Especial I

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Tomás:

—Quiero que todo mejoré, Tomás… yo siento cosas por ti ¿ya? No quiero ponerle nombre a la huea, pero de verdad que siento muchas cosas por ti.

Me quede helado. Miré sus ojos grises y me perdí en sus palabras.

¿Alguna vez les pasó que se balancearon tan fuerte en un columpio y se sacaron la chucha, pero la adrenalina les pedía que se subieran de nuevo? Bueno, eso es exactamente lo que a mí me pasaba con el Bastián. Él me decía cosas que me daban alas, pero con otras me las quitaba, para volver a darme otro par, después de arrancármelas.

Y ahora se atrevía a decirme que sentía cosas por mí… como si esa huea no fuera a descolocarme por completo, como si el pasar todo el tiempo con él no me hiciera sentir una puta revolución en el pecho. ¿Cómo se atrevía?

Parpadee rápidamente, pasándome una mano por la cara.

—Yo… tú sabes lo que siento, Bastián. Pero estoy cansado… —comencé a decir.

Él instantáneamente se puso de pie, su altura me intimido un momento, pero cuando sus manos tomaron una de las mías me vi obligado a ceder.

Suspire, mirándolo fijamente. Analizando como la mata de pelo castaño le caía por la frente y como mordía el piercing en su labio inferior, en un movimiento nervioso supongo.

—Dame una oportunidad… solo una… ¿por favor?

Sus ojos eran intensos al conectar con los míos, y aquello me mandaba a la conchetumare.

¿Darle una oportunidad? ¿Siquiera podríamos funcionar? ¿Éramos piezas en una etapa solamente?
Mi corazón culiao estaba desenfrenado.

El ruido de la fiesta seguía perforándome los oídos, ya que estábamos solo a unos cuantos metros de la casa, en la calle, pero aun así el ruido llegaba potente.

¿Qué chucha iba hacer? Si estaba aquí, con el Bastián en este momento solo era porque mi Tamy culia me había dicho que me la jugará… Ella, a pesar de que no sabe mucho de mi historia con el hueón -solo porque yo no he querido hablar mucho- ve como me afecta, sabe que el Bastián causa muchas hueas en mí.

Oh, mierda…
Cerré los ojos.

Inhale y aguante la respiración un segundo. Exhalé y abrí mis ojos.

Entonces, solo entonces me atreví a hablar:

—Sí. Te doy una oportunidad.

La sonrisa que me dedico el Bastián logro que me contagiara. Quise tomar sus mejillas en mis manos y sentir su respiración mezclada con la mía, quise abrazarlo y pedirle que no jugará conmigo, pero no lo hice.

Silenciosamente imploré porque las hueas resultaran bien.

—Voy a jugármela. Lo prometo
—respondió, apretando mi mano con fuerza.

Yo sonreí.

Puta, que era lindo el hueón…

Más le valía… no estaba dispuesto a que pisaran mi corazón y lo hicieran mierda.

—¡Tomy!

Me giré para mirar a la hueona que me estaba llamando.
La Tamy estaba de pie unos metros más allá de la casa, junto al Ale y la hueona pesa de su amiga.
Le sonreí y vi al Bastián hacer lo mismo.

Así me gusta, culiao. Si vamos a intentar algo, tienes que llevarte bien con mi Tamy.

—El Ale se ofreció para ir a dejarnos. ¿Vamos? —preguntó, mi amiga cuando llegó a mi lado.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora