Donde Harry tiene un hijo llamado Luka, y un esposo llamado Louis. A su hijo no le agrada la pareja de su papá, mucho menos cuando se entera de que está embarazado.
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Louis no supo que decir.
Se quedó quieto porque sus pensamientos no le permitían abrazar a Luka de vuelta. Todos ahí estaban con la confusión brotándoles por los poros. No supo si la sensación fue buena o si su cerebro solamente lo estaba haciendo alucinar.
Finalmente palmeó la espalda de Luka, pues no le quedaba otra opción mas que parecer tranquilo y no iba a mostrar el mar de emociones que hundían sus pensamientos en ese momento.
Pero entonces, todo lo golpeó como una horrible pesadilla. Esas que te hacen despertar a mitad de la madrugada con el sudor llenando la cama y el corazón alborotado. Desgraciadamente ésa era real y la estaba viviendo en carne y hueso.
— Espero que te mueras, William — le susurró Luka en el oído. Solo él pudo escucharlo, pues la voz de Gemma era la única que predominaba en el salón; su cuñada chillaba de la emoción. — Oh, ya sé, mejor que se muera esa cosa que tienes ahí dentro.
Louis se atragantó con su propia saliva. La mirada de Luka estaba llena de puro odio en cuanto sus cuerpos se pusieron a una distancia considerable; tuvo que fingir una sonrisa y suprimir las lágrimas.
Le ardía el pecho y los ojos ilusionados de Harry le rompieron el corazón.
Luka abrazó a Harry también, su padre estaba todavía impresionado ante su buena actitud. Tanto, que no se daba cuenta de que todo era una vil actuación.
Louis se puso las manos en el abdomen, sentía la escalofriante necesidad de proteger a su pequeño ser creciente. Sentía arcadas y la cabeza darle vueltas, ya no era por el embarazo. De eso estaba seguro.
Luka terminó yéndose a patinar junto a Ivan en la tarde, Louis no quizo ni sabía cómo decirle a Harry las cosas que su hijo pensaba. Harry y Gemma revisaban algunas fotos en la mesa de la sala, ella estaba eligiéndolas para enmarcarlas en su casa recién comprada.
Liliana lo invitó a jugar a du habitación y con tal de olvidarse un rato de todo aquel asunto agobiante; accedió y terminó tomando una muñeca. Jugaron al té y Louis observó las galletas de plástico que su sobrina tenía guardadas en una de las pequeñas ventanas de la casa de sus juguetes.
Se le hizo agua la boca.
— Tío, ¿en serio tienes un bebé ahí dentro? — cuestionó la niña y Louis sonrió ante su ternura.
— Sí Lily, ¿te gusta la idea?
La pequeña asintió y se acercó a él. Louis la dejó poner sus blanquecinas manos en su abdomen.
— Ojalá sea niña — murmuró. — Quiero jugar con alguien que no sea Luka ni Ivan.
Louis se quedó inmóvil al escucharla mencionar a Luka; tuvo que forzar una sonrisa y miró a su sobrina recoger las tazas de té y ropa de las muñecas que estaban descansando en el suelo.
