-¿Seguro que no me regañarán por salir tan tarde?- preguntó preocupado Matt subiendo la cuesta de la calle.
Gabby sonrió con ternura y negó con la cabeza tranquilizando al niño que pareció suspirar aliviado.
Tras acordar con Matt que la llevaría hasta la casa, él se había marchado a su clase. Para no alertar a ningún miembro del equipo como había pedido el niño, había ido a buscarle cuando todos ya se habían acostado.
La búsqueda de las fotografías a la vez que el trabajo que habían obtenido del ordenador del profesor no estaba dando muchas respuestas ni pistas sobre el paradero de los demás cristales. Aquello era una gran oportunidad que no podía dejar pasar.
-Estamos en una misión secreta para la agencia- dramatizó Gabby haciendo brillar los ojos del pequeño-. Te has convertido en un agente de campo provisional y ellos no tienen hora de irse a la cama.
Matt rió e infló el pecho orgulloso de su nuevo oficio y de los beneficios que este le otorgaban.
La chica miró la calle peatonal por la que Matt le había indicado que girase dos calles atrás. No era una hora muy tardía, pero el mal tiempo y la zona obrera en la que se encontraban hacía que a esas horas el ambiente estuviese desértico.
Siguió caminando absorta en sus pensamientos sin percatarse que los pasos de su lado hacía tiempo que habían cesado. El niño tuvo que carraspear un par de veces hasta que ella se percató de que aquel sonido iba dirigido a ella.
Se giró y le vio parado frente a una casa de aspecto sobrio y sencillo. Pese a que todos los edificios de la zona parecían construcciones de pisos individuales, este, de aspecto más reducido, era una única vivienda.
Matt tiró de su cuello y sacó una cadena formada de esferas unidas entre sí. En el extremo colgaba un manojo de llaves. Escogió una y la metió en la cerradura obligándose a agachar la cabeza cuando tuvo que introducir la llave en la ranura.
La puerta se abrió con un sonido metálico y él se quedó apartado a un lado ofreciéndole el paso a Gabby. Esta le miró con una sonrisa curiosa e inclinó la cabeza antes de entrar como signo de agradecimiento.
Aunque Matt aseguraba no haber pisado aquellos cuartos desde hacía mucho, los recuerdos le permitían moverse con total soltura por la estancia. Conocía cada rincón y la ubicación de cada objeto.
Insistió en enseñarle su cuarto, el cual debido a los años transcurridos tenía una decoración demasiado infantil para el niño, y otras estancias de la casa.
Cuando Gabby iba a preguntar por la caja de música de la que había hablado Matt cuando le enseñó la fotografía del cristal, entraron en lo que parecía el despacho del dueño de la casa.
No era un cuarto muy grande, tenía un escritorio pegado a una pared tras el cual reposaba una silla. En medio de la sala había dos butacas color café, con una pequeña mesa redonda en el centro. Era como si aún se pudiese notar el olor de la pipa que seguramente fumaría el abuelo de Matt.
El niño se acercó a un mueble empotrado en la pared sobre el que había colgado un espejo elíptico que reflejó su pequeña figura. Su mirada, sin embargo, estaba clavada en una caja de música de reducido tamaño, algo vieja y llena de polvo que reposaba encima del mueble.
La cogió con ambas manos y como si lo hubiese hecho siempre se acercó al escritorio de su abuelo por cuyo bajo empezó a tantear. Acarició la madera del mueble hasta que encontró lo que buscaba pegado debajo de este.
Sacó una pequeña llave y se la mostró a Gabby que se había dedicado a observar sus movimientos dejándole actuar.
Matt encajó la llave en el elemento decorativo y la giró dándola cuerda La depositó sobre el escritorio y se alejó de ella para poder observarla mejor, como lo hacía con su abuelo.
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Impossible (Nante #1) ©
Ciencia FicciónSinopsis Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños... Muchos sucesos a los que...