Benicio sigue preguntándome cada dos minutos si estoy bien, durante toda la semana. Me mentalizo para no ilusionarme, demuestra preocupación por el accidente y, en cierto punto, se cree culpable.
El fin de semana, ya me siento confiada con las muletas y puedo hacer más cosas sola. Tenerlo esta semana, fue muy importante para mí. Me sentí acompañada y hasta un poco mareada.
Verlo tan cercano en mi día a día, me recordó el porque de mis sentimientos. Tuve que esconderlos durante todo este mini paraíso, temporal. Ya no duele tanto, hasta fluimos como lo hicimos siempre.
Tengo que estar muy concentrada, se vienen los últimos parciales del año. Me organizo para estudiar una semana sola y después, tres días antes de la fecha, los chicos se instalan en casa. Algo que en esta vuelta, agradezco.Aunque intento, me cuesta no esperar atención de Benicio. Estamos tan concentrados con la facultad que eso me ayuda.
A veces, me hace algunos comentarios que me duelen, como cuando estábamos por subirnos al auto y peleando a Cristian grite que iba de acompañante, pero me respondió
- No Isabella, Cristian siempre viene adelante - por su cara me di cuenta que no era joda.
- Esta bien, no me molesta ir atrás - dice Cristian- Solo por hoy Isabella - termina en tono burlón.
No me importó y me senté atrás. Le clavé la mirada asesina de Jabalina a Benicio. Me dura menos que Cristian enamorado, y cuando hacemos contacto visual por el espejo retrovisor, le sonrío.
No sólo no me la devolvió, sino que puso cara de asco y corrió la mirada.
Sentí que me partí al medio. La situación cada vez se estaba poniendo peor y culpa mía.
Estoy perdiendo a mi mejor amigo.
Al pasar los días empecé a evitarlo, dejó de importarme si lo notaba, necesitaba recomponer fuerzas y desacostumbrarme a tenerlo conmigo todo el tiempo.
Terminamos los parciales y organizamos para salir a la noche.
Esta vez no dudo, ya no tengo yeso, y la marca del corte ni se nota. Me pongo unas calzas negras, un top azul marino, con encaje y zapatos negros también. Debería buscar en Goggle que significa tener el noventa y ocho por ciento de la ropa negra. Me maquilló poco en los ojos, un color oscuro en la boca.
Mañana me voy a Mar del Plata en colectivo, por eso tengo el departamento ordenado y la valija hecha. Necesito un fin de semana en familia, antes de poder enfrentar posibles recuperatorios y finales.
Le doy de comer a Jabalina y me voy. Por más que de día este lindo, a la noche Buenos Aires es fría y me reprocho por no haber traído más abrigo que la campera de cuero.
Me busca Benicio, con Cristian y dos amigos. Entrar al chevy es como bañarte con perfume de hombre, demasiado para mi gusto, que asco.
La previa es tranquila. Claudia no podía salir, así que estamos los de siempre menos ella. Entre todos, encuentro a Fernanda, y miro a Benicio instantáneamente. Esta viendo lo mismo que yo, pero se pone a contestar mensajes.
Me tiro en el sillón con Gaston, y empezamos a charlar. Cuenta de un nuevo chico con el que se esta viendo, y lo feliz que se siente. Logré, durante, lo que habrán sido, unos quince minutos, disimular las miradas dirigidas a Fernanda y Benicio. Estan charlando mientras le prepara un vaso a la chillona, de algún alcohol color azúl, pero Gasti es de las personas más perceptivas que conozco y no tarda mucho en darse cuenta lo que pasa.
- Definitivamente hoy tomas conmigo, necesitas un trago - me dice.
- Que ? No no, no quiero viajar descompuesta - le explico.
- Es que no me importa eso, mañana es mañana, hoy es hoy - se fuerte Isa - ya me di cuenta lo que te pasa, me relleno mi vaso y te traigo uno para vos también,así charloteamos - me relajo en el sillón, se que cuando vuelva empieza el cuestionario.
- Te gusta - afirma.
- Sí, el trago está bueno - voy a intentar decir lo menos posible. Una cosa es pensarlo y otra decirlo en voz alta.
- Ya sabes de lo que te estoy hablando, lo que te gusta se para en dos patas, y no es un canguro - a veces no lo entiendo con sus metáforas, pero igual me río.
- No, de verdad que no - Mentirosa.
- Estas en negación hoy, bueno, entonces yo también - lo miro confundida - no soy gay - nos empezamos a reír.
La previa sigue tranquila y culpa del alcohol, empiezo a tener calor así que me saco la campera. Ya no me fijo en Benicio y Fernanda porque estoy con Gasti bailando. No se como terminamos bailando arriba de una mesita ratona pero Mike, el dueño de casa, nos bajó.
- Aburridooooo - gritamos al mismo tiempo.
Al rato salimos para el boliche, en el camino cantamos " azul" de Cristián Castro a todo lo que nos da la voz.
Vamos en el auto de Benicio con Cristian y Gaston. Tomé lo suficiente como para que no me importe Benicio y todas sus caras de mal humor.
En el boliche nos encontramos con Jazmín, la otra amiga de las chicas y vamos a la pista. Tres chicos nos vienen a sacar a bailar. Por los movimientos de toqueteo confianzudo que hay entre Gastón y uno de los chicos nuevos, mientras bailamos "Hipnotizame", reconozco que es el que me contó hoy. Si, tenia razón, es muy musculoso.
Terminamos Jazmín, el chico rubio que la sacó a bailar a ella y Marcus que bailó conmigo, en la barra. Los otros dos desaparecieron y si estuviera sobria puede que me preocuparía, no es esta ocasión. Me pido un campari y quiero volver a bailar pero al final, quedamos solos con Marcus. Lo agarro del brazo y lo llevo a la pista, no voy a dudar de bailar con un chico lindo. Ponen electrónica y me acerca con las manos en la cintura, la que baila, no soy yo, definitivamente es otra Isa que no conozco.
Me duele la panza de reírme, que genial encontrar a alguien donde te podes reír y bailar al mismo tiempo. Marcus parece saber todo lo que me gusta, me gira, me abraza, me suelta, me da un beso en la mejilla, me corre el pelo en la medida justa de cariño para después atraerme otra vez a él.
Empiezan a ser las seis y ya mi cuerpo lo sabe. No doy más, seguir tomando en el boliche no fue una buena idea. Me despido de Marcus y empiezo a caminar para la salida.
Alguien me agarra fuerte del brazo, justo donde tenía el corte y, aunque ya pasaron unos días, me duele de más. Me doy vuelta rápido y veo otra vez a Marcus.
- Te olvidaste de pasarme tu número - no, no me olvidé, no me gusta pasar mi número porque sí.
- Ya me estoy yendo - le digo.
- Dale no seas amarga - me mira haciéndose el lastimado.
Le termino pasando mi número porque la verdad, es que la pasé bien, y aunque no frecuente hacerlo tengo ganas de que Marcus me escriba.
Le sonrió como para dar terminada la conversación pero me vuelve a agarrar del brazo. Esto ya me esta molestando.
- Qué queres Marcus ? - pregunto.
- Tranquila, vamos a bailar un rato más.
- Nono - le digo sonriendo, pero ya caminando otra vez a la puerta.
Me vuelven a agarrar del brazo pero esta vez más fuerte y sin dejarme dar vuelta. Marcus al oído me dice
- No te vas a escapar de mi - ya me empiezo a alarmar.
- Basta, no jodas más, me voy - le ordeno.
- Vos no te vas a ningún lado - me abraza.
Intento safarme pero no puedo, no me había dado cuenta lo fuerte que es. Cada vez que intento con más fuerza soltarme, su presión crece. Me paralizo. Están todos bailando alrededor, riendose.
Intento pegarle una patada en su amigo pero se logra correr y le pego al aire. Parece que bailamos pero en realidad estoy intentando safarme y no me deja. Me ahogo.
Grito con todas mis fuerzas y me quema la garganta pero me tapa la boca. Cómo es que nadie se da cuenta ?
Largo toda la saliva que puedo, capaz le da asco y suelta la mano pero lo eschucho reírse. Siento en la espalda la vibración de su carcajada. No me deja mover los brazos ni aunque sea un centímetro y me largo a llorar. Esto no puede estar peor pienso. Dejé de hacer fuerza, aprovechó y me atrajo más a sí mismo. Noto como mientras, se hace el que bailamos, se resfriega en mí.
Cuando ya no doy más levanto la mirada y veo a Benicio parado mirándonos, serio. Le grito con la mirada, pero se va.
Me dejó sola, así.
Vuelvo a intentar safarme pero cada vez es más imposible. Tiemblo, como nunca lo hice. Tengo miedo y desesperación.
No hay ningún policía en este lugar ?
Nos seguimos moviendo por lo que a mi me parecen horas.
Quiero que me suelte, por favor, quiero lo haga.
Veo a Gaston caminar riéndose con Jazmín, frenaron y se pusieron a mirar la pista.
Necesito moverme mucho para que noten algo raro.
- No te vas a poder ir - me susurra al oído, parece tan lejos la música del boliche. Me siento en un segundo plano, gritando que alguien me escuche - Quedate quieta, ya termino - tiemblo.
Se está masturbando con mi cuerpo.
Saco fuerzas de donde puedo y empiezo a patearlo.
Jazmín me ve. Corren y lo empujan a Marcus. Atrás de ellos viene Mike y le empieza a pegar.
Me caigo al piso. No me importaron ni los vasos usados, ni las botellas, ni el posible vómito, ni si había vidrios. Me hice un bollito y cerré los ojos.
La música empezó a bajar y escuche gritos. Alguien está gritando, capaz Marcus le esta haciendo lo mismo a otra chica. Me levanto rápido y todos me miran.
Los gritos eran solo míos.
Gaston y Jazmín me abrazan, acompañándome afuera. El choque del viento frío, me ayuda un poco a despejar la mente.
- Me quiero ir a casa - les digo.
Me acompañan y se quedan a dormir.
Yo no puedo, cada vez que cierro los ojos me vienen flashes de gente bailando, riendo. Me acuerdo de Benicio , serio, hasta parecía enojado.
Capaz cree que tengo la culpa. Capaz fue mi culpa. Le di mi número, dejé que me frene tres veces. Capaz no hice la fuerza suficiente.Me despierta una alarma que no me acuerdo haber puesto.
Mi cuarto está oscuro y Jabalina no está conmigo. Me siento fría y me duele el cuerpo. Me acuerdo. Me acuerdo de su olor a cigarrilo, me acuerdo de su voz susurrándome en el oído que ya estaba por terminar. En el intento de prender la luz de la mesita, la tiro y grito.
Me desespero, necesito salir de esta oscuridad.
Corro y abro la puerta. No llegué a contarlas, pero por lo menos diez personas están en el living de mi departamento. Se paran todos apenas salgo del cuarto , pero yo solo veo a uno.
Bronca, desilusión, angustia y mucho más, recorre mi cuerpo. Cruzo el espacio entre nosotros y le pego una cachetada. Me doy vuelta y camino rápido, quiero esconderme otra vez, pero veo la cara de mi mamá.
Está horrorizada viendo algo en mí. Sigo su mirada y se me hiela la sangre, conté seis y no aguanté más.
Cerré la puerta del cuarto y me encondi abajo de las sábanas. Como si eso fuera a tapar el dolor y las manchas de mi cuerpo.