Una nueva vida comenzaba para Candy, quien desde ya se sentía tranquila y feliz; por primera vez en mucho tiempo tenía consigo alguien que la apoyará y le demostrara afecto.
Además de que ya no tendría que temerle más a Neal y su obsesión.
Luego de presentar la renuncia; el señor Borton por ningún motivo deseaba aceptarla y dejarla; había dado mil y una excusas para evitar que la mujer que anhelaba se alejará, no obstante, todos sus argumentos fueron en vano, ella estaba decidida y así se lo hizo ver.
Otro fue el caso de Lucy, la joven sonreía feliz ante el nuevo trabajo de Candy, sus aventuras junto a la gran estrella de Broadway, sus viajes, el teatro y todo aquello que llevaría la nueva vida que comenzaba para la joven, sin embargo, también estaba triste al saber que perdería a su única amiga.
Con fuertes abrazos, lágrimas y promesas de cartas; Candy se despidió de aquellos que se habían convertido en parte de su familia.
El domingo llegó y las mujeres se dirigieron a la ciudad que por años Candy ignoró y borró del mapa: New York, aquella que le recordaba la fría noche de invierno donde perdió al amor.
Su corazón se convirtió en un bloque de hielo sin dejar atravesar a nadie más las enormes barreras que había colocado y en donde aprendió a vivir de los recuerdos de aquel pasado.
En esta ciudad se encontraba el hogar primera de la actriz y luego de una intensa gira por todo el país la rubia sentía que era hora de tomar unos días de descanso.
La casa de Eleonor era grande y muy hermosa, ubicada en una selecta zona de New Jersey, donde solo podían vivir aquellas personas con cierta posición social, conocidos políticos y artistas.
La casa era de dos pisos, de ladrillo con altos ventanales en marcos color blanco combinados con la puerta doble en vidrio le dio la bienvenida a lo lejos.
Su elegancia tanto en la apariencia frontal como dentro de la misma hablaban de su dueña, sus gustos por las decoraciones góticas y renacentistas. La casa contaba con más de 8 habitaciones, cada una con su respectivo baño, estudio, dos salas, un cuarto de música, dos salones de comedor, terrazas y dos jardines, uno en el área frontal de la casa el cual estaba bellamente diseñado con rosas rojas y el posterior de lirios blancos.
Candy sintió que algo en ella brotaba y se descubrió sonriendo por primera vez en mucho tiempo. No sabía si era la belleza del lugar o la posibilidad de volver a sentir el cariño de Eleonor que en estos momentos inundaba su alma.
Una de las habitaciones de huéspedes se habilitó para la joven, quién dio gracias pues el cansancio se hacía cada vez más dueño de sus actos.
Miró todo a su al rededor y quedó fascinada con la decoración tan sutil de colores pasteles, rosas blancas y tocados lilas, la muchacha se instaló en aquella que sería parte de su nueva vida.
Si esperar se arrojó a la cama dejando el cansancio se adueñara de ella hasta quedar dormida; sin saber que en el estudio se llevaba a cabo una conversación sobre su futuro.
Eleonor había quedado consternada ante todo lo que la joven hubo vivido durante estos años. Ahora con Candy en su casa y bajo sus cuidados sentía que era su responsabilidad protegerla y llevarla a los brazos de quién ella consideraba podía devolverle la sonrisa.
- Veo tu cara y se nota que te traes algo más que solo haberla traído a casa. –comentó la mayor de las mujeres intrigada por ese brillo en los ojos de la rubia.
- María, por mucho que quiera que se quede con nosotras, este no es su lugar.
- ¿Qué piensas hacer?
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Vida... Dame vida...
FanficTodos se han ido, estoy tan sóla, mi alma está desierta... Estoy muerta en vida... Los personales no son mios... Les corresponden a sus autoras yo sólo realizo esto como esparcimiento... Sin poder dormir escribiendo una historia más sobre mi pareja...