Capítulo 12.

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Capítulo 12 Cada tarde hay otra historia

Tras despertarme esa mañana, miré por la ventana: aún no era del todo de día, el sol todavía estaba saliendo. El cielo era de un tono azul pálido, y sobre él se elevaban grandes nubes rosadas, que me hacían preguntarme qué estaba por venir.

Ya estaba vestida y con la mochila preparada, sentada en mi cama. Me costó casi un minuto desenredar mis dichosos auriculares, pero cuando lo conseguí, me los llevé a las orejas. Escuché Quiet de MILCK, la versión stripped obviamente, aunque ambas son maravillosas. El estar esperando a que las chicas se arreglaran me dio mucho tiempo para pensar. Me quedé bastante impactada con lo que Chase nos contó. ¿Sería verdad? Bueno, no creía que nos hubiera mentido, ¿qué razones tendría para hacer tal cosa?

También me preocupaban mis amigas. ¿Alguna vez habéis sentido que estáis perdiendo a vuestras amigas y no podéis hacer nada para evitarlo? Me sentía exactamente así, como si se estuvieran alejando de mí, o estuviesen a punto de hacerlo. Aunque lo cierto es que era totalmente a la inversa. Era yo la que me sentía aislada al estar viviendo una mentira. Y algo me decía que mientras siguiéramos con ella, esa sensación no se iba a marchar.

Cuando la canción terminó, Sam se acercó a mí con una sonrisa, y yo me quité los auriculares.

—Ya estamos, perdón por tardar. ¿Todo bien?

Sonreí con ganas, y me levanté de golpe, echándome la mochila al hombro.

—Sí, ¡y ahora vamos, o llegaremos tarde!

Ellas asintieron, dándome la razón. Cogieron sus mochilas rápidamente y salimos de la habitación. Todas charlaban y yo me limitaba a asentir e intervenir de vez en cuando. En ocasiones, me sentía desconectada del mundo real. Como si no pudiese evitar que mi imaginación tomase las riendas, levantándome lejos del suelo.

A primera hora, Moe estaba sentada conmigo. Compartimos una mirada lo menos discreta posible cuando Conan entró por la puerta, ya vestido como un chico Walkway. Pocos segundos después, se sentó en la mesa que estaba detrás de nosotras. Suspiré con teatralidad, masajeándome la frente. Tenía que ser una broma.

Me llamó por mi nombre varias veces, pero yo conversaba con Moe, fingiendo que no le oía. Ella intentaba hablar lo más alto posible para que resultara más creíble. Adoraba la forma en que Moe siempre captaba lo que yo quería decir, incluso antes de decirlo, e intentaba buscar un plan o una solución en cuanto antes. De todas formas, aquella vez no pareció servir, ya que Hayes siguió insistiendo y al final me giré bruscamente hacia él.

—¿Qué quieres?

Pareció algo asustado por unos segundos, pero no tardó en recomponerse.

—No sé qué es lo que te han contado—empezó—, pero te puedo asegurar que no es cierto.

—¿Por qué debería creerte?

—¿Y por qué no? —arguyó él.

—Chico—intervino Moe, con los brazos apoyado en su silla—, aquí es ella la que hace las preguntas—terminó señalándome con el pulgar y yo asentí.

—Eso. Y, oye, ¿por qué no nos dejas en paz? —solté yo, sorprendiéndome a mí misma—¿Es que no has tenido suficiente molestando a mis amigos?

Se me quedó una mueca en la cara justo después de decir eso. Realmente no sabía si podía considerar a Will y Dylan amigos míos, pero algo sabía, y era que no eran mala gente, y no me gustaba verlos metidos en problemas.

—Toda historia tiene dos versiones, ¿sabes?

Bueno, el chico tenía razón, había que reconocérselo. Suspiré.

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