La semana se pasa lenta. Todos queremos tirar el final e irnos a casa otra vez, se viene Navidad y las tan ansiadas vacaciones. Estos días consisten en tener a los chicos estudiando en mi departamento y a Claudia visitandome de a ratos.
Con Benicio dormimos prácticamente todos los días. Creo que, el simple hecho de saber que vamos a estar lejos un tiempo, nos hace querer disfrutarnos más. Por lo menos es algo que me pasa a mi. Si antes nos llevábamos excelente, con este nuevo giro en la relación las cosas se volvieron más perfectas. Está provocando un cambio en mi, antes no podía demostrarle amor a nadie. Nunca expuse mis sentimientos, existían pero estaban enterrados. Ahora con él, tengo ganas de decirle que lo quiero y demostrarlo. Siento que se lo merece, estuve tanto tiempo deseando esto y no se cuanto durará, ni cómo termina, pero en este tiempo quiero aprovecharlo. Muy en el fondo, siento miedo. Las vacaciones nos van a separar un tiempo y la idea de tenerlo lejos no me gusta para nada. Por un lado quiero estar con él todo el tiempo posible pero por otro, no quiero acostumbrarme a algo que se aleja. No se, es un pensamiento tonto tal vez.
Hace ya un rato que estoy corriendo y mi cuerpo ya quiere parar. Freno en un banquito de la plaza por la necesidad de oxígeno. Elegí un short negro y la musculosa blanca, el calor no me dejo con otra opción. Los moretones se siguen notando pero muy poco, creo que solo alguien que sabe de su existencia, los notaria mas rapido. Como en tres días rendimos, estuve estudiando mucho sin salir del departamento asique momentos como este me encantan. Además, más allá de que disfruto estar con Benicio también estoy contenta pasar un rato sola. Me tiro en el pasto y, apoyada en mis brazos, dejo que el sol me coloree la piel. Las canciones pasan una tras otra y desconecto de los ruidos de la ciudad gracias a los auriculares.
Parejas de la mano riendo, otras de la mano también, pero con una notable pared de hielo entre ellos, caminan por la vereda. Mamás corriendo a sus hijos para que no escapen, y perros saltando y revolcándose en el piso. Todos conectados en lo suyo, preocupados, alegres, miedosos y tristes. De todos, hay dos personas sentadas en un banco a 50 metros que me llaman la atención. Pienso tanto en Benicio que por un momento creí que era él. Suficiente tiempo de recreo, me levanto y camino de vuelta a casa. En el trayecto llamo a Catherine, que desde mi última visita está el triple de relajada y ya no pregunta tanto sobre todo, algo que agradezco internamente.
Paula, la mujer de mi hermano Martín, entró en el último mes de embarazo y no puedo más de la alegría. Solo quiero aprobar e irme a casa para pasar tiempo con ella.
- Tenes que comprar un regalito - me recuerdo.
Benicio no contestó ninguno de los mensajes que le mande durante la mañana. No le doy importancia y me meto en la ducha. Siento confianza para este final, practique mucho y siempre mantuve los ejercicios al día. Estudiar es algo que da fiaca, pero me ayuda a mantener la mente ocupada de a ratos, pensar menos las cosas.
Tengo mucha hambre y ganas de comer algo sano asique hago pollo con arroz y verduras salteadas. Mucho arroz. Y con mucho digo me pase en cantidad, podría alimentar a todo el barrio. Después de comer y bañarme, con Jabalina nos tiramos a dormir un rato.Me sobresalto en la cama al escuchar el ruido de una llave. No necesito más que a Jabalina arañando la puerta del cuarto, para entender quién está del otro lado.
- Donde esta la más linda ? - pregunta Benicio mientras abre la puerta - Aca esta - dice y levanta a Jabalina del piso mirándome con una sonrisa peleadora. Le tiro la almohada haciendo un papel de enojada totalmente exagerado.
- Obviamente vos sos mi preferida - dice y se tira conmigo en la cama - Como estas ?
- Bien - le respondo y apartandome un poco, me levanto de la cama.
- Isabella ? - pregunta con tono confundido siguiendome a la cocina, pero no le respondo.
Reconozco que es una actitud inmadura, pero no lo puedo controlar. Sigo sin contestarle mientras lavo los platos del mediodía.
- Okey, no seas pendeja - dice acercándose por detrás pero yo me aparto otra vez - Qué está pasando?
- Estoy - empiezo pero freno, de golpe me controla una bronca que no puedo ni explicarme a mi misma - Seria mejor que te vayas.
- No pienso ir a ningun lado - dice y se sienta en el sillon. Jabalina se acurruca a su lado y mira fijo en mi dirección. Pareciera que esta gata entiende algo que yo no.
Cierro los ojos parada en la cocina con las manos llenas de espuma. Intento respirar profundo y pensar que carajo esta pasando.
- Te molestó que no responda los mensajes durante toda la mañana - empiezo a hacer una lista mental , pero caigo en la cuenta que falta algo - Que más, que más, que más ?
Me apoyo en la mesada y lo miro. Está sentado en la mesita ratona mirándome fijo, su ceño fruncido demuestra confusión pero se nota que está preocupado. Quiero ir y abrazarlo, porque sí, es el lugar donde mejor me siento, pero estoy convencida a rechazarlo. Camina lento hacia la cocina y bordea la barra para llegar hasta donde estoy.
- Nunca un dia normal nosotros dos eh - dice en chiste y no puedo evitar sonreir - Te conozco lo suficiente para entender lo que estás haciendo.
- El que ? - le pregunto desafiando.
- Yo también tengo miedo, no lo puedo evitar aunque lo intente, pero te quiero - se pasa la mano por el pelo nervioso, y mira un segundo fijo antes de seguir - Mierda Isabella, te quiero tanto y pensar que vamos a estar lejos un tiempo me desespera.
- A mi tambien - respondo seca y me doy cuenta que estoy llorando cuando veo unas manchitas de agua en el pantalón.
Se para frente a mí secando las lágrimas, mientras lo abrazo con piernas y brazos. Si me conociera menos y no dijera por mi, las palabras que pienso pero callo, no seríamos ni amigos.
- Isabella? - pregunta apretando mis cachetes con las manos - Queres ser mi novia?