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Todos no cabíamos en la oficina del director, así que tuvimos que permanecer de pie frente a su escritorio. Ninguno de nosotros se sentó. Gire mi cuello para ver a los chiquillos y todos miraban al hombre corpulento y de pelo rubio-canoso que se sentó en su gran silla, y en sus caras se notaba la preocupación. Observe al Ale, a lo que él me devolvió una mirada tranquilizadora. Pero yo estaba todo menos tranquila, po hueón.

—¿Quién me va a explicar lo que acaba de pasar en la sala del cuarto D?
—preguntó el director, recargando sus brazos en el escritorio.

Todos compartimos una mirada. El que dio un paso adelante fue el Tomy.

—Lo que pasa, director. Es que tuvimos unas diferencias ideológicas. Nadie quería perder y la cosa termino en golpes de parte de este individuo
—señaló al Brayan. Este abrió la boca como jarpa al ser acusado.

¿Diferencias ideológicas? ¿Individuo? ¡De donde saliste, hueón! Tomás culiao. Me quería reír, pero no era el momento.

—¿Por qué golpeo a sus compañeros señor Brayan? —miró al hueón que estaba a mi lado y al del Bastián. Él entorno sus ojos.

—No golpee a mis compañeros. Al único que le mande su combo fue al Rodrigo por maricón y después se metió su caga de amigo —respondió, apuntando a los chiquillos.

—¡Sin insultos! —lo reprendió el director, levantándose de su asiento y golpeando su mesa. Todos saltamos.
—Quiero una explicación verídica. Sé que esa no es la verdad.

—Fue por mí —interrumpió la Karen, mirándonos con pena y sorprendiéndonos a todos.

—¡No fue su culpa! ¡Fue mía! —se metió el Rigo, tomándole el brazo a la castaña. El Brayan los miro con odio.

Mentalmente murmuré un: awww... ups.

—Director, si hablamos de culpa, la tendríamos todos. Los chiquillos se fueron a las manos simplemente por arranques de celos. Nos fuimos a las manos por descontrol... e insultos. Intentamos separarlos y nos pillo de esa forma. Eso es todo —respondió el Ale. —Nadie tiene porque cargar con todo el peso del problema.

Ese es mi macho -pensé.

—Es muy valorada su lealtad a su grupo de amigos, señor Torres. Pero acá claramente no me están diciendo todo. No quiero ver a mis alumnos peleándose en las salas como delincuentes. Si tienen problemas, las cosas se solucionan hablando y pidiendo ayuda, en este caso: nosotros los adultos responsables. Lo lamento mucho, chiquillos. Pero yo a todos los vi en esa pelotera que tenían en la sala del cuarto D, por lo tanto, todos están suspendidos. Desde ya comenzaré a llamar a sus apoderados. Y junto a ellos me darán sus versiones. Pueden retirarse —declaro el director, dejándonos a todos boquiabiertos.

¡SUSPENDIDOS! ¿QUE MIERDA? HUEON, MIS PAPAS ME IBAN A COLGAR.

—Director, por favor. ¿Podemos solucionar esto de otra manera? —se acerco el Ale, todos lo esperamos en la puerta, mirando con curiosidad
—¿Conversemos un minuto? Chiquillos, vayan no más. Quiero conversar con él.

Lo mire con cara de: ¿qué chucha? Pero él solo asintió en mi dirección.

¿Le iba a chupar el pico para que saliéramos libres? Ah la huea. Aguante una risa, mientras todos nos dirigíamos al pasillo.

—¿Vei la huea que lograi peleando Brayan? —acuso la Karen, mirando a su ex -yo supongo, ah- con enojo. —¡No tienes ningún derecho a tratarme como la mierda! Ni buscarle pelea al Rigo. Los problemas son nuestros. Yo fui la que estuvo con él. Nadie me obligo. Y tú y yo, ya no estamos juntos. Para la huea. —lo empujo, pasando por su lado. Se fue rápidamente hacia al baño y el Rigo la siguió. El Brayan los observo, resignado.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora