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《Punto sin retorno. Ahora es simplemente muy tarde para regresar. Trato de perdonarte porque no sé cómo. Lo construimos tan alto y ahora me estoy cayendo. Es un largo camino cuesta abajo... 》

"Long way down - one direction"

Armando


Tres años atrás…

Los rayos del sol que penetraban por la ventana, calentaban su hermosa piel desnuda. Su piel era una adicción. Era como la crema. Suave y exquisita. Paseé mis dedos por las pequeñas pecas de su espalda y sonreí al ver como se removía al contacto de mis dedos. Ella se enojaba mucho cuando le decía que amaba su piel, que amaba verla desnuda junto a mí. Sabía que ella odiaba sus pecas, las pequeñas manchitas anaranjadas que se esparcían por sus mejillas o las que tenía en su espalda y en sus hombros, pero a mi me encantaban. Sobre todo, cuando mis labios hacían contacto con ellas.

—¿Eres consciente de que tenemos clases y que nos quedamos dormidos? —su voz suave inundo mis oídos.

Ella seguía con sus ojos cerrados. Aparte unos mechones de cabello rojizo de su frente y me incline para darle un beso entre las cejas. La vi sonreír.

—Soy consciente de muchas cosas, pequeña —murmuré. —Pero de la que estoy más consciente en este momento, es que una hermosa pelirroja mañosa esta desnuda a mi lado.

Ella se dio vuelta para quedar de costado en mi cama. Habíamos salido temprano de clases y la traje a mi casa. Mi mamá no estaba porque trabajaba hasta las nueve. Nosotros debíamos volver a clases a las cuatro, solo para ensayar los últimos detalles de nuestra licenciatura. Los hueones del colegio insistían que nada debía salir mal o desordenado.

Sus ojos verdes oscuros me miraron. Sus cejas se fruncieron.

—No soy mañosa —alegó.

Entorne mis ojos grises.

—Claro que no —me reí irónico, dándole esa sonrisa de "yo lo sé todo",  que sabía que la sacaba de quicio. Pero que sabía que le encantaba.

—Odioso de mierda —trató de hacerse la enojada.

Sin poder contenerme la envolví en mis brazos, la puse sobre su espalda y me asenté entre sus piernas.

El deseo no se iba nunca. La deseaba, la necesitaba y me había enamorado de ella. La Natalie había logrado colarse en mi cabeza y en mi corazón a pesar de que desde que la conocí intente alejarla y ser el hueón insoportable que era con todos. Pero ella derrumbó mis putos muros con esa sonrisa de labios carmesí, su capacidad de sacarme palabras cuando nadie más podía y helarme con esos ojos verdes.

—Así me amas —me defendí, dejando un beso justo entre medio de sus pechos. La sentí ahogar un suspiro y sus caderas impulsaron a las mías hacia ella.

—Quizás estoy loca. Me enamoré de tu carácter de mierda —río, pasándome las manos por la cara. Sus labios se pegaron a mi pera.

—¿Te acuerdas de las peleas que teníamos en clases? Nunca te callabas. —besé sus mejillas, recordando
—Odias perder.

La recordé en la sala de clases. Discutiendo conmigo y diciendo que era un hueón insoportable, a lo que la sacaron de la sala por insultarme a gritos. Como la huea era un colegio cuico, estaba prohibido decir malas palabras. Y era gracioso. Mi vida entera me la pasaban prohibiendo las cosas.

—Y a ti te encanta llevarme la contraria. —dijo, pasando sus labios por mi frente, luego su rostro se alejó, mirándome directo a los ojos —Quizás por eso nos necesitábamos tanto. Tú eras la fuerza de atracción que necesitaba para mantenerme en tierra.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora