Capítulo 10

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Después de todo habían avisado a Meza quien, como ya empezaba a ser costumbre, se pasó por la sala y la pusieron al día de todos los acontecimientos y de la nueva misión que se habían agenciado.

Al principio se negó en rotundo, pero la idea de crear un arma capaz de matar humanos con sólo tocarla y que tuviese forma de esfera le causó un escalofrío y una latente preocupación por los suyos.

Por lo que al final, tras varias súplicas, consiguieron convencerla de que al menos les permitieran investigar la tumba.

Durante todo el día estuvieron preparando los equipos para salir al día siguiente hacia el cementerio. Había sido una de las condiciones de Meza que antes de arriesgarse a enfrentarse contra ese peligroso encapuchado se prepararan a conciencia. Es por eso que habían decidido retrasar la salida hasta el día siguiente.

Cuando la luz se empezaba a ocultar tras los edificios de la ciudad, Joan se dirigió a la sala común estirando los músculos agarrotados de haber estado sentado junto a Harry investigando la vida de los hombres de la fotografía.

Habían descubierto que entre ellos había dos matrimonios y que el resto se conocían por ser compañeros de estudios o viejos amigos.

Al entrar en la sala descubrió que no estaba vacía. Gabby estaba tirada sobre el sillón con un cuaderno de dibujo sobre las piernas pensativa. Fruncía el ceño concentrada en una hoja que había sobre la libreta.

-Te veo muy concentrada- bromeó con tono divertido Joan yendo hacia la cocina.

Gabby le sonrió abiertamente haciéndole burla y volvió la vista al papel donde garabateó algo con un lápiz que apoyaba sobre su oreja.

-Voy a hacerme unos fideos chinos, ¿quieres unos pocos?- ofreció Joan que hablaba desde la cocina.

-No, gracias- denegó ella sin apartar su atención de la hoja. Se colocó el lápiz a los labios y presionó sobre ellos dudosa.

-¿Estás segura? Luego no me quites los míos- advirtió Joan. Un sonido metálico provocado por el menaje chocando entre sí fluía por la estancia.

Gabby sonrió y bajó un momento los papeles, estiró su cuello para mirar por encima del respaldo del sillón hacia la puerta de la cocina pero no conseguía ver a Joan.

-No cocinas tan bien- criticó ella escuchando una sonora carcajada proveniente de la cocina.

Era mentira, Joan era uno de los mejores cocineros que Gabby había conocido, superaba incluso a  la comida de su propio padre, de quien Gabby siempre había querido aprender a cocinar. Fue una asignatura pendiente porque lo único que conseguía sacar de la cocina comestible eran sus famosos bocadillos.

Por suerte ellos tenían a Joan. Todo lo que sabía lo había aprendido solo o por los programas de cocina que echaban en la televisión.

Cuando se cansaban de los restaurantes a domicilio de la zona, se encargaba él de hacer algún plato. Sentaba muy bien poder disfrutar de comida casera, se asemejaba a estar en familia. Neal siempre bromeaba sobre la afición de su amigo, sin embargo era también el más rápido en atacar su comida.

-¿Qué haces?- preguntó Joan concentrado en cortar las verduras que había sacado de la nevera.

-Cotillear unos papeles- contestó Gabby, cuya voz apenas se escuchó en la cocina al encontrarse ella de espaldas.

-Se puede saber cuáles- Joan vertió con una mano las verduras en una sartén mientras con la otra ejecutaba unos rápidos movimientos para saltearlas. A su lado había puesto a cocer unos fideos y el agua hervía con intensidad creando burbujas calientes en la superficie.

Impossible (Nante #1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora