Mis besos en el cuello la despiertan. Quejosa se pega a mi cuerpo.
- Porque hay tanta luz en este lugar ? - pregunta.
- Cachetes borracha - respondo acariciando su espalda.
La piel tan blanca y suave, envuelta en pecas y lunares. Todos ellos desparramados desde los hombros hasta lo más bajo de su cadera. Aun con los asquerosos moretones, su cuerpo nunca dejó de ser perfecto y delicado. Despacio bajo la mano hacia su cintura y paso el limite. Su risa nerviosa me vibra en el pecho y la giro para poder verle la cara.
La sonrisa va desapareciendo en cuanto pasan los segundos.
- Necesitamos hablarlo - dice y asiento con la cabeza para que empiece - No se que decir.
Ahogamos la risa en un beso y con el final Isabella aprovecha para acomodarse sobre mi. Me quedaria asi todo el dia.
- Tengo el auto, puedo ir a Mar del Plata y vos despues venir a Córdoba - digo y noto que quiere decir algo pero se traba, como siempre - Dale larga.
- Hable con mama - dice dibujando con el dedo garabatos en mi pecho - Y los invito para año nuevo a Mar del plata, a vos y a toda tu familia, solo estaríamos lejos en navidad.
- Tendría que hablar con mamá pero no creo que tenga problema - digo.
- Nuestras mamás ya hablaron - dice despacio como si eso genera menos impacto, pero lo único que me hace es reír.
- No esperaba menos - digo con un guiño corto y una media sonrisa - Tenía ganas de organizar un viaje de amigos, entre todos.
- Sin Fernanda - comenta rápido.
- Y definitivamente sin Juliano - digo y se levanta abrochando mi camisa.
- Qué queres desayunar? - pregunta caminando rápido a la cocina.
- El resto de lo que tenes para decir - sé que está intentando descartar el tema, porque por más que quiera charlar, le cuesta expresarlo.
Por un rato reina el silencio asique me levanto y pongo el pantalón. Apoyado en el marco de la puerta, veo a Isabella sentada en la mesada examinando sus manos sin realmente prestarles atención. A comparación mía, Isabella es un paredón que constantemente parece estar al borde de romperse pero no lo hace.
Camino hasta su lado y le agarro las manos. La miró expectante y recibo un bufido como respuesta.
- No voy a prometerte que no voy a ponerme celoso ni que vamos a pasar el verano sin pelearnos - su cara es incredulidad pura - Pero te prometo hacer todo lo que pueda para evitarlo, si?
- Te amo - dice tan bajito que no entiendo bien, pero al ver mi cara lo repite fuerte con una sonrisa de por medio - Te amo.
La alzo en brazos y hago girar.
Mala idea.
Corre al baño y cierra la puerta con traba. No me va a dejar pasar así que preparo agua con limón y me siento afuera a esperar.
- Dale Isa - insisto - Abrí la puerta.
Del otro lado se escucha la cadena y el intenso spray. El olor a lavanda que expulsa el baño se te impregna en la nariz.
- Buenisimo, ahora voy a oler a lavanda una semana entera - digo en tono de broma y mi novia intenta empujarme sin éxito - Te daria un beso pero es demasiado, gordi.
- Cuando me sienta mejor te voy a perseguir con mi arma mortal - amenaza dejando el spray para agarrar el cepillo de dientes.
- Que buena estas - y si que lo está, mi camisa le tapa solo un poco más que la ropa interior y deja ver sus largas piernas - Mamita querida.
- Es joda no? - pregunta cuando gira y le cae pasta dental manchando mi camisa - Upss.
- Ah, querés guerra? - pregunto en broma.
- No, por favor no - responde entre risas intentando alejarme con las manos.
La abrazo, hago cosquillas y muerdo despacio el cuello pero ella no se queda atrás. Sin vacilar me mancha con pasta dental, tomo distancia sorprendido y termina de ganar cuando me apunta con el spray.
- Muy obvia señorita Isabella - digo agarrando su brazo y atrayéndola.
Pasa los brazos por mi cuello empezando un beso intenso. No tarda mucho en volverse mutuo, desesperado. Sin despegarnos nos metemos a la ducha, y a pesar del agua, no cortamos el beso.
Cuando nos separamos aprovecho a correrme el pelo de la cara y contemplarla. Bajo el agua, se peina tranquilamente mientras la camisa no deja espacio entre ella y su cuerpo. No solo la amo por lo físico, también lo hago por todo lo que expresa con él y eso la vuelve única.
Despeja su cara con las manos y se acerca sonriente, picarona. Desabrocha boton por boton. Se hace interminable. Corro otra vez el pelo nervioso y una sonrisa malvada aparece en su cara. No aguanto más y dando un paso apoyo mi mano derecha en el cuello de Isabella.
Dejo una caricia rápida en su pera para después despegar la camisa del cuerpo. Tan fascinante como siempre. Aunque no me canso de verlo, corro la mirada para encontrarme con la suya. No creo que necesitemos palabras en este momento para entendernos. Con la esponja enjabonada la giro para empezar por la espalda. Un lunar tras otro hacen que baje recorriendola entera. Al llegar a la parte baja me agacho y dejo un beso. Agarrada de la manija, a Isabella se le tensiona el cuerpo y a mi me parece lo más lindo del dia.