Joan y Gabby estaban sentados en la parte delantera de una furgoneta blanca con unos prismáticos cada uno enfocando al edificio al que pretendían entrar. A las doce de ese día tenían planeado que ocurriese todo, como tenía previsto el anterior repartidor, del cual se habían encargado de dejar abandonado en una carretera sin cobertura con varias ruedas pinchadas. Tendría que sentarse a esperar que pasara un nuevo coche, lo que, al ser una carretera secundaria, pasaba con menos frecuencia.
La furgoneta estaba aparcada a un lado de la carretera mirando con una expresión aburrida el edificio que había aparecido en la foto de la pantalla de la sala de reuniones cuando Meza les había informado de la misión.
Era un edificio fabricado con piedra de sillería y estaba a adosado en uno de los lados junto a otro de construcción moderna. Constaba de cuarto pisos, en los que había cuatro ventanas con un pequeño balcón de forja dibujando espirales. Las contraventanas estaban fabricadas de madera y pintadas con un rojo de color vino. Estas estaban abiertas dejando ventilar las habitaciones que se exponían al público. Además de los cuatro pisos, constaba de un bajo que se utilizaba como recepción y taquilla para los visitantes. Aquellos que entraban lo hacían por una gran puerta que tenía el nombre del museo.
Se encontraba en una calle ancha y transitada por lo que era fácil de ver. Allí es donde aparecía la puerta principal, mientras que la trasera quedaba en uno de los laterales, que guardaba una pequeña separación con su edificio vecino. Esto permitía la existencia de un callejón al que desembocaba la puerta trasera.
Esa puerta servía para el servicio, en los cambios de turnos o para las entregas. Y por esa puerta ellos se harían pasar por los repartidores.
Era el día perfecto para Joan, quien adoraba los días fríos y nublados como aquel. Habían pronosticado lluvia para el mediodía y el color de las nubes que se arremolinaban sobre sus cabezas, indicaba que acertaría en su predicción.
Eran las once de la mañana y los trabajadores habían entrado en el centro hacía una hora. Con ellos estaba Neal, que iba vestido con un traje de guardia de color caqui con tonos marrones. Antes de pasar por el umbral de aquella puerta había levantado ambas manos y había enseñado los dos dedos pulgares señalando hacia el cielo. Esto había causado algunas sonrisas de los miembros de la furgoneta que le observaban con las lentes.
Pero a pesar de aquellas bromas, Neal y los demás se tomaban muy en serio sus misiones. El plan había hecho que se separaran. Neal entraría a las diez para ocupar su puesto como había pasado hacía una hora. Podría pasearse algo por el edificio a sus anchas y así ir conociendo el lugar. Roxy entraría una hora y media después, como si fuera una interesada por el arte moderno. Ella estaba en otro coche terminando de maquillarse utilizando de ayuda el retrovisor del coche.
Harry había decidido quedarse en la sala de reuniones de la agencia, desde donde había pirateado una de las cámaras y observaba la puerta del lugar. Él también había visto la divertida acción de Neal gracias a ella. Allí, en el ordenador, tenía desplegadas varias imágenes de cámaras de seguridad internas del edificio. Además mantenía el plano coloreado con las zonas que controlaba cada uno.
En la furgoneta de reparto estaban Gabby y Joan que esperarían hasta las doce para hacer el reparto. Vigilaban desde la lejanía que todo se produjera bien y bajo las indicaciones del plan.
Todos estaban comunicados por un pinganillo situado en la oreja que les servía para estar informados entre sí de cada uno de los puestos.
-¿Qué crees que encontraremos ahí arriba?- preguntó Gabby, que buscaba alguna forma de pasar el rato hasta que tuvieran que entrar ellos.
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Impossible (Nante #1) ©
Science FictionSinopsis Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños... Muchos sucesos a los que...