡Que tiene de malo mi vestido-aru!
-¡Es demasiado provocativo!- Se acercó, lanzándome varias telas encima.- ¡¿Sabes cuantos hombres pervertidos estuvieron teniendo pensamientos sucios contigo por ese vestido?!
-¡No tiene nada de malo-aru! ¡No me vestí así con esa intención!- Me quité la tela de encima.
-¿Qué no tiene nada de malo?- Repitió mis palabras.- A pesar de tener una apariencia de mujer sigues tenido una mente muy inocente, China.
-¡No es de tu incumbencia!
-¿A caso el jefe no te ha enseñado a no confiar en los hombres como ese viejo?
-¡Eso tampoco es tu problema-aru! ¡Gin-chan sabe que pudo defenderme sola!
-¿Y entonces por qué no lo hiciste hace poco?... No puedo imaginar que hubiera pasado si no hubiera llegado.
Me mantuve en silencio sin quitarle los ojos de encima. Odiaba admitirlo, pero esta vez él tenía razón.
-Se perfectamente que entre el jefe y tú no hay nada.- Me aclaró, sorprendiéndome.
¿Acaso le había comentado a Gin-chan de que lo había hecho pasar como mi pareja? Qué vergüenza...
-¿Por qué el jefe no te reclamó por usar ese vestido?- Continuó hablando.- Se supone que es como tu padre.
- Hashi me lo prestó-aru- Aclaré.
-¡Ah! Ya entiendo todo... ¡De seguro ese tipo te hizo vestir así para después poder jugar contigo!
-¿Así cómo lo hiciste tú-aru?-Fruncí el ceño.
La escena duró varios minutos en silencio y al ver que no contraatacaba continué.
-¿Qué es lo que quieres de mí-aru? ¿Cuánto más debo sufrir para que puedas estar satisfecho?
No respondí mis preguntas, solo nos quedamos viendo fijamente a los ojos.
Llamando por completo mi atención, por la pequeña ventana de al fondo un montón de colores empezaron a iluminar un poco la habitación, al parecer la época de fuegos artificiales estaba empezando, mi mirada ahora estaba en aquellas luces tan adictivas, ignorando por completo al chico que se había quedado sin palabras. Era un espectáculo para la vista, tantos colores hacían que este mal momento que vivía se pasara, pensé como mi día ya no se sentía tan malo al contemplar el cielo iluminado.
Sin poder prevenirlo, los brazos de aquel chico de cabellos castaños me atrajeron a su cuerpo, sus manos eran temblorosas y escuché el fuerte latir de su corazón, no me alejé de él... decidí no darle importancia.
-Lo siento...- Dijo en voz baja.- Yo, realmente no quería lastimarte de esta forma.
-Suéltame-aru.- Pronuncié sin delicadeza alguna.- No te quiero tener cerca de mí nunca más. Aléjate de mí...
Segundos más tarde, al ver que mis palabras eran seria, el sádico decidió soltarme con lentitud. Cuando quitó sus brazos de mí, me di la vuelta y me acosté ignorándolo por completo. Por su parte, él permaneció en esa posición, sentía como mis lágrimas salían sin mi permiso, con una de mis manos tapé mi boca disminuyendo el sonido de mis sollozos... Realmente lo odiaba.
Al cabo de unos minutos, él se alejó de mí colocándose al otro extremo de aquel futón improvisado.-----------------------------------------------------------------------------------
¡Fuertes declaraciones! xD
Lamento no haber podido subir capítulo el día que tocaba, pero tuve varios problemas que me lo impidieron :/
Trataré de no volver a atrasarme uwu
Recuerden que empezamos la cuenta regresiva:
¡ 9 !
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True love
FanfictionCuando dos idiotas se cruzan, es desastre seguro. Pero cuando estos se enamoran es imposible que algo pueda separarlos; Kagura es una chica agresiva que no deja intimidarse por nadie y Sougo un sádico por naturaleza, ¿Podrán consumar al fin su amor...