Isabella, debe ser lo más parecido a una caja de pandora que el mundo puede llegar a tener. Un dia te rechaza, te aleja, no deja que profundices en ningún aspecto de su vida, se muestra fuerte e invencible, hasta que en otro se levante y reacciona, te abraza y dice te quiero, se muestra débil, algo que odia. Ojala algun dia, se de cuenta que la hace humana, y aún más Isa de lo que pueda llegar a querer demostrar.
Ahora viajando, tengo que admitir, la situación es confusa. Es que estoy decidido a quererla tan intensamente que duele, perdí mucho tiempo esforzándome por negar algo inevitable. Por favor, era tan inevitable que me doy pena. Desde el momento que entre al aula y la vi sentada con sus auriculares, acomodando un jopo molesto cada dos segundos, sentí algo diferente entonces ahí fue cuando me decidí, fui directo y le hable. Ya no me acuerdo ni de que, fue una conversación pasajera de dos desconocidos a las siete de la mañana. No cambiaría nada de lugar, ningún momento, ninguna discusión porque todos hicieron que conociera a Isabella en maneras diferentes. Enojada, contenta, mañanas alegre, nerviosa, ansiosa, borracha y lo suficientemente sobria para cuidarme.
En unos pocos días pasaron muchas cosas y por más que a cada segundo le diría te quiero, Isa necesita espacio para procesarlas.
- Capaz no piensa tanto las cosas como vos - dice la vocecita interior.
Tiene el ceño fruncido, otra vez, y eso no es bueno. Isa no solo piensa. Isa se echa la culpa, se reprocha no ser suficiente, critica la manera que hizo las cosas, algo que ya no vale la pena porque lo hecho, hecho está.
Subo el volumen de la música y empiezo a cantar desafinando todo lo que puedo. La música para Isa, es un cable a tierra la mayor parte del tiempo y el mío, estar con ella. Simple y llanamente.
- Nooo, sangran mis oídos - dice tapando los suyos de manera exagerada. Se me escapa un suspiro y una caricia en el cachete.
Cachetes, que haria sin ella?
Mis amigos de Córdoba nunca fueron una buena influencia para mi, aunque el colegio era bueno y mi casa estaba en un barrio que a la gente le parecía seguro, en más de una oportunidad hice las cosas mal. Desde la muerte de mi viejo hasta que terminé el colegio, solo recuerdo salir, emborracharme días de semana, faltar a clase, y pelearme con mamá. No importaba absolutamente nada. Repeti de año y aunque, los que yo creía que eran mi grupo de amigos no lo hicieron, lo voy a agradecer por vida. Fue como abrir los ojos y darme un golpe duro contra la pared. A partir de ahí, todo pareció hasta más fácil, termine el colegio y ahora estudio, vivo solo con toda la libertad que eso implica. A veces dudo de si me voy a volver a perder, si hay parte de esa vida oscura que tuve en mi, escondido por ahí preparado para salir. Isabella saca lo mejor de mi y eso me mantiene en línea recta.
El resto del viaje lo pasamos prácticamente en silencio. Por momentos se durmió y otros simplemente miro fijo el paisaje. Nos faltan unos kilómetros para empezar con los peajes y ya está anocheciendo.
- Espera, frena frena - grita Isa.
Bajo a la banquina lo más rápido que puedo y antes de que abra la boca, empieza para no parar.
- Porque no me dijiste nada? - pregunta indignada mirando mi cara de confusión - Estaba tan metida en mis problemas que no me acordé, fui tan egoísta estos días perdón, perdón perdón perdón.
- Isa no entiendo de lo que estás hablando - aclaro y se calla de golpe. Empieza a rascarse la frente, como si estuviera entre opciones sin saber qué hacer. Ahora me doy cuenta. - Ahh - digo riendo - Esta todo bien.
- Como te podes reir con algo así? - me empuja enojada y despues se le escapa una sonrisa - Perdón por no decirte nada, ni acordarme.
- Esta todo bien, se que siempre lo tenes presente - digo.
Hoy se suma otro año sin papá. No teníamos una buena relación, siempre lo odie y hasta en momentos deseaba que muera. Era violento, especialmente cuando tomaba, estaba con otras mujeres y todo el mundo lo sabía, pero nunca tuvo los huevos para dejarnos. Cuando murió, dolió tanto que no podía creerlo. Ahora con el tiempo entendí algunos porque de sus errores, como también entendí los míos, a tiempo.
- Te quiero Benicio - palabras que toman por sorpresa sí que las hay.
Levanta el cuerpo del asiento y me da un beso. La traigo más para mi y se intensifica.
- Yo tambien te quiero - le digo separandonos solo un poco - Y gracias por acordarte.
Los últimos kilómetros pasan rápido y el ambiente en el auto es mejor. Isa está más alegre y para mi con eso es suficiente.
Cuando llegamos, después de saludar a Jabalina, me ocupo de llamar a mamá. Gracias a ella y mis abuelos, tengo todo lo que tengo y no pido más. Llegaron unos mensajes de Sofia, mi ex, pero no les doy importancia. Nunca entendí qué fue lo que pasó entre nosotros. Nuestra relación comenzó en Córdoba, éramos de diferentes colegios pero compartíamos boliches y grupos de amigos. Cuando llegamos a Buenos Aires todo parecía bien, hasta que encontre mensajes con un pibe que supuestamente eran amigos del gimnasio. Con todo lo que pasó en mi casa, con lo mal que mi viejo hizo sentir a mamá, me jure a mi mismo que nunca le haría eso a una mujer y tampoco sería capaz de tolerarlo conmigo. La quería tanto que intente perdonarla, pero Sofía vio la posibilidad de cortar y así lo hizo. A las semanas llamaba y mandaba mensajes pidiendo volver pero nunca conteste. Creo que haber desaparecido y no darle bola, hizo que se obsesione y no me alegra para nada. Hace meses que sigue apareciendo a pesar de que le aclare que no quiero nada.
Isa se baña mientras yo me ocupo de cocinar salchichas y darle de comer a la gata. Cuando se terminan de hacer, me arrastró hasta la cama. Jabalina se acuesta conmigo y apagó el velador, escucho de fondo la ducha apagarse pero me dejo llevar por el sueño.