Me tiro en la cama después de dejar a Isabella en su departamento. Fue un día muy intenso, y aunque me encantaría terminarlo con ella, sé que necesita estar un rato sola para procesar todo lo que vivimos en el Zoológico.
El vapor de la ducha desprende de mi cuerpo su perfume a lavanda y pesar de que hace apenas unas horas que nos despedimos, la extraño. Tengo un constante miedo a que se aburra de mí, que la distancia de este verano nos separe no solo físicamente.
Paso las próximas horas tirado aburrido hasta la médula. Les escribí a los chicos para salir a tomar algo pero Mike tiene planes con Claudia y el tonto de Cristian, como siempre, no responde. Sigo haciendo zapping sin sentido cuando entra una llamada a mi teléfono. Atiendo sin mirar confiado de que es Cristian.
- Benicio - dice Lautaro.
- Hola? - pregunto haciéndome el distraído.
- Benicio soy Lautaro.
- Ah - respondo sin saber qué más decir.
- Estamos con Manuel en Buenos Aires, pásame tu dirección que te buscamos para tomar unas birras - automáticamente largo un bufido.
Sin decir palabra, corto la llamada y sigo haciendo zapping. No pasa mucho tiempo para el segundo mensaje.
- Te estamos por pasar a buscar, encontramos tu dirección en Instagram. Prepárate que vamos a Antares a tomar algo.
Sin todavía contestar, miro por unos segundos el teléfono y mi cabeza debate si hacerles caso o no. Una gran parte de mí sabe que nada bueno puede salir de este encuentro, y la otra me incentiva a creer que las cosas son diferentes ahora. No?
- Ok - contesto y bajo las escaleras.
Ya en la vereda cada vez se suman más dudas. Estoy a punto de volver a encerrarme en el departamento cuando los veo llegar.
- Lindo auto - piensa sarcásticamente la vocecita e intento rechazarla lo mejor que puedo.
La primera hora me repito una y otra vez que vine solo a pasar el rato. Para la segunda estoy más relajado, la cerveza ayuda.
- Asique estas de novio - dice Lautaro - Que buena que esta!
- Sí, tengo suerte - digo y pensar en Isabella me ayuda a controlar las ganas de pegarle.
Sigue todo igual que siempre. Lautaro manipulador, Manuel perrito faldera. Y yo. Que me callo todo.
- Pensé que después de Sofía no ibas a volver a sentar cabeza - sigue hablando Lautaro - Con todo lo de los cuernos y lo de tu viejo.
- Las personas cambian - dice Manuel y me mira de manera comprensiva. Tiene las mismas ganas de pegarle que yo.
- Eso ya se sabe - contesta Lautaro y por un rato se queda callado.
Al rato decidimos irnos a una previa. Más allá del pelotudo de Lautaro, el tiempo se está pasando rápido y no esta tan mal como lo había pensado.
Lautaro saca una botella de alcohol casero, tiene un color verdoso que transmite desconfianza. Por la cara de Manuel me doy cuenta que la que se viene no es buena. Pienso como puedo zafarme y no encuentro mucha vuelta. Para poder bajarme del auto alguno de los dos tiene que salir primero porque no tiene puertas traseras. Estamos lejos de casa y no tengo sube, me quedaría tomarme un taxi y rezar que no me arranquen la cabeza con el precio.
Mientras Manuel se niega a tomar y Lautaro lo obliga, busco mi celular para mandarle un mensaje a Isabella pero no lo encuentro.
- Lo tengo yo - dice el maldito - Que querías? mandarle un mensajito a tu novia?
- Deja de ser tan idiota y devuélvemelo - pido intentando que no suene a ruego.
- Primero lo primero - dice entregándome la botella - Hasta que yo diga basta.
Doy sorbos cortos para engañarlo pero nadie puede hacerlo.
- Toma bien, no seas nenita - ordena inclinando la botella con fuerza.
Apenas mi teléfono empieza a sonar, me desprendo de la botella tanteando el piso para encontrarlo.
- Seguís tan tonto como siempre - dice y un repentino mareo no me deja focalizar la vista - Hola, Benicio no puede hablar en este momento.
Sé que es Cristian por el tono de la llamada y lo único que logro hacer es gritar "Lautaro". Cristian sabe lo que significa. Cristian sabe al límite en el que me hace llegar, en lo que me transformo.
Al cuerpo lo siento cada vez más cansado, el líquido verde me pego re duro y me doy cuenta que es ahora o nunca. Pienso en Isabella y suelto toda la mierda que tengo adentro. Cruzo el brazo entre el asiento de Lautaro y la puerta. Le rodeo el cuello con fuerza y digo lo que hace mucho quise decir.
- Pedazo de mierda, no vuelvas a aparecer nunca más en mi vida – Manuel intenta zafarme pero hasta Lautaro deja de luchar – Te vas a pudrir solo.
Tras pegarle una piña o dos, le arranco el teléfono y le grito a Manuel que desaparezca. Corro por lo que pueden llegar a ser cincuenta cuadras. No creo estar haciéndolo de manera recta pero me las ingenio para esquivar a las pocas personas que están en la calle a esta hora. Después de un rato caigo en la cuenta que estoy llegando a lo de Isabella e indiscutiblemente es lo que más necesito en este momento.
Unas ganas de estar con ella. Un deseo tan fuerte que me ayuda a seguir corriendo el tramo que falta. Pienso en Isabella desnuda y la adrenalina me recorre el cuero. Freno para llamarla pero al verla en línea le mando un mensaje.
- Que hace a esta hora despierta? – reaparece la voz mental – Seguro esta con otro.
Guardo el teléfono en el bolsillo y corro las últimas dos cuadras a una velocidad que no conocía. La sola idea de que este con otro me quema la cabeza.
El enojo se aplaca apenas la veo.
- Hola – digo dándole un beso fuerte en los labios.
- Hola, como hiciste para llegar tan rápido? – dice pero yo solo la quiero abrazar – No Benicio no tengo ganas.
- Dale no seas así – le abrazo la cintura presionando mi cuerpo sobre la barra e intento darle besos en el cuello.
- Benicio basta, de verdad para un poco – me rechaza, y para este punto, lo único que me mantiene cuerdo se me escapa de las manos.
Exploto. Como nunca. La expresión de miedo de Isabella hace que el Benicio cuerdo, escondido en lo más profundo de mi mente, pide a gritos que frene. Pero está lejos, muy lejos.
- Que estabas haciendo despierta, estabas con otro? – pregunto.
- Estas flashando Benicio, solo me desperté incomoda por haberme dormido temprano – responde a la defensiva, incomoda.
- Sí, me imagino.
- Y vos? Que haces borracho? – pregunta bajando de la barra.
- Salí con Cristian y Mike – miento, y al querer abrazarla me rechaza de nuevo – Pero a vos que mierda te pasa? Mandas un mensaje diciendo que me extrañas y ahora te portas así?
- Veni vamos a la ducha – me ordena y la imagen de Lautaro aparece.
- No, no me pienso duchar ni una mierda – grito.
Todo el enojo guardado culpa de Lautaro busca salir de cualquier manera posible.
- Yo podré estar borracho pero no soy pelotudo – digo – Estas insegura y nerviosa, dónde está? Lo tenes debajo de la cama? – pregunto, corriendo al cuarto e inspeccionando.
- Benicio basta, no hay nadie en el departamento – grita – Estas flashando del pedo que tenes.
- Dame tu celular – le ordeno.
- Isabella está todo en orden? – escucho a Juliano decir en el pasillo.
Es lo último que necesitaba esta noche y ya sin importarme nada, abro la puerta decidido.