Ya hacía dos años del principio de todo. Hacía dos años que Gabby había pasado a formar parte de aquello. Dos años en los que Gabriela Harris había desaparecido de la sociedad para pasar a formar parte de lo que ahora se había convertido en su vida. Permanecer en el anonimato sin que nadie supiera de su existencia nunca había sido fácil para ella, pero tenía que aprender a lidiar con ello.
Mientras paseaba por los pasillos de lo que había sido su hogar durante esos dos años, recordaba la primera vez que había pisado aquel suelo. Aquella chiquilla asustadiza era muy diferente a la mujer que se había convertido entonces. Una mujer que andaba con seguridad esa mañana.
El pasillo llegó a una bifurcación y ella torció hacia la derecha, como hacía todas las mañanas cuando salía de su habitación, y se topó con una ventana que reflejaba la luz del sol. Tuvo que entrecerrar un poco los ojos para protegerlos de este y entonces algo se movió en el cristal. Pero sólo había sido ella y su reacción contra la luz solar.
Ante ella se encontraba a una chica con el pelo corto, lleno de capas que permitían que su cabello liso adquiriera más volumen. Era castaña clara, pero tenía unos reflejos rubios naturales que al darla el sol dejaban ver una preciosa melena dorada. Su tez blanca resaltaba aún más los grandes y almendrados ojos verdes que se encontraban en su rostro junto a una pequeña nariz y unos labios ligeramente carnosos.
Su aspecto podía parecer muy angelical, lo que hacía que muchas veces no la tomaran en serio. Por eso siempre intentaba ir vestida de alguna forma que le diese más autoridad. En aquel momento llevaba una camiseta de manga corta caqui y unos pantalones estrechos verdes. Para rematar llevaba sus inseparables botas militares altas, las cuales había adquirido en cuanto había entrado a la agencia y que desde entonces había cuidado con cariño.
Siguió su camino hacia el comedor donde todas las mañanas se reunía con su grupo y desayunaban tranquilamente. Y, cuando entró, allí estaban todos, cada uno con su desayuno característico, hablando animadamente sobre un programa de televisión que habían visto la noche anterior.
El grupo lo formaban cinco personas contando con ella. Harry Toley era el más joven de todos, apenas cumplía diecisiete años, la edad con la cual Gabby había entrado en aquella locura. Pero Harry ya llevaba un año en el equipo y había pasado a ser una pieza clave allí. Era el encargado del ordenador en todas las operaciones. A pesar de su temprana edad era un verdadero genio con todos los aparatos. Los controlaba a su gusto y podía hacer casi cualquier cosa cuando se ponía en frente de uno de ellos. Sabía perfectamente que teclas debía pulsar si quería abrir una puerta o desconectar una alarma, daba igual, podía hacer de todo. Además era capaz de hacerlo en décimas de segundo y tenía una respuesta muy rápida ante las peticiones que a veces se le hacían en las misiones.
Cualquiera que le hubiera visto habría supuesto que no existía peligro teniéndolo como enemigo, pero durante toda su infancia había tenido que convivir con los matones de su colegio y se tomaba muy mal las burlas. Odiaba que la gente se metiera con él por el simple hecho de ser un hombre menudo e inteligente.
Era, como ya he dicho antes, un chico delgado, con el pelo rizado y castaño, el cual se peinaba hacia un lado. Sus ojos eran oscuros y pequeños, adornados con unas gafas de ver con pasta negra solo por la parte superior de estas, dejando libre el cristal por la parte inferior. Sus labios rosados contrastaban con su tez ligeramente bronceada y su nariz recta.
Aunque se conocían ya desde hace un año la saludó con una sonrisa y una inclinación de cabeza muy cortés, que ella respondió con otra sonrisa.
En frente de él tenía unas tostadas que había rellenado con cuidado y dedicación con mermelada de fresa. Como su propia personalidad era, las tostadas estaban perfectamente untadas y no dejaban libre ni el más mínimo hueco de pan tostado en su superficie.
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Impossible (Nante #1) ©
Science FictionSinopsis Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños... Muchos sucesos a los que...