La mano fuerte y áspera del hombre se deslizaba por la blanca y desnuda piel de la joven, quien disfrutaba de ellas y del placer que estas les brindaban. Su larga cabellera se encontraba esparcida por toda la cama, su cuerpo de diosa totalmente dispuesto y visible a él, quien deseaba disfrutarla en sus brazos por segunda vez esa noche.
Sabía que tenerla era fácil, que no hubo hecho mucho para lograr poseerla sin ningún compromiso ni ataduras, pero muy a pesar de que le gustaba haciéndola suya, sabía que esa no era la prioridad en estos momentos.
-Cristina, mi jefe, necesita de tu ayuda con cierto asuntito – La joven dando vuelta a su cuerpo y colocándose sobre su estómago comenzó a jugar con el largo y rojizo cabello de aquel hombre que siempre hizo y hacía con ella a su placar.
- ¿De cuánto estamos hablando? -inquirió mientras saboreaba sus labios.
- De mucho, mucho dinero para ambos...
- ¿Entonces lo que necesitas de mí es muy difícil?
- No, mi jefe tuvo andanzas con la nueva aventura de Duque de Granchester
- ¿Candice?
- Sí, ella y mi patrón fueron, más que amigos...
- Ja, ja, ja, tan santa que se veía la mosca muerta... –pronunció de forma despectiva.– Yo sabía que esa no era nada bueno...
- No te puedo negar que es muy bella. –declaró en hombre mientras se colocaba lejos de la mujer.– Entiendo por qué mi jefe y el duque están vueltos locos por la ella.
- Yo no le veo nada... –musitó entre dientes.– ¿Dime cómo te ayudo? Hace tiempo que deseo verla fuera del castillo.
- Fácil... Mi jefe quiere reunirse con ella, al parecer la rubia sabe como hacer perder a un hombre la cabeza
- ¿No me digas que a ti también te interesa?
- ¿Celosa?
- De esa, jamás... Mejor dime que debo hacer y de cuanto será mi paga.
Juntos maquinaron la forma perfecta para que el jefe de este hombre, quién era buscado por las autoridades por sus amplios delitos, pudiese encontrarse con Candy.
El plan era perfecto a los ojos de estos dos, solamente faltaba ponerlo en acción, cosas que harían lo antes posible, ya que el jefe de dicho hombre estaba muriendo de celos al ver que Terry y Candy estuviesen juntos.
En el estudio del castillo de los Granchester solamente se podía escuchar los paso de Richard, quien trababa de encontrar las palabras exactas para hablar con su hijo sin que este se molestase de lo que ellos acababan de realizar.
- Madre, vas a romper el piso. –apuntó sin dejar de mirarla.
– Comienza de una vez por favor. ¿Y si es por el beso que le di a Candy? Desde ya te digo que era necesario, no voy a permitir que crean que pueden acercarse a ella. – Dijo el joven, quien sentado en el sofá mantenía agarrada la mano de Candy.
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Vida... Dame vida...
FanfictionTodos se han ido, estoy tan sóla, mi alma está desierta... Estoy muerta en vida... Los personales no son mios... Les corresponden a sus autoras yo sólo realizo esto como esparcimiento... Sin poder dormir escribiendo una historia más sobre mi pareja...