《 Yo era joven. Mi corazón siempre estaba huyendo. Pero tú haces que amar sea divertido. Jamás pensé que podría serlo. Te veo desde un punto de vista diferente. Siento que esto es demasiado bueno para ser verdad... 》—¿Qué te pasa, Ale?
El murmullo se escapó de mis labios entrecortadamente.
Estábamos en el recreo y no lo había visto desde antes de ayer. Cuando su papá me amenazó... cuando ese iñor se atrevió a llenarme la cabeza de hueas...
—¿Qué te pasa a ti? —contraatacó, duramente. Sus ojos no me miraban y su mandíbula estaba apretada.
¿Qué huea le pasaba?
Me eché hacía atrás unos cuantos centímetros. El Tomás nos miro por el borde de su taza de leche. Nos encontrábamos tomando desayuno en el liceo, incluyendo la Karen y el Rigo que se lanzaban algunas miradas incomodas, de vez en cuando.
—A mi no me pasa nada —negué, mirándolo fijamente. Pero evidentemente la mesa de la cocina parecía ser mucho más digna de su atención que yo. — ¿Andai con la huea? —exclamé, demasiado pesa para mi gusto.
El Alejandro, dejó su taza sobre la mesa y se dedico a mirar sobre mi hombro. Cruzó los brazos sobre sus pectorales. Podía sentir las miradas de los chiquillos en nosotros, pero reinaba un silencio absoluto. Era una escena digna de palomitas y Pepsi.
—Que rico el pan con mantequilla
—comentó el Bastián, observándonos por el borde de su taza.Escuche unos murmullos, y la risa del Tomy. Nadie pesco. Que tensa esta huea.
Finalmente, el Ale suspiro y me miro.
—No ando con la huea. Simplemente me da lata que tú andes con cosas y no me las digas.
Mi pecho aleteo. Mis ojos se ampliaron. Conchetumare.
Lo sabía. Él sabía todo.
—¿Yo con cosas? ¿Qué cosas? —tragué con fuerza. De pronto, mi boca parecía demasiado seca.
Una de sus cejas se alzó en mi dirección.
—Ayer me ignoraste toda la tarde... te mande mensajes. Te llamé... yo... necesitaba hablar contigo —bajó la vista, afectado.
La culpa me carcomió. Antes de ayer y ayer estaba para la caga con lo que el Eduardo me había dicho. Tanto, que me hice la enferma y me quise quedar en la casa. Incluso estuve a punto de contarle todo a mi mamá. La desesperación y el miedo eran grandes. No podía evitarlo. Yo sabía que ese viejo de mierda era capaz de cagarme el futuro en un gran porcentaje. De hecho, quería decirle todo al Ale. Gritárselo ahora mismo, pero la necesidad de ahorrarle más dramas y sufrimientos era mayor. Muchos pueden decir que mi actitud es hueona y la equivocada. ¿Pero en serio puedes ser culpada de querer proteger y ahorrarle más problemas a la persona que quieres?
—¿T-Te paso algo? —fue lo único que atine a decir.
El Tomás me lanzó una mirada de: ¿en serio, hueón? Pero antes de poder responderle el gesto, sentí la risa seca del Ale.
—Siempre la misma huea.
Entonces, se levantó de mi lado y se deslizo por el pasillo que daba al patio. Me dejo con la palabra en la boca y todas las miradas de ¿qué chucha? de nuestros amigos.
—¿Qué huea? —preguntó la Karen, mirándome —¿Qué chucha le pico a este?
Me encogí de hombros, frunciendo el ceño con rabia.
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¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1
Teen FictionY todo por culpa del hueón que me rompió el choro en la escalera... 》Libro 1 #HCMREC《 « PRIMERA EDICIÓN 2016 » *BORRADOR. Próximamente será editada*