- No, sé... Yo
- Vamos Candy, será divertido, además tengo una nueva variedad de rosas que estoy seguro te gustarán
- Está bien...
- Dame unos minutos y nos vamos...
- Si.
Luego de dejar unas encomiendas organizadas en el castillo, Terry salió a encontrarse con la joven rubia quien estaba muy nerviosa ante esta nueva aventura en la cual estaría justo al lado de él. Sus piernas y manos temblaban, el saberse junto a le hacia crecer sus ansias y más ardientes sueños. Pero el miedo a hacer lo indebido le llenaba cada momento más, el saber que estaría acompañando a un hombre ajeno le daba mucho miedo por lo que ella, Susana, pudiese pensar sobre la situación. "No debí aceptar, no debí, es mejor que me retire y..."
- Nos vamos
- Yo...
- Vamos Candy que el día esta hermoso para caminar, le he pedido me entregaran tu sombrilla para cubrirte del sol, no quiero que tus pecas se molesten conmigo
- Para su información duque mis pecas casi han desaparecido
- ¿Al parecer te molesta que te dejaran?
- Nunca me molestaron, como a otro que no las soportaba
- ¿Si te refieres a mi? Déjeme decirle señorita que yo adoraba sus pecas... Vamos que quiero conozcas lo más posible el día de hoy
"Mis pecas, se acordó de mis pecas, esto será más difícil de lo que esperaba, el se acuerda de mis pecas..." Pensó la joven mientras Terry acercaba su brazo hacia Candy para que ella posará su brazo junto al de él. Una corriente eléctrica cruzo de arriba hacia abajo a ambos jóvenes, por primera vez desde su llegada se miraban a los ojos y en ellos pudieron ver que aún mantenían ese lazo imborrable del uno con el otro. Sin hablar ambos pudieron comprender lo que el otro sintió al momento en que las pieles de ambos se tocaron.
Otros pares de ojos zafiro miraba desde lejos con alegría al darse cuenta que las palabras antes sostenidas con su hijo hubo causado un excelente efecto en el joven. Sabía que él era el único de devolver a la Candy que todos conocían y que extrañaban tanto.
- ¿Qué miras con tanta alegría Ely?
- María, estoy feliz. Creo que por fin veré a mi hijo salir de la soledad que ha llevado todos estos años.
- ¿Y qué es eso que te hace tan feliz?
- Mira tu misma... Están caminando juntos de la mano...
- Eleonor, que bueno... Sería tan bello verlos juntos al fin sonriendo, ella necesita tanto de él, ella necesita volver a vivir y olvidar todo lo que ha sufrido.
- Ambos necesitan volver a tener vida...
- Y el uno lo es del otro. A pesar de tanto tiempo
Terry comenzó por el jardín principal, el cual no sólo estaba compuestos por bellas Dulces Candy y narcisos amarillos, sino que también por diversos arbustos podados en diversas formas de animales, caballos, renos, entre otros más que hacían de aquel jardín una experiencia única. Una fuente al frente con el piso en ladrillo y con estatuas de ángeles sobre ella junto a unos jardines colgantes que daban la bienvenida a una área desde donde se podían ver las flores más bella de aquel jardín.
- Es hermoso
- ¡Si lo es!, cuando llegue aquí no estaba en estas condiciones, la duquesa no se preocupaba por el y mucho menos mi padre.
- Has hecho un excelente trabajo
- Yo sólo he dado las ordenes, el señor Duncan, el jardinero, es que se ha encargado de que todo haya quedado de esta forma
- Pero fue tu idea, eso es bien importante
- ¿Y los jardines colgantes?
- La idea la saque de los libros de historia una noche que no podía dormir, tomé el primer libro que encontré y de ahí la idea.
- No hay palabras para describir la hermosura de este lugar...
- Ven hay un lugar que debes conocer
Terry agarró a la joven por la mano y la llevó hacia lo que el consideraba el lugar que más le recordaba a Candy, su colina... A pesar del largo vestido Candy subió corriendo junto a Terry, era como volver al pasado, la colina era una copia de la colina de Poni. Tenía hasta un hermoso árbol igual a Padre Árbol. Sus ojos se cristalizaron al ver aquel lugar que le recordaba tanto su niñez, su vida, a sus madres y a su hogar. Terry hubo logrado hacer una copia exacta de aquel lugar que sabía era tan importante para ella. En su más intimo deseo él quería tener recuerdos de Candy en cada lugar en donde se encontrase, cada rincón del castillo, su estudio, habitación era para el la forma más simple de recordar que su corazón le pertenecía a ella, Candy White Ardley.
- ¿Qué te sucede Candy? ¿Por qué lloras?
- Es... Es idéntico a mi hogar, a mi colina de Poni
- Si lo sé, pero no llores, por favor, pensé que este lugar te alegraría
- Es que tu no sabes lo que ha pasado con el hogar de Poni, ellos, ellos lo destruyeron...
- ¡Candy!
Candy comenzó a llorar como nunca se imaginó. Lloraba de dolor, de alegría, de desesperación, los recuerdos de su colina eran cada vez más vigente, sus madres le hacían tanta falta, sus niños, Albert, todo aquello que una vez era su felicidad. Sabía que jamás volvería a ver aquella pequeña casa que la vio nacer, los brazos de su madre Poni, las palabras y abrazos de Albert, las risas de Archie y el dolor de haber perdido a quien consideró una hermana, Annie. Terry odiaba verla llorando y saber que lo que el pretendió que fuese alegría, la hizo sufrir era suficiente para maldecirse así mismo.
- Perdóname Candy, lo último que quería era traer penas a tu vida. Discúlpame por favor
- No tienes por que pedir perdón Terry, tú sólo me has brindado un momento que pensé nunca más volver a tener. Me has dado mi colina una vez más, recordar mi hogar, mis madres, mi familia. Gracias, de corazón gracias por que puedo ver una vez más el lugar donde crecí y pasé tantos bellos momentos de mi vida.
Al escuchar esas palabras, Terry se acercó, sacó su pañuelo y secó las lagrimas de la joven con una ternura y suavidad que era imposible de creer en aquel hombre que no mostraba el más mínimo sentimiento hacia nadie lo tuviese en ese momento. La mirada penetrante de Terry hizo que sensaciones nunca antes existentes aparecieran en el cuerpo de la joven y que al mismo tiempo su respiración se volviera más pesada y más lenta. Debido a la cercanía, ella podía oler su perfume de su amado, el mismo perfume que recordaba y que inconscientemente buscaba en cada caballero que le cruzaba por el lado. Como suave brisa de verano sintió la respiración de Terry cerca suyo... Quería que el tiempo se detuviese en ese momento, que no existiera más nadie más que ellos dos y que la vida fuese diferente.
Los ojos de Terry mostraban un amor que aunque ella quería no mirar, no entender; era demasiado fuerte para no hacerlo. El joven deslizó sus manos por la cintura de Candy acercándola más a él.
- Candy...
- Terry...
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Vida... Dame vida...
FanfictionTodos se han ido, estoy tan sóla, mi alma está desierta... Estoy muerta en vida... Los personales no son mios... Les corresponden a sus autoras yo sólo realizo esto como esparcimiento... Sin poder dormir escribiendo una historia más sobre mi pareja...