Capítulo 11.

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El miércoles por la mañana, cuando Harry despertó, se dio cuenta de que aún era demasiado temprano para ir al trabajo

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El miércoles por la mañana, cuando Harry despertó, se dio cuenta de que aún era demasiado temprano para ir al trabajo. Sin embargo, se dio una ducha y se propuso preparar el desayuno para Luka.

Tardó media hora en cocinar los huevos, tocino, pan tostado y en preparar el café que no podía faltarle nunca.

La puerta principal de la casa fue abierta y Harry caminó descalzo hasta el living para darse cuenta de que se trataba de Louis.
Sonrió y le ayudó con la mochila que estaba cargando, su esposo se quitó el abrigo y lo puso encima del perchero que se encontraba a un costado del sofá.

Se besaron por algunos segundos y Luka se apareció en el comedor.

— Hola, ¿pueden dejar de hacer eso en mis narices? — preguntó el adolescente y dio un vistazo a su plato servido.

— Buenos días — murmuró Harry y pronto los tres se encontraron sentados alrededor de la mesa.

— ¿Cómo te está yendo en la escuela, Luka? — cuestionó Louis, luego dio una mordida al pan tostado.

Luka terminó su vaso de jugo y los miró a ambos.

— Obtuve un ochenta y nueve en el examen de álgebra y un noventa y cuatro en química, eso me deja fuera de extraordinarios.

— Excelente, te felicito, mi niño.

Harry hizo una seña con los pulgares arriba y Louis sonrió atreviéndose a palmear la mano de Luka que se encontraba a su lado, por lo tanto pudo alcanzarlo con facilidad. El chico asintió con cierta vergüenza ante la forma de llamarlo de su papá.

— Oye, hoy saldremos al cine — murmuró Harry luego de algunos minutos. — ¿Quieres ir con nosotros? Después de las seis.

Luka negó e hizo una mueca.

— A las seis tengo entrenamiento, pero si iré. Con Felicia, después de salir.

— ¿Regresaste al gimnasio? — se interesó Louis y Luka asintió.

— Sí, William, todas las viejecitas se interesan mucho y me preguntaban por ti cada vez que pasaba por la sección de las bicicletas.

Louis soltó una risa y Luka también.
Harry estaba impresionado.

— Eso me pasa por querer ayudarlas siempre que iba — suspiró. — Traté de hacer pilates, pero estoy tan gordo que no puedo si quiera pararme sin que me canse.

— Supongo que eso es muy normal — Luka se encogió de hombros. — Y no estás tan gordo como crees, te ves bien.

— He aumentado alrededor de tres kilogramos, estoy pensando en hacer una dieta que ayude a los bebés también.

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