Donde Harry tiene un hijo llamado Luka, y un esposo llamado Louis. A su hijo no le agrada la pareja de su papá, mucho menos cuando se entera de que está embarazado.
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Era otra mañana, pesada y severamente incómoda. Luka compartía la mesa con Louis mientras desayunaban. Harry se estaba arreglando en la habitación.
— ¿Cómo te fue en la prueba de literatura? — preguntó Louis y se levantó para sacar otras rebanadas de pan de la tostadora.
Luka dudó en contestar, pues simple y sencillamente no le había ido para nada bien. Y era algo de lo que no quería que su papá se enterara.
— Que te importa — se puso de pie también.
Louis suspiró notablemente molesto; se lavó las manos y le preparó a Harry la taza de café que acostumbraba tomar todas las mañanas antes de irse. Luka dejó los platos sucios en el fregadero, Louis iba a ponerse a lavarlos cuando Harry entró a la cocina.
— Oye — llamó a su hijo. — Lava lo que usaste y luego cepíllate los dientes.
Luka no hizo caso, concentró su atención en su teléfono móvil y reía mientras escribía en él.
— Te estoy hablando — demandó Harry. — Deja eso y haz lo que te digo.
Luka lo miró con cara de pocos amigos, guardó el aparato en sus bolsillos y se dispuso a lavar los trastes sucios.
— ¿Cuándo voy a tener tus calificaciones? — preguntó y le besó la mejilla a Louis al acercarse. — Necesito ver si has mejorado éste semestre.
— Llegan pasado mañana — respondió. — No tengo exámenes ya.
Harry bebió de su café y se recargó en la barra.
— Mas te vale haber sacado buenas notas, o te voy a castigar lo que resta del mes.
Luka puso los ojos en blanco e hizo una mueca sin que ellos se dieran cuenta.
Louis comió de su pan con mermelada de fresa y le dio el resto a Harry cuando sintió arcadas.
— Ya me voy — avisó el chico. — Hoy iré a casa de Ethan saliendo de la escuela.
Su padre le tendió algunos billetes y Luka los guardó gustoso.
— Ten un buen día, Luka — habló Louis aún con el malestar en su estómago.
— Sí, como digas.
Harry levanto las cejas, su hijo sabía que eso era un regaño sin tener que abrir la boca. Respiró profundo y volteó a ver a Louis con la sonrisa más falsa del mundo.
— Quiero decir — se aclaró. — Gracias William, será uno bueno. Porque como me voy a tardar más en la salida del instituto no voy a escuchar tus gemidos de zorra.
Eso no era cierto. Él jamás había escuchado a su papá teniendo intimidad con Louis. Lo decía solamente para molestar y para hacer sentir mal al de ojos azules que al instante agachó la mirada.