Meza era aquella inquilina que se encontraba entre ellos. Ella era la jefa de todo aquello y normalmente les comunicaba las misiones a través de la pantalla de un televisor, pero parecía que ese día iba a ser especial. Eso no auguraba nada bueno, porque la presencia de aquella mujer de avanzada edad y pelo canoso traería malas noticias.
Que Meza se encontrase físicamente entre ellos hacía que a Gabby le molestase aún más el llegar tarde, porque sabía que la espera estaba causada por su retraso. De todos modos por si alguien tenía alguna duda de la verdadera razón de la espera, Neal se encargó de acentuarlo.
-Ya era hora- señaló el muchacho dándose golpecitos en la muñeca izquierda a pesar de no llevar ningún reloj en ella, un gesto que empezaba a repetir mucho aquella mañana-, os estábamos esperando.
Meza les miró con sus ojos oscuros y les sonrió dando a entender que no le importaba la tardanza. No era mujer impaciente, después de años de tratar a niños, se había acostumbrado a ese tipo de insignificancias y había aprendido a tener mucha paciencia. Ser jefa de una agencia de nantes novatos era un trabajo cuyo requisito esencial era tener paciencia.
Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños. Muchos sucesos a los que la ciencia ha querido calificar como razonablemente explicables.
Pero hay sucesos que no se puedes explicar con otra palabra que no sea nante. Desde siempre los humanos han pensado que están solos, que la tierra es suya y de sus dioses. Pero los nantes también habitan en la tierra, son personas con un don especial. Para algunos son elegidos de los dioses que llevan este regalo, otros opinan que están condenados soportando ese castigo. Nunca se ha llegado a saber por qué, o qué es lo que tienen en común estos niños para que nazcan con dicho don, simplemente nacen.
Son niños especiales que muchas veces no saben qué es lo que les ocurre hasta que aprenden a controlarlo por sí solos o buscan la ayuda de alguien.
Meza era parte de esa ayuda, hacía años que había montado aquella agencia para ayudar a los nantes. Ella era humana, pero se había enterado de la existencia de aquellos seres debido a su hijo a quien había llegado demasiado tarde a salvar. Su hijo no entendía qué era lo que le pasaba, no sabía por qué era diferente a los demás y no pudo soportarlo por mucho tiempo.
Para evitar aquella tragedia en más nantes, había mandado construir esa agencia secreta con el dinero que sacaba de su millonaria empresa. Así es como a los diecisiete años había encontrado a Gabby y la había ayudado a superar su don. Ella controlaba el poder del aire, como había demostrado con los niños. Era capaz de lanzar ráfagas de aire a través de sus manos y conseguía elevar todo aquello que quisiera del suelo, incluida a ella misma.
Neal compartía poder con aquella niña que se había caído del obstáculo, él era extremadamente rápido y gracias a un entrenamiento exhaustivo había conseguido aumentar esa velocidad en gran medida.
Harry podía camuflarse con su entorno, cuando quería podía desaparecer, volviéndose invisible, lo que en el colegio le había venido muy bien para esquivar a los matones que se querían meter con él. Sin embargo era el que menos había desarrollado su poder de todos, ya que siempre se quedaba en la furgoneta con su ordenador o en la sala donde en esos momentos se encontraban, controlándolo todo desde allí.
Roxy era capaz de transformarse en un tigre gigantesco, con afilados colmillos y unas garras moríferas. Gracias a este animal tenía desarrollado el oído y sus ojos felinos la posibilitaban ver en circunstancias donde otros no podrían.
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Impossible (Nante #1) ©
FantascienzaSinopsis Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños... Muchos sucesos a los que...