Capítulo 03.

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Se había perdido, estaba demasiado mareado y quería volver a su casa pero no sabía ni en qué dirección estaba caminando.

Había escuchado a su padre decirle que no iría a esa fiesta que su amigo Dylan organizó. Lo mandó a la mierda y se escapó por la ventana.
Ahora estaba borracho y con los efectos de la marihuana en su cerebro.

No iba a llamar a Harry, no quería escuchar sus estúpidos regaños y tampoco iba a contestar las llamadas de él.
Caminó unas cuadras más, hasta que vio el edificio en donde se encontraba el consultorio de Louis; entonces supo que ya estaba cerca de casa.

Se subió a la cera y cuando quizo buscar otro porro en sus bolsillos, vio a Harry recargado en su automóvil aparcado fuera de dicho edificio. Abrió los ojos y se dio la vuelta, pero su papá fue más hábil y corrió para alcanzarlo.

— Luka, ya basta. Vámonos.

Lo escuchó decir.
Harry le tomó el brazo y lo hizo caminar en dirección a su coche. Luka se resistió y arrastró los pies soltando groserías.

Entró de una vez por todas y Harry le acomodó el cinturón. Tenía el entrecejo fruncido y Luka se reía de él internamente.
Pero Harry quería llorar y no podía ni siquiera darle un buen regaño porque las palabras se le quedaron atoradas en la garganta.

Se sentó como pudo en el mismo asiento que Luka, la otra mitad de su cuerpo colgaba fuera del auto.
Su hijo tenía los ojos rojos y la mirada perdida.

Harry le acarició los cabellos que le colgaban de la frente y Luka se quedó quieto cuando su padre lo abrazó con tantas fuerzas que sintió dejar de respirar.
Lo escuchó suspirar profundo, su cuerpo se relajó y entonces lo abrazó de vuelta.

— Mi niño... — susurró. — No necesitas hacer esto. No lo hagas, por favor.

Ahora si se carcajeó en voz alta y repentinamente comenzó a llorar. Harry lo observaba sin decir nada, se encargó de acariciarle las mejillas con sus dedos y Luka se apoyó en su hombro.

— ¿Quién te ha dado droga? — cuestionó con la voz rota y su hijo se encogió de hombros.

— Eso no importa — murmuró y pellizco las manos de Harry. — Ya quiero ir a dormir.

— Te voy a llevar a comer algo antes — le dijo y Luka frunció el ceño. — Adoro que McDonald's tenga servicio de veinticuatro horas.

Luka sonrió ladinamente y se limpió rudamente las lágrimas que le querían caer por las mejillas. Harry tomó el asiento del piloto y encendió el auto en cuanto se aseguró de que su hijo estuviera cómodo. Luka aún lo notaba serio y con demasiada preocupación en sus orbes verdes. Quería disculparse, pero no sabía ni cómo empezar.

Harry lo llevó por comida y lo observó hasta terminar. No quería que se quedará con el estómago vacío, pues era algo muy malo para su estado. Y a Luka probablemente esa hamburguesa de doble carne le ayudó a que los efectos de la marihuana bajaran, pues ahora veía todo con más claridad y era más consciente de lo que Harry hacía y decía.

Su papá tampoco sabía que decirle, se quedó atrapado en sus pensamientos de culpa. Harry se dio cuenta de algo que lo puso aún más nostálgico; Luka llevaba su chaqueta de preparatoria, aquella que portó todo el último año por ser el capitán del equipo de fútbol.

— Perdón, pa — dijo.

— Ya te había dicho que puedes usar esa chaqueta cuando quieras, no te apures por haberla tomado.

Luka sonrió ladinamente.

— No lo digo por eso, papá.

LUKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora