Capítulo 25.

1.4K 88 16
                                    

Capítulo 25 Hay una especie de sentimiento al otro lado...

Las cabañas eran una pasada. Estábamos, literalmente, rodeadas de naturaleza. Pensé para mí misma que eso es lo que había debido imaginar Taylor cuando escribió folklore. Los ventanales de la cabaña filtraban sin temor la luz del día y, por si fuera poco, disponía de un montón de madera sobre la que sentarme si quería tocar la guitarra. Sin embargo, apenas tuvimos tiempo de dejarnos caer por ahí. Resultaba que lo de Audrey no era un farol: sí que se estaba muriendo de hambre, así que fuimos al comedor y poco después nos volvimos a las cabañas, en efecto, pero para echarnos una siesta porque habíamos terminado con dolor de tripa.

No sé cómo ni por qué, pero soñé algo de que Little Mix nos invitaban a subir con ellas al escenario. Me encontraba en la mejor parte del sueño, a punto de llegar a mi solo cuando el ruido de una... ¿trompeta?, me desperezó por completo.

Pegué un chillido y tanto Audrey como yo nos caímos de nuestras respectivas camas, dándonos de pleno contra la madera. Al menos, no tendremos mala suerte. La música—que sonaba cómo algo con lo que te levantarían en el ejército—no había cesado en todo ese rato. Mi amiga se sobó la cabeza mientras preguntaba:

—¿Qué demonios es eso y cuándo va a parar?

—No lo sé—respondí, todavía asustada—, ¿la banda haciendo free style?

Nuestras preguntas quedaron resueltas cuando la puerta se abrió de par en par, el sonido de la trompeta destrozándonos los tímpanos. Detrás de ella se encontraba Amy Marper, que nos observó con una gran sonrisa al dejar de tocar. Histérica, Audrey soltó:

—¡Por Dios, Amy! ¿Era necesario?

—Sip—nos aseguró, y sólo entonces reparé en la ridícula cantidad de crema solar que llevaba en la cara—, ¿acaso no os habéis leído el itinerario?

—¿Qué itinerario? —lloriqueé yo, mi cara pegada al suelo.

Amy nos contempló como si fuéramos bobas. Antes de largarse otra vez para reanudar su solo de trompeta (la cual estaba segura, le había robado a algún estudiante), canturreó:

—Fiesta en la piscinaaaa.

Recogí mi pelo al estilo piña mientras Audrey y yo nos dirigíamos a la piscina. Me había puesto mi bañador favorito, con rayas de varios colores. Audrey llevaba uno rojo, en plan socorrista, y cargaba con su toalla y la crema solar. Se colocó unas gafas de sol sobre los ojos. Cada vez nos acercábamos más a la música pop, y ambas nos quedamos boquiabiertas al llegar donde todos.

Amy tenía razón, despertarnos era necesario. Audrey y yo reímos mientras observábamos a la gente tirarse de bomba, por el trampolín, cantando y bailando. Nos estábamos dirigiendo hacia el resto de las chicas cuando Andy, el amigo de Dylan, se interpuso en nuestro camino. Pegué un brinco por el susto.

—Hola, chicas—nos saludó con un tono ridículo, asintiendo con la cabeza.

Audrey puso una mueca y se limitó a reanudar su camino. Iba a hacer lo mismo cuando Andy me detuvo.

—Oye, Rylee—me dijo—, ¿de qué va Audrey?

Le observé con confusión.

—¿De qué va?

—Sí, ya sabes, ¿cuál es su tipo? ¿Habla alguna vez de mí? ¿Crees que podría gustarle?

Intenté evitarlo, pero se me escapó una risa. Me llevé la mano a la boca inmediatamente, sin dejar de andar.

—¿Qué? —cuestionó él a lo lejos—¿Qué es tan gracioso?

Seguí riendo sola, y solté un gran suspiro, mis hombros sacudiéndose.

Por fin llegué hasta mis amigas, y me senté con ellas en un borde de la piscina. Todas parecieron eufóricas cuando aparecí, y no sobra decir que tenían un aspecto de lo más guay. Siempre he pensado que tenemos estilos muy diferentes e incluso nuestras personalidades no tienen nada que ver, pero todas somos interesantes y geniales a nuestra manera. Moe se bajó sus gafas de corazones para decirnos:

—Bueno, chicas, ¿mucha acción en vuestra habitación? Y, lo más importante... ¿puedo unirme?

Rachel la empujó con el pie y Moe cayó de pleno a la piscina, de forma que sus gafas quedaron flotando en el agua. Todas nos partimos de la risa.

—Eres deplorable—le aseguró Sam, inclinándose hacia ella.

—¡Era una broma! —entonces se puso a nadar dramáticamente mientras parloteaba. Pronto entendí que imitaba a Amy—Gays y lesbianas, formemos una alianza. No olvidéis usar protección...

Reí tanto que tuve que llevarme las manos al estómago. Incluso ella misma rio por su propia broma mientras volvía sentarse junto a Sam. Miré hacia el lado opuesto y pude ver que ahí se encontraba Dylan, también sentado con sus amigos. Me sonrió desde la distancia, y me dedicó un saludo a lo sargento. Apreté los labios, conteniendo una sonrisa, y mis amigas decidieron hacer un gran alboroto al respecto. Está claro que nunca aprenden.

—Bueno, ya vale—sentencié yo, mojándome un poco los brazos—. Por cierto, ¿qué es de Jenna? ¿Ha desaparecido bajo extrañas circunstancias?

Parece ser que la invoqué o algo por el estilo. Porque de la nada, Jenna apareció por la otra punta de la piscina. Y, os lo digo en serio, vi cómo todo ocurría a cámara lenta. Casi podía escuchar The Other Side de Sloan de fondo cuando se tiró de cabeza al agua, llamando la atención de los chicos y la nuestra también. Unos cuantos segundos después, salió al exterior de nuevo, y se pasó las manos por el pelo, nadando en nuestra dirección. Audrey se quedó boquiabierta.

Tenía que reconocérselo: había sido una buena entrada.

Jenna apoyó sus brazos en el borde donde nos encontrábamos, sonriendo. Moe me indicó con un movimiento de cabeza furtivo que si yo tan solo le hacía un gesto, ella ahogaría a Jenna. Negué rápidamente con la cabeza.

—Yo también quiero reír—habló por fin la morena, con inocencia—. ¿De qué hablabais?

En mi dirección, Moe vocalizó un "¿esto también es una coincidencia?". Me limité a soltar un suspiro, cruzándome de brazos.

Better togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora