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Llegamos a un edificio culiao abandonado que estaba cerca de mi casa

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Llegamos a un edificio culiao abandonado que estaba cerca de mi casa. Hace años eran apartamentos, y nadie había querido ocupar el terreno hasta que una empresa lo compró hace poco, aunque al parecer no había nadie que vigilara esta huea aún.

Yo fruncí las cejas, mirando al Alejandro cuando se acercó a forzar la puerta.

—Ale esta huea la van a demoler dentro de poco. ¿Qué hacemos aquí? —pregunté, mirando a mi alrededor pa' que no nos fueran a sapear.

—Tranquila, cachetitos. He venido antes —respondió, y en un movimiento ágil de sus dedos soltó el candado abriendo unas rejas de metal. La huea rechino un momento, y apreté los dientes. Odiaba esos sonidos culiaos.

Me dio la mano, jalándome dentro del edificio. Había pedazos de madera y concreto esparcidos por el suelo, el polvo tapaba lo que una vez fue cerámica y el olor a húmedo inundo mis narices. Subimos unas escaleras hasta que llegamos al último piso. Estaba con un colapso respiratorio. Las escaleras no eran lo mío.

—Ven… —susurró él.

Lo seguí hasta una huea que parecía ser una ventana gigante. Me quedé sin aliento al mirar a mi frente. Hueón… gran parte de la ciudad se veía desde aquí. Las iluminaciones de las calles eran como pequeños puntitos llamativos y las casas se veían diminutas. Pero todo eso tenía cierto atractivo.

Exhale.

—Oh, hueón… se ve súper bonito —comenté.

—Tú eri más bonita —afirmo el Ale, quién estaba sentado en la ventana mirándome fijamente. Su mano estaba apoyada en su muslo y el pelo se le veía aún más chascón.

Ni siquiera pude reírme esta vez, porque su comentario me derritió las células, hueón. Me dejó hueona.

Me acerqué. Él me envolvió los hombros, dejando que mi cabeza se recostara en su pecho. Suspire, apreciando por primera vez un paisaje bonito. Quizás muchos digan que la ciudad a veces se veía como el pico, pero no hoy. Hoy la huea se estaba luciendo. Esta vista era maravillosa. Tanto que me hubiese gustado tener una cámara profesional para sacar una wena foto.

—Quiero decirte una cosa…
—susurró el Ale en mi oído, tras un cómodo silencio.

Yo asentí, entrelazando sus dedos con los míos.
Mi pecho se inundó de una sensación dulce y acalorada. Me estaba asustando mucho, hueón. Lo que el Alejandro me hacía sentir era demasiado intenso. No podía ignorar todo lo que me estaba pasando en este momento. Estaba cagando brígido.

—Me importai mucho, Tamy… demasiado —comenzó. Sus labios pegados a mi oído. —Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que nos conocemos directamente, pero siempre me llamaste la atención. Desde que te vi en las actividades del centro de alumnos. ¿Te acordai que te dije? —preguntó.

Yo me di la vuelta, para mirarlo. Separo sus piernas para que yo me ganara entre ellas, me rodeo la cintura como siempre lo hacía y yo descanse mis brazos debajo de los suyos.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora