Capítulo 24.

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Capítulo 24 Teorías conspiratorias

Ya habíamos empezado a bajarnos del autobús. Audrey y yo estábamos cogiendo nuestras bolsas cuando la directora nos pidió que le prestáramos atención a Amy un momento. La buena de Amy, que por supuesto no se iba a perder la acampada, dio unas cuantas palmadas. El resto dejamos lo que estábamos haciendo, y ella juntó ambas manos para hacer eco.

—Está bien, chicos, ya conocéis las reglas: cada uno en la habitación que le toca. Sin embargo, no es mi primera vez en este rodeo llamado campamento. Sois adolescentes y lo entiendo, hormonas por todas partes. Por supuesto, sé que vivimos en otros tiempos, así que no hablo sólo de pillar a chicos en habitaciones de chicas y viceversa. Hablo de todos. Gays y lesbianas, sabéis que os apoyo—alzó un puño en el aire, y Conan ladeó la cabeza—. El embarazo no es el único riesgo de las relaciones sexuales, también existen las enfermedades de transmisión sexual.

—Dime que esto no está pasando—farfulló Audrey, horrorizada.

—En conclusión: no voy a ser la policía del sexo—nos aseguró Amy—. Sinceramente, me da demasiado miedo lo que pueda encontrar, así que me limitaré a esperar lo mejor de vosotros. Eso sí, si decidís hacerlo, id con cuidado y usad protección siempre.

Entonces Amy me guiñó un ojo, pues tenía a Dylan a un par de metros de mí. O sea, no. Me quedé inmóvil en mi sitio, pensando que tal vez así podría volverme invisible.

Moe se acercó a nosotras entre risas, seguida por las demás, y nos dijo:

—Vuestra profe es graciosísima.

Aproveché que Jenna no estaba a la vista para abordar el tema de una vez por todas.

—¿Quién es esa chica y qué está pasando?

—Dios, no lo sé—respondió Rachel, ajustándose el gorro—. Literalmente apareció de la nada.

—Hay que echarla—concluyó Moe.

Con frustración, expliqué:

—No podemos echarla, no es como si este camping fuera propiedad nuestra. Además, tampoco nos ha hecho nada.

—Dímelo cuando hayas tenido que soportar su voz durante dos horas—soltó Sam.

Moe asintió desesperadamente.

—Estoy contigo, Sammy. Tenemos que hacer algo, porque no puede ser que de repente aparezca e intente quitarte del medio.

—¿Quitarla? —cuestionó Audrey, frunciendo el ceño.

—Sí, quiere apartarla, robarle el lugar...

—¿Suplantarla? —sugirió Audrey, y Moe la señaló como diciendo "¡exacto!".

Se me escapó una risa. Pensé que tal vez debería haber ignorado el tema, porque a veces podían montarse teorías conspiratorias que no tenían nada que envidiarle a la de que los Beatles nunca existieron.

—Chicas, ¿da todo esto un poco de mal rollo? Sí, totalmente. Pero no está intentando suplantarme—alcé las manos.

Justo cuando terminé de decirlo, Jenna salió del baño con el mismo moño alborotado que yo llevaba. Audrey frunció los labios.

—Coincidencia—aseguré nerviosamente, inclinándome hacia Moe, mientras Jenna se acercaba a donde nos encontrábamos.

—Será eso—murmuró Moe.

—Hola, chicas—saludó Jenna con emoción, y luego me miró a mí, forzando una sonrisa—. Rylee.

Le devolví la sonrisa de la misma forma, y luego miré a Audrey, casi en busca de ayuda para huir de esa situación de una vez por todas. Lo debió entender porque, sin dejar de mirar a Jenna, puso su brazo alrededor de mis hombros, como si viera a través de ella.

—Rylee, no sé tú, pero me estoy muriendo de hambre.

Yo asentí torpemente, y dije:

—Sí, yo igual.

—Nos vamos a comer—anunció así Audrey, con las cejas alzadas—. Luego os vemos, chicas. Jenna.

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