Epílogo.

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Epílogo.

El último día de clase llegó tan rápido que no tuve tiempo ni de procesarlo. El verano se avecinaba sobre nosotros de forma inminente, como un puente entre el instituto y la universidad, y la verdad es que me daba algo de pena. Sobre todo, porque era mi último año en Walkway, y era raro dejarlo todo atrás. Ethan tenía suerte: todavía le quedaban un par de años allí.

Visualicé a Dylan a lo lejos, y me acerqué hasta él mientras me alisaba la camiseta. Se había puesto esa sudadera que tanto me gustaba, la que llevaba aquel día en el tejado.

—No sé si te lo he dicho, pero me gusta mucho esa sudadera.

Miró hacia abajo para acordarse de qué llevaba puesto, y dos segundos después se la empezó a quitar. Abrí la boca, soltando alguna vocal cuando me la entregó como si nada.

—Quédatela.

Alcé las cejas. Ese chico tenía un problema serio a la hora de regalar sus pertenencias. Se me escapó una risa.

—¿En serio?

—Ajá.

Me encogí de hombros, complacida. Sin pensármelo más, me la puse y me subí la cremallera. Giré despacio sobre mí misma a la par que extendía los brazos. Asintiendo con una sonrisa, me aseguró:

—Te queda mejor a ti.

Me dio un beso, y al separarnos, me dediqué a contemplarle. Se colgó bien la mochila del hombro y, de camino a su Jeep, anunció:

—¡Te quiero!

—Y yo a ti.

Dejó sus cosas en el asiento del copiloto y luego rodeó el coche para sentarse frente al volante. Colocó la llave para arrancar el coche y me miró. Le saludé con la mano y él hizo lo mismo, regalándome una de sus mejores sonrisas. Arrancó el coche y se fue, y yo no dejé de mirar hasta que perdí su coche de vista.

Mis cuatro mejores amigas aparecieron a mi lado. Pensé que, sin ellas, ese año no solo habría sido imposible de superar, sino que tampoco habría tenido sentido. Rachel apoyó un brazo sobre mi hombro.

—Tranquila, Rylee. Pasaremos mucho tiempo las cuatro juntas en verano, como de costumbre. Bueno, las cuatro juntas más Audrey.

—¿Gracias? —contestó ella, y reí con ganas.

Por otro lado, Moe se removía en su sitio. Parecía intentar decidir si preguntarnos, para hacerlo por fin:

—¿Creéis que será todo muy diferente? En la EASD.

La Escuela de Artes de San Diego. Todas la habíamos elegido como nuestra primera opción. Sam rio un poco, de brazos cruzados, sus trenzas golpeando su espalda.

—No lo creo. Al fin y al cabo, la uni no es más que un montón de chicos y chicas recién salidos del instituto, ¿no?

Todas asentimos, de acuerdo con su declaración. Nos unimos en un abrazo grupal y, después, cada una se fue por su lado. Por mi parte, saqué el móvil para enviarle un mensaje a Ethan. Me disponía a preguntarle dónde estaba, pues papá pasaría a buscarnos con el coche dentro de nada. Sin embargo, no hizo falta, pues pronto le vi bajar por las escaleras, despidiéndose pasivamente de sus amigos. Me acerqué a él, poniendo mis manos en los bolsillos de la sudadera.

—Ethan, nos vamos.

Cómo no, podríamos decir que me ignoró por completo. Me lo quedé mirando cuando se detuvo un momento frente a aquella chica de su curso, Lacey Newton. De complexión oscura y radiante, estaba riendo yfirmando el anuario de la que supuse sería una de sus amigas. Se apartó suslargas trenzas sueltas de color marrón de la cara, creando una burbuja con suchicle.

Levantó la mirada del libro cuando Ethan se aclaró la garganta y le dijo:

—Buen verano, Lacey.

Fruncí los labios, sorprendida. Pero desde luego, no tan sorprendida como ella, que hizo petar la burbuja mostrando así su cara de confusión total. Casi como si no entendiera la situación, respondió:

—Igualmente.

Yo tampoco lo entendí, y pensé en preguntar, pero sabía cómo era Ethan y además lo cierto es que en cuestión de segundos, ya estaba colocándose sus cascos otra vez como si eso no acabara de ocurrir. Así que me limité a pasarle el brazo por los hombros mientras andábamos por la acera.

Al otro lado de la calle se encontraba papá, que salió del coche para llamarnos la atención con la mano. Sonriente, me lancé a sus brazos. Metimos nuestras bolsas en el maletero antes de subirnos al coche. Esta vez, yo de copiloto, y Ethan detrás. Aproveché para escoger la música, y revisé todos los discos en la guantera, sin dar con uno que me convenciera. Terminé encendiendo la radio, pasando de emisora en emisora casi sin pensarlo, hasta que me decidí por una en especial. Quedé congelada al darme cuenta de qué sonaba. I Can't Wait To Meetchu, de Macy Gray. Era la canción de mamá. Bueno, así la llamábamos nosotros, simplemente porque siempre que la tocaba, teníamos que sentarnos a escuchar. Así que eso hicimos: nos sentamos a escuchar.

Papá llevaba el volante con una mano, sonriendo. Me giré para mirar a Ethan, que se sacó los cascos lentamente, dispuesto a escucharla. Y ninguno dijimos nada, pero sabíamos lo que estábamos pensando. Inspiré y solté todo el aire, mirando por la ventana y asintiendo al ritmo.

Mi padre me echó una mirada rápida.

—¿Y esa sudadera?

Bajé la mirada hacia mi ropa y sonreí, encogiéndome de hombros.

—Es de Dylan.

Entonces levantó las cejas y asintió. Yo contuve una risa, sabiendo que se estaba esforzando. Tenía un semblante pensativo, y me pregunté si tal vez intentaba hacerse a la idea de que los años pasan como días y ya nada iba a ser igual. Desde luego, no sería el único que se sentía así. No obstante, de repente pareció tranquilo.

—Dylan—repitió, asintiendo de nuevo—. Habrá que invitarle a cenar un día, ¿no?

N/A: Muchas gracias por leer esta novela, sois las mejores lectoras del mundo, sí, pero para mí sois mucho más que eso. Sois geniales, nunca lo olvidéis. Gracias otra vez por todo y nos vemos muy pronto en Back Together.

Os quiero <3

Better togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora