Una suave y solitaria lagrima bajaba por sus mejillas color rosa, los recuerdos de años pasados ya no eran dolorosos, sino, que todo lo contrario, los revivía como si fuesen una película ajena a todo lo que hoy vivía; ya la soledad de tantos años no estaba, su agonía diaria por temer ser encontrada por Neil hubo desaparecido y la esperanza de un futuro junto al hombre que amaba le llenaba toda.
Sentía que todos sus recuerdos pasados eran de una historia que hoy tenia un final feliz, en el cual ella junto a su amado eran los protagonistas. En su interior dio mil gracias por todo lo que hoy vivía, junto a él quien le devolvió la vida y las esperanzas a su vacía existencia.
Se encontraba sentada cerca de la ventana de aquel majestuoso hotel en la ciudad de Paris, la lujosa habitación se encontraba iluminada por sólo un quinqué sobre el tocador de la joven. Poca luz en toda aquella habitación, sin embargo en su interior brillaba un resplandeciente sol que alumbraba su vida. Estaba en este momento sola en espera de la llegada de su esposo, sin embargo a pesar de lo amplia de la misma, ella sentía que era arropada por tantos sentimientos que era imposible darles cabida en aquel lugar.
Suavemente la puerta de la habitación se abrió, el joven duque entró a ella cerrándola sin hacer el más mínimo ruido. La rubia seguía sumergida en sus pensamientos, sin darse cuenta que la miraban, aquellos mismo ojos que un 31 de diciembre sellaron en su corazón la palabra amor con fuego ardiente.
Poco a poco se acercó a ella, en un suave silencio, hasta llegar a estar tan cerca que su perfume de rosa le embriagaba el alma. Levantó su mano y acarició suavemente su pelo, haciendo que esta saliera de aquel mundo donde estuvo sumergida.
- Espero ser la causa de esos pensamientos, Señora Granchester – Dijo él colocándolae frente a ella y besando suavemente su frente
- No, no eres la causa... - Dijo ella con una sonrisa picara
- ¿Ahhh no? – Se acercó a su oído haciéndola temblar
- No, Terry no eres la causa, eres mi todo, desde que te conocí te convertiste en la única razón de mi vida, en mi alma gemela, en mi amor, en mi familia... -Le dijo mirándole a los ojos mientras lagrimas salían de sus verdes lagunas.
- Tu... Tu eres todo eso y más para mí Candy... Mi vida sin ti fue tan gris, tan vacía y sola – El joven le dijo entre suaves besos, para luego ponerse de pie y llevarla a la cama para poder abrazarla a su antojo
La dejo sobre la cama y luego se levantó, destapó la botella de vino rojo que estaba sobre la mesa del pequeño comedor de aquel la recamara. Sirvió dos copas de vino y le pasó una a ella mientras de la otra bebía sin dejar de mirarla. Tomó en sus manos ambas copas y las colocó de vuelta a la mesa. Quería que este momento nada, ni nadie le interrumpieran.
El vino es mejor en tu boca
te amo es más tierno en tu voz
la noche en tu cuerpo es mas corta
me estoy enfermando de amor.- Hoy solo quiero abrazarte como siempre desee, como lo soñé. – Respiro profundamente y luego continúo – Tu me enseñaste a ver la vida de otro color Candy, aprendí a ver la felicidad y a entender que un ser tan gris como yo podía tener colores – Le decía sin separar sus labios de los de ella.
- Terry no digas eso, tu no eres así – Fueran las palabras de la duquesa mientras con su mano acariciaba las mejillas y el cabello de su esposo
- Si, amor sí lo soy... Pero desde aquel día que te metiste en mi vida, todo cambió, mis sombras se convirtieron en arcoíris y mi tristeza en alegría
- ¡Yo no me metí en tu vida! Tu eras un aburrido que necesitabas de una amiga y yo... - Respondió ella haciendo un leve puchero
- Ves... Te metiste, ¿Alguna vez te dije que necesitaba de alguien?
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Vida... Dame vida...
FanfictionTodos se han ido, estoy tan sóla, mi alma está desierta... Estoy muerta en vida... Los personales no son mios... Les corresponden a sus autoras yo sólo realizo esto como esparcimiento... Sin poder dormir escribiendo una historia más sobre mi pareja...