Capítulo 4.

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Capítulo 4 No les hagas ni caso

Observé a Dylan cuando comenzó a hablar.

—Mi nombre es Dylan Knight, aunque creo que os acordáis por lo de antes—se rio, y los demás también rieron. La verdad es que me resultaba molesta la facilidad que tenía para desenvolverse fuera a donde fuese, y cómo todo el mundo lo escuchaba siempre—. Supongo que nunca he sido realmente bueno en algo, pero, no sé. Tal vez cantar podría ser ese algo.

Comenzó a cantar, con un deje de inseguridad:

She said the photos fade too fast, and that good things never last. And the good guys don't wear white...

Levanté la cabeza de golpe. Reconocí la canción al instante, vaya si la reconocí. La había cantado con mis amigas justo la noche anterior. Pero ¿cómo se atreve? ¿Por qué directamente no hacía algo menos doloroso? Como, no sé, pegarme un martillazo en la cabeza. Lo peor es que ni siquiera podía decir que él hubiese arruinado la canción. Es decir, vale, le faltaba técnica, pero... Su voz tenía algo. No creía ni que él fuera consciente.

Los demás aplaudieron. Incluso yo lo hice, probablemente con más lentitud de la que debería para considerarme una persona madura.

—Buen trabajo, Dylan—le felicitó Amy.

—Gracias—respondió él, y su sonrisa se agrandó, como si no terminara de procesarlo.

Salí de la clase de canto detrás de varios de mis compañeros, que se esparcieron por los pasillos. Me tomé mi tiempo mientras andaba, con amargura. Tenía la sensación de que a los tipos como Dylan Knight siempre les salía todo bien sin intentarlo. Como la gente que no estudia y aun así saca buena nota. Era como... injusticia poética.

—Buen trabajo, Dylan—repetí para mí misma, imitando la voz de Amy.

—¿Tú crees? —preguntó él a mis espaldas, tomándome por sorpresa. Me di la vuelta, cruzando los brazos.

—No ha estado mal. Para un principiante.

Él rio un poco, negando con la cabeza. Ni siquiera se lo tomó a malas. Debió captar que yo no era su mayor fan, porque me dijo:

—Te alegrará saber que la opinión de Amy no es la opinión popular—elevé un poco las cejas—. He oído a una chica decir que no entiende qué hago en el club, que debe ser otra de mis bromas. Porque claro, ¿cómo iba yo a tomarme algo en serio?

Ladeé la cabeza. De pronto, me sentí un poco mal. Nadie debería tener que sentirse cohibido al probar algo nuevo.

—Sabes, hay gente que necesita criticar para seguir con sus vidas—respondí finalmente, y me prestó atención—. No les hagas ni caso. Para eso vamos a clase, ¿no? Para aprender.

¿Por qué he dicho eso? Literalmente, por qué. He dicho. Eso. Me sentí algo avergonzada tras haberle dado tregua, así que me dispuse a irme de allí. Había girado sobre mis talones cuando me dijo:

—A ti se te da bien cantar, ¿no? Se te da bien de verdad. Podrías... ¿ayudarme? Enseñarme algunos trucos después de clase o algo así.

Yo me quedé paralizada, sin saber muy bien qué hacer o decir. Dylan Knight me estaba pidiendo que pasara... ¿tiempo con él? ¿Extraoficialmente? Entré en pánico. Me puse a andar hacia atrás, y le señalé mientras decía:

—Tengo... tengo que irme.

Frunció el ceño, aunque no pareció muy afectado por mi respuesta. En su lugar, se limitó a soltar un:

—Eh... vale.

Alcé ambos pulgares con una sonrisa, pero en cuanto doblé la esquina, eché a correr por el pasillo. Me dirigí hacia mi habitación, a la velocidad de la luz.

Oí el agua correr en el baño, por lo cual supuse que Sam ya habría llegado y se estaría dando una ducha. Entré rápidamente y cerré la puerta detrás de mí. Me quedé pegada a esta, con los ojos muy abiertos.

—Eeeyyyy—saludaron Moe y Rachel a la vez, sin levantar la cabeza. Las dos estaban espatarradas en sus respectivas camas, haciendo deberes. Tiré las llaves sobre la mía y me dirigí a ellas estrepitosamente.

—Creo que un chico quiere pasar tiempo conmigo—solté en tono desesperado, o bien porque lo estaba, o por lo rápido que había corrido.

—¿Pasar tiempo? —preguntó Moe, confusa.

—¿Pasar tiempo? —repitió Rachel de la misma manera.

—Pasar tiempo—repuse estresada. Siguieron con la misma cara—. Quedar, que le ayude con el tema de Canto, algo por el estilo.

Rachel se rascó la cabeza, con una mueca que no supe desentrañar. Justo entonces Sam salió de la ducha, secando sus rizos con una toalla de microfibra. Interesada, quiso saber:

—¿Qué está pasando?

—Rylee le gusta a un chico. Otra vez—le explicó Rachel, casi con aburrimiento. Sam y ella compartieron una mirada, como si no hiciera falta decir nada más. Decidí hacer que no lo había visto, y hablé de nuevo.

—Bueno, ¿qué hago? Le evito por completo, ¿no? Desaparezco del mapa.

Moe chasqueó la lengua, ladeando la cabeza. Tenía los codos sobre sus apuntes y los estaba arrugando, aunque no parecía importarle demasiado.

—A ver, sin duda es una táctica a prueba de tontos. Digo, de tíos—rectificó Moe, como si realmente no se hubiese equivocado a propósito.

Por la manera en que había formulado su frase, me quedó claro que quería añadir algo más. Por si eso fuera poco, las tres se iban echando miraditas. Al final me cansé.

—¿Qué? —cuestioné—¿Qué pasa?

Sam trató de abordarlo, dejando su cepillo en la mesa de noche para poder gesticular.

—Es sólo que... No crees que tal vez, hay como un... ¿patrón?

No entendía a qué se refería, y si lo entendí, quise fingir que no durante unos segundos más. Miré a Moe directamente. Ella siempre decía las cosas tal y como eran, incluso cuando no era fácil o agradable. Suspiró, sentándose en el borde de su cama. Sabía que iba a verbalizar lo que todas pensaban.

—Rylee, tienes que dejar de entrar en pánico cada vez que un chico te dirige la palabra. Son sólo... chicos. Mira, es así: es como que te encanta cantar canciones sobre amor, y escribir canciones sobre amor, pero cuando llega la hora de la verdad, te paralizas. Le das al botón de autodestrucción antes de que pueda pasar nada. ¿No crees que ya es hora de que vayas superando...—hizo una pausa, arrugando la nariz—lo de octavo, y no sé, conozcas a alguien?

Se me subió el color a la cara. Pude notar cómo las palabras se me atragantaban bajo la garganta, como si estuvieran dispuestas a dejarme en ridículo. Y cuando logré hablar lo hice totalmente en serio, pero sonaba tan alterada que quedó como una escena de una película mala.

—"Lo de octavo" —espeté— está más que superado. Y no necesito conocer a nadie, ¡muchas gracias!

Me puse la sudadera del colegio. Cogí el móvil y los auriculares y abrí la puerta dramáticamente. Moe echó la cabeza hacia atrás, y luego me miró con desconcierto.

—¿Se puede saber a dónde vas?

—¡A dar una vuelta terapéutica!

Una vez fuera, desenredé los auriculares mientras murmuraba cualquier cosa, enfurruñada. Conseguí deshacer el nudo y me los llevé a las orejas. Tenía una playlist específica para este tipo de momentos. Dejé que sonara As Fun, de Naaz. No había visto venir ese balde de agua fría.

No me podía creer que hubiera sacado a colación lo de octavo. Eso sobraba, y mucho. ¡Yo no necesitaba conocer a nadie! Desde luego, iba a quedarme con la opción de evitarle. Tenía gracia, porque la canción iba sobre vivir la vida sin ocultarte del mundo, y mis amigas siempre me estaban diciendo que hiciera exactamente eso. Sabía que alguien tenía que decírmelo, que era la verdad. Supongo que me resultaba un tanto menos desagradable escucharlo de parte de alguien que no me conocía.

N/A: Gif de Amy en multimedia ;)

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