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Me encontraba sumamente relajada. Como en una nube, hueón. Todo mi cuerpo se sentía como si estuviese flotando. Así como el Harry en el vídeo de sign of the times. Ah casi.

El Ale estaba a mi lado. Tenía los ojos cerrados y respiraba despacio.

Llevábamos un rato en la pieza del Rigo, ya que ninguno de los dos quiso bajar. Luego, de esa sesión de besos… habíamos parado y nos quedamos recostados en la cama.

La verdad, es que caga de la risa le hubiese seguido comiendo esa boca culia que se gastaba, pero sabía que al estar en esta situación… los dos solos, las cosas se habrían descarrilado un poco. No digo que la huea hubiese estado mal, pero teniendo en cuenta que nos hemos pasado la mayoría del tiempo peleando, simplemente no hubiese sido correcto.

¿Cachan o no que la Tamaraca igual piensa? Denme un premio, rai nau.

Suspire. Gire mi rostro para mirarlo y me aproveche de la situación.

El Ale estaba recostado con uno de sus brazos tras su nuca y su mano libre tenía sujetada la mía. Sus pestañas eran tan largas que parecía como si las hueas le rozaran el pómulo al tener los ojos cerrados. Por un momento lo envidie, yo no las tenía así, tendría que ponerme pestañas falsas para hacerle la competencia. Sus labios estaban entrebiertos y quise pasar mi dedo por ellos.

—Sé que estai mirándome…

Una sonrisa bailo en los labios del Ale cuando susurró, aun con los ojos cerrados. Sonreí con vergüenza. Inconscientemente mis mejillas se calentaron.

Cabro culiao… ¿Cómo me cacho?

—¿Se siente acosado el niño? —lo huebie.

Sus ojos se abrieron. Tan negros y brillantes que tuve que parpadear cuando conectaron con los míos.

—Me siento ahueonao de una buena forma.

—¿Qué? —me reí.

Él negó con la sonrisa dibujada en sus comisuras. Inhalo y exhalo lentamente y luego me miró.

—Entonces… —se dio vuelta por completo, tomando mi cadera en el proceso. Su cara quedando a centímetros de la mía y su respiración dándome en los labios —¿Ahora si puedo sacarle la conchetumare a cualquier hueón que te huebee?

Sonreí negando con la cabeza, pasé mi pierna sobre su cadera, dejando que descansara ahí. Él se tensó, pero no pretendía causarle algo con mi acción.

Chucha, parece que me pase, po.

—No teni que sacarle la conchetumare a nadie, agresivo de mierda —respondí.

Él achino los ojos.

—No prometo nada. Pero me emputece ver a ese culiao del Carlos cerca tuyo. No lo soporto.
—se sinceró.

Me mordí el interior de la mejilla.
Quise darle un poco de seguridad a esto que se supone que estábamos “teniendo” así que agarré su cachete y hablé contra su boca:

—El que me importa no es el Carlos. ¿Estamos?

Él me miró. Sus ojos recorriéndome la cara, para luego asentir y presionar mis labios. Su boca se abrió instantáneamente. Hice lo que más me gustaba hacer. Pasee mi lengua por su labio inferior, y luego la adentre en su boca. Y todo volvió a quemar. El calor se construyó en mi vientre como cada vez que me daba un beso y la sangre ardió en mis venas. Mi cadera dolió de la manera más deliciosa cuando las manos del Ale apretaron allí. Mi pierna se tensó contra su cuerpo.

—Quiero seguir aquí… —jadee, intentando de separarme y recuperar mi caga de aliento —, pero estoy segura que si no le hago caso a mi mamá esta vez, no me deja salir más.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora