Capítulo 18.

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La verdad era que Luka pensó en ese instante, cuando estuvo sentado en la sala de la casa de Nico, que haber querido ayudarlo a sentirse mejor; tal vez había sido una pésima idea

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La verdad era que Luka pensó en ese instante, cuando estuvo sentado en la sala de la casa de Nico, que haber querido ayudarlo a sentirse mejor; tal vez había sido una pésima idea.

No parecía estar ayudando en lo absoluto.

La señora Mirallegro parecía estar tranquila en algunos momentos, luego se desmoronaba al ver el cuerpo de su hijo en ese ataúd de color hueso; el funeral de Finn se había llevado a cabo en su casa. El padre de Nico no hablaba con nadie, ni siquiera se había acercado a consolar a su esposa por lo tanto Luka supuso que necesitaba su espacio y pensar las cosas aislado de las personas, era su manera de ayudar a su persona para sentirse un poco mejor.

Nico parecía ser el más racional. Luka lo vio recibir a las personas y agradecer por sus condolencias, de pronto lloraba, pero él mismo se repetía una y otra vez que todo estaba bien.

— Luka — Nico lo llamó y levantó la vista. — ¿Quieres un té?

Asintió y se puso de pie. Llevaba la misma ropa que hace horas, pero la pintura en sus ojos ya no estaba y sentía los párpados pesados.
Ivan también estaba ahí y Calum, y Marcus. Pero se la habían pasado afuera porque ninguno tuvo los pantalones suficientes de estar inmersos en el funeral de un pequeño.

Luka no sabía cómo lo estaba haciendo tampoco. El ambiente era turbio, parecía que dentro del salón principal de Los Mirallegro había una tormenta y no cualquiera; una de las que te despiertan aturdido a media noche.

Se preparó el té y acompañó a Nico mientras comía un sándwich de pollo que alguna de sus tías le había llevado. Sus ojos estaban apagados, pero estaba tan sereno que ni siquiera te darías cuenta de que estaba pasando por uno de los peores momentos en su vida.

— Finn odiaba los vegetales — murmuró Nico. — Teníamos que forzarlo a comerlos, ya sabes... por su enfermedad.

A Nico le tembló el labio inferior cuando Luka le tomó la mano derecha e hizo que sus dedos se entrelazaran.

— No tienes que fingir que eres fuerte conmigo — le dijo. — Puedes llorar, lo sabes.

Dicho y hecho. Nico lo abrazó y comenzó a sollozar; Luka no podía hacer nada más que abrazarlo y hacerle saber que no iba a dejarlo derrumbarse.

— Sé que estará bien, mi hermano me pidió que no llorara, él sabía que el fin estaba cerca y sin embargo luchó. Finn ya no sufre Luka, de eso estoy seguro.

Luka le quitó los cabellos que le caían por la frente y Nico le dio un corto y doloroso beso en los labios.

La puerta trasera que daba al patio, se abrió e Ivan estaba parado cómo esperando a que Luka fuera hacia él, y entonces así lo hizo.

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