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Estoy hecha un lio. Mi cabeza no entiende nada. Yo no entiendo nada. Hace unas semanas no creía que iba a pasar todo lo que pasó, pero pasó. Desde lo de Marcus, algo en mi cambio, y no sabría decir si es para bien o para mal. Solo lo siento. Y ahora, tengo a Benicio pegado a mis talones durante todo el dia. Todos cambiamos. Mis hermanos están más protectores y mis padres el triple de preocupados. Pasaron solo unos días desde esa maldita noche, pero entre tanto, sucedieron miles de cosas. El que consume la mayor parte de mis pensamientos, es Benicio.

- No puede ser de otra manera - pienso. Hace unos minutos que se durmió y con su respiración lenta, empiezan a fluir ideas.

No solo mi familia y amigos cambiaron. Sé, que Benicio, siente culpa la mayor parte del tiempo y me confunde. Estará conmigo porque cree que después de todo, es lo que tiene que hacer?

- Si las cosas hubieran sido diferentes, estaríamos igual acostados, enrollados en mi cama? - pienso - Sin lo de Marcus, sin la llamada de anoche.

No dudo de lo que siento, imposible sería hacerlo, pero dudo de lo que realmente siente él. Soy consciente de que lo mejor seria hablarlo, pero no lo voy a hacer, va a pensar que soy insegura y no quiero.

Mis padres se tomaron las actitudes de Benicio con total naturalidad. Les pareció bien que durmieramos juntos, o que me abrace y agarre de la mano, hasta nos dejaron solos mientras caminábamos por la peatonal.

Tenía el pasaje programado para mañana después de almorzar, pero ahora que Benicio está acá y con auto lo cambie para cuando termine los finales, asi que mañana nos espera un lindo y espero no incómodo viaje.

Me acurruco más sobre su cuerpo y empieza a hacerme caricias en la espalda. Quiero pretender que durmo y no muevo un musculo.

- Te quiero tanto cachetes - dice suspirando, mientras deja un beso en mi frente.


Cuando despierto estoy sola en la cama, otra vez. Realmente, no se como hace para despertarse antes que yo en mi casa, porque en Buenos Aires tengo que prácticamente tirarlo de la cama. Pongo música y prendo la ducha. Me cambio rápido con lo que deje listo anoche, mi jardinero negro y una remera corta, blanca y salgo del cuarto con hambre. Deduzco que están en la cocina por la risa de mamá.

- Necesaria a esta hora? - regaño cuando entro.

- Buen dia - dice Benicio y me da un beso corto en los labios. En la mesa están mis viejos rodeados de una cantidad excesiva de comida.

- Que esta pasando aca? - pregunto y me siento al lado de Catherine.

- Almuerzo de despedida - dice papá con una sonrisa triste.

Durante estos tres días que estuve en casa, los aleje todo lo que pude. No quiero que exageren. Tienden a hacer que las situaciones se vean más difíciles de lo que son y no necesito eso ahora. Tampoco que me protegan porque puedo sola, aunque, en el fondo, tengo que admitir que venir a Mar del Plata me hizo muy bien.

- Demasiado depresivo para arrancar el día - digo en broma y le tiro una papafrita a papá.

El resto de la hora, Catherine, se la pasa hablando y contando cosas que no debería.

-Creo no podía estar más enojada - empieza.

- Mamá por favor - le pido.

- No dale conta - la incentiva Benicio. Lo fulmino con la mirada.

- Era verano, Isa tendría unos cinco años y estaba en cama con fiebre. Hacia ya una semana que estaba encerrada sin ver a sus amigos, ni la playa y lo único que hacía era repetirme que tenía ganas de tomar helado, pero no podía - se rie tan fuerte que tira la cabeza para atrás. Voy a matar a esta mujer - Las amiguitas vienen a buscarla para ir a tomar un helado, pero no la deje y lloro el resto del dia. Me sentía muy mal por ella, parecía importante , entonces decido a la tardecita ir a comprarle un helado - dice mirando a Benicio - Cuando volví no la encontraba en casa y empecé a desesperarme, capaz Alfred había llegado antes del trabajo y por emergencia se habían ido a la guardia - papá empieza a reirse tambien.

- Basta - ordeno sin sentido.

- Lo llamo enojada, ya arrancando el auto para ir al hospital, pero podes creer que la veo llegar a casa en pijama, con un pote de helado enorme, tan feliz que me dio pena retarla.

- Si claro - le reprocho.

- Bueno sí, la rete, estuvo una semana más encerrada en casa. Es que además había sacado plata de mi campera, un montón.

- Fui y le dije al señor, "Cuánto me alcanza?" - exlpico - Eso hacía en el kiosco del colegio.

- Desde chiquita tan decidida e independiente - termina papá - Los hermanos no paraban de reírse y felicitarla.

- No se porque no me sorprende - dice Benicio.

Levantamos la mesa y cargamos los bolsos al auto. No tardo mucho en saludar y ponerme el cinturón, odio las despedidas. Es lindo venir y sentirse mimada, pero el momento de irte es lo peor. Benicio arranca el auto y me permito mirar, por última vez.

Mis viejos están parados frente a casa. Papá consolando a Catherine, que es a la que más le cuesta, y no aguanto.

- Para el auto Beni - digo con un nudo en la garganta.

Me bajo corriendo y los abrazo. A veces me olvido de la suerte que tengo. Siempre me cuidaron, y no solo físicamente. Me escucharon, entendieron y lograron que, aunque me cueste decirles te quiero, lo haga con todo mi corazón.

- Gracias por ser como son - el nudo en la garganta no me deja hablar - Los quiero mucho - doy media vuelta y corro al auto.

- Nosotros a vos, Isa - dice papá - Buen viaje.



¿Mejor Amigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora