En el jardín un joven llevaba de las manos lo que el consideraba su mayor tesoro: las manos de su pecosa. Juntos sin decir una palabra caminaban hacía una zona del jardín donde un gazebo era alumbrado por pequeñas luces. Esa noche la luz de la luna parecía estar de parte de ellos, alumbrado todo y dándole un brillo especial a las flores alrededor del mismo.
Al llegar Candy tomó asiento y Terry de pie contemplaba como las manos de la joven eran un mar de nervios que jugaban con su vestido.
- La noche está hermosa, ¿no te parece? - Le dijo el joven duque mientras miraba el cielo
- Si lo está... Terry... Yo - Le respondió la pecosa algo tímida y con dudas
- ¿Si? - Fue la suave pregunta hecha y de sus ojos azul mar se posaron el las verdes esmeraldas haciendo que la joven perdiese el hilo de la conversación
- Deseo - Susurró Candy haciendo que Terry levantase una de sus cejas en señal de pregunta - pedirte disculpas por la forma en que actúe hoy. Todo este tiempo pensé que Susana estaba aún contigo y que existía un compromiso entre ambos. - Èl joven dio unos pasos atrás ante aquella confesión; jamás imaginó que Susana fuese la causa de aquella actitud de Candy para con él. Era tan ilógico para Terrence que aún después de tanto tiempo, ella siguiese siendo culpable de quitarle la felicidad que estaba por alcanzar.
- La historia de Susana terminó de una forma muy trágica y triste. Nunca llegamos a formalizar nuestra relación... Nunca pasé de ser el mejor proveedor que pudieran conseguir. - Le comentó en casi un susurro. No le gustaba hablar de ese tema, pero era Candy, y sabía que para tenerla nuevamente tenía que venir con toda la verdad.
- Tu madre me contó todo lo que hicieron
- La duquesa llevó la de perder en esta historia
- Siento mucho que hayas pasado por tanto y que por haberte dejado tu... - La joven no pudo terminar cuando fue interrumpida por Terrence; la conocía demasiado bien y sabía lo que está haría... Culparse.
- No fue tu culpa. Ambos desde el principio por nuestra falta de madurez tomamos decisiones que no fuesen las correctas.
- Las cosas hubo sido tan diferente si...
- Las cosas ya son diferentes. Candy esta vez nada nos separará. Voy a dar todo por nosotros, quiero que esta felicidad dure para siempre... Candy, tú eres mi tesoro más preciado... - Le confesó mirándola fijamente a los ojos. Quería que ella viese su alma y todo el amor que tenía para ella. - Yo estuve muerto todos estos años y tú has vuelto ha devolverme la vida que hace tanto tiempo perdí.
- Terry... Tu eres la mía
Terry se acercó a ella, acercó su mano a la joven y con el mudo lenguaje que ambos poseían ella entendió que el quería que ella se pusiera de pie, cosa que hizo y acercándose a él poco a poco comenzó a cerrar sus ojos. Terry estaba feliz de la respuesta de su pecosa. La acercó cada vez más a él hasta sentir toda y completamente su cuerpo junto al suyo.
Poco a poco sus labios tocaron los de el, una lluvia de suaves besos caían sobre los labios de la joven, los cuales hacían que cada poro de su cuerpo pidiera más y más de él.
Las manos de Terry acariciaban la espalda de la joven deseando poder sentir la suave piel de la mujer. Terry siguió besando suavemente la boca de su pecosa hasta lograr escuchar suaves gemidos de placer que salían de ella. Su lengua se hizo dueña de la de Candy, deseaba con todo su ser que ese momento nunca terminara, que fuese eterna esta sensación de tenerla en sus brazos.
De la dulce boca de su amada bajo al cuello, logrando estremecer cada centímetro de Candy, el cuerpo de la joven ya no le pertenecía, su voluntad había dejado aquel cuerpo femenino para que su nuevo dueño la poseyera. Ahora él, Terry, podía hacer con él lo que le plazca y ella no pondría ninguna restricción.
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Vida... Dame vida...
FanfictionTodos se han ido, estoy tan sóla, mi alma está desierta... Estoy muerta en vida... Los personales no son mios... Les corresponden a sus autoras yo sólo realizo esto como esparcimiento... Sin poder dormir escribiendo una historia más sobre mi pareja...