Habían pasado un par de días desde que Gabby le había suplicado que no la dejase sola, dos días en los que apenas había pasado por allí, por miedo a que sus contradictorios sentimientos le impidiesen pensar claramente.
Los rumores de una nueva tortura cada vez eran más escuchados, y él ya había aprendido a resignarse con la decisión que se había tomado. Poco le importaba ya lo que le pasara a Gabby, ella era la testaruda que no se dignaba a hablar.
Caminó por el pasillo soltando un gran suspiró y se pasó los dedos por el pelo. Iba mirando al suelo cuando gracias al eco de unos pasos se paró antes de chocar con otro chico de rasgos fuertes y marcados que andaba en dirección contraria a él.
-¿Qué haces por aquí, Chuck?- saludó Nathan con un leve movimiento de barbilla.
-Venía a llevarme a la prisionera- comentó el chico señalando con un cabeceo a una de las celdas de su espalda-. Acabo de colocarle las esposas y voy a por un tranquilizante para poder trasladarla hasta la sala de tortura.
Nathan asintió indiferente y metió las manos en los bolsillos.
-Yo la llevaré hasta la sala de tortura, tú ve avisando al que se encarga de hacerla, conmigo no necesitara ningún tranquilizante- observó Nathan asintiendo seguro.
Chuck lo meditó unos segundos y aceptó contento de no tener que cargar con el cuerpo inconsciente de Gabby.
Nathan se despidió de él y avanzó los pocos pasos que le restaban a la puerta tras la que se encontraba Gabby. Abrió sin titubeos y encontró en el interior a unos ojos verdes tan conocidos para él, que brillaban con cierta esperanza al verle de nuevo después de tantos días ignorándola.
Y pensar que de saber lo que iba a ocurrir jamás tendría ese brillo en los ojos.
-Vamos, sal- dijo con la voz fría apretando la puerta de la celda con fuerza.
-¿A dónde me llevas?- preguntó desconfiada. Apenas la habían sacado de la celda en unas contadas ocasiones y el hecho de que minutos antes otro guardia le hubiese colocado las esposas de nuevo alrededor de sus muñecas no aumentaba su confianza.
-Eso no importa, sal inmediatamente- ordenó enfadado.
El cuerpo de la chica empezó a temblar ante la idea que solucionaba todas aquellas incógnitas. Habían pasado varias semanas desde la tortura y tras recuperar fuerzas Nathan incumpliría su promesa.
-No lo pienso hacer- negó ella estrechándose más contra la pared-. Sé a dónde me llevas.
Él tensó la mandíbula frustrado, pero de repente su ceño fruncido se suavizó, la fuerza sobre la puerta se redujo y su voz se dulcificó. Su rostro se tornó inquieto y la miró suplicante.
-Gabby, por favor date prisa o nos verán- pidió preocupado-, tengo sólo unos minutos para sacarte sin que se den cuenta.
Vigiló por detrás de la puerta asegurándose de que no aparecía nadie. Volvió la cabeza para apresurar a la muchacha a quien no escuchaba moverse.
Sin embargo cuando se giró se encontró con sus labios y por un momento lo olvidó todo. Dejó de pensar que eran enemigos, que estaba traicionando a los suyos por salvarla, por mantener su promesa de que no le harían daño.
Sólo podía pensar en sus labios, ese dulce tacto que había tardado en desterrar de su mente, de sus recuerdos. Ahora todo volvía y pese a que dolía, acarició sus mejillas con ambas manos y la atrajo más hacia él profundizando el beso.
No se había dado cuenta de lo que añoraba aquello, de lo que había necesitado que Gabby le besara.
Se separó lentamente y la miró como hacía mucho que no había mirado a alguien.

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Impossible (Nante #1) ©
FantascienzaSinopsis Siempre han existido sucesos extraños a nuestro alrededor, sucesos a los que nunca hemos prestado mucha atención. Apagones, inundaciones, lluvias torrenciales imprevistas en pleno verano, comportamientos extraños... Muchos sucesos a los que...